- ”Viejos” hospitalizados con C19 deberán dejar su cama a favor de un joven
Voluntaria y/o involuntariamente Andrés Manuel López Obrador, en su calidad de administrador de México (no gobierna) echó a andar nuevamente el debate “por decreto” instaurar la eutanasia oficial. Sí, prácticamente desahuciar a los adultos mayores infectados y hospitalizados por Coronavirus en camas de hospitales del IMSS, ISSSTE, INSABI (si existe), Pemex, Sedena, Marina u otros del sector salud.
Y no es la primera vez que el inquilino de Palacio Nacional se pronuncia por eliminar -esta vez a los viejos- pues en agosto de 2018, como Mandatario Electo, hizo saber que “la Transformación de 4ª buscaría promover el derecho a una muerte digna en todo el país”.
Se colgó de la ya existente Ley de Voluntad Anticipada (LVA). Sin embargo fue más allá al proponer reformas a los Códigos Civiles para consagrar el Derecho a una Muerte Digna.
A través de interpósitas personas: Consejo de Salubridad General, Presidido por López Obrador e integrado por los Secretarios de Salud, SHCP, SEDESOL, SEMARNAT, Economía, Agricultura, SCT, SEP, SEMAR, SEDENA, titulares del IMSS, ISSSTE, DIF, UNAM, IPN, entre otros, dispuso (él lo ordenó) redactar la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, en la que dispone “se deberá tomar en caso de saturación en los hospitales y clínicas públicas, (cita textual), en un primer momento se deberá recurrir al principio vida-por completarse, que pacientes más JÓVENES han de recibir atención de cuidados intensivos sobre pacientes de mayor edad” (eutanasia por Decreto Presidencial).
Para ello clasificó por edad la prioridad en atención y terapia: 0 a 12 años preferencia. 12 a 49 emergencias; 50 a 60 años, prioritario. 61 a 75 o más, (sacrificables) Si ocupan una cama hospitalaria serán retirados (sea cual sea su estatus médico) para dejar ese lugar a un joven. El enfermo será enviado a su hogar a bien morir o vegetar, con el inminente riesgo de contaminar a parientes cercanos.
En la propuesta, dada a conocer por el Consejo de Salubridad General de la T4a, expresa “si el principio vida-por completar no desempata a los pacientes, entonces la decisión sobre quién recibirá el acceso a los recursos escasos deberá tomarse al azar (volado)”.
… “si un adulto mayor padece enfermedad crónico-degenerativa, como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal, obesidad o cardiaca, su suerte está echada”. -esto digo yo- es condenando al patíbulo. Muy clara la decisión de López Obrador.
Sacrificar a los “viejos” con COVID-19 hospitalizados en instituciones de salud pública es en Derecho, un intento (sólo proponerlo) u homicidio consumado dejar su lugar a alguien más joven.
Al respecto el Constitucionalista, Dr. en Derecho, Raúl Carranca y Rivas acusa “si el médico decide entre un joven y un viejo con COVID-19 a quién de los dos salvar con un respirador artificial o sacarlo de la cama, su decisión conlleva un homicidio; salvo casos extremos de incertidumbre de estados de necesidad dilémicos que la doctrina comprende el médico. No puede ni debe ser juez. Su misión es sanar. Quién decide lo contrario solapa un homicidio.
Si bien el concepto de vejez señala: es la etapa de la vida que comienza a los 60 años, considerada la última etapa de vida que forma parte del envejecimiento. Esta definición academicista no debe ser “interrumpida” por decisión de un grupo de insensatos reunidos en una apacible oficina con mullidos sillones de piel, aire acondicionado, edecanes de buen ver, bocadillos, café, galletas y envidiables salarios obedeciendo el designio locuaz, de un mesías de quien acatan sus órdenes sin análisis previo y sus consecuencias.
Si para López Obrador un viejo es prescindible, desechable, un anciano que estorba a un joven, es razón suficiente para saber que el tipo jamás ha leído a Víctor Hugo, cuando escribió “cuando la gracia se combina con las arrugas, resulta adorable. Hay un amanecer indescriptible en la vejez feliz”.
O esta de Maurice Chavalier, quien nos deleitó “una vejez cómoda es la recompensa de una juventud bien empleada”… Qué me dicen la de Rosalyn S. Yalow, “la emoción del aprendizaje separa a la juventud de la vejez. Mientras estés aprendiendo, no eres viejo”.
Desde luego, imagino, que Andrés Manuel “tiene otros datos”, pues según su visión, después de los 60 años, las personas de la tercera edad (viejos) no le son útiles, por ello da preferencia a los jóvenes que le representan votos, botts, chairos, amlovers, acarreados, pejesombies.
Le doy esta información al señor López, que seguro no conoce y no se los han filtrado: en México está prohibido la eutanasia y el suicidio asistido. El Artículo 166 Bis 21, de la Ley General de Salud, establece “queda prohibida la práctica de la eutanasia entendida como HOMICIDIO por PIEDAD, como lo establece también el Código Penal Federal”.
Para su conocimiento y de los “probos” miembros del Consejo de Salubridad General de la T4a, existen 4 formas de practicar la eutanasia. Visión que ordenó investigar al Centro de Estudios Sociales de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados.
Eutanasia voluntaria, manifestación explícita del paciente de su deseo a morir. Involuntaria, falta de la manifestación explícita del deseo de morir por parte del paciente (que quiere implementar la T4a). Activa, provocar la muerte por el agente (T4a) y Pasiva, dejar morir al paciente.
Le recuerdo a López para que reconsidere su pretensa decisión de aniquilar ancianos enfermos de COVID-19 para ceder su cama hospitalaria a una persona más joven que “no hay evidencia empírica de que la longevidad haya llegado al límite a los 60 años”.
La vejez ha sido inspiración de poetas, compositores, escritores, pensadores, arreglistas, directores, pintores y de otras expresiones artísticas, por ejemplo éstas comparaciones encantadoras: “vieja madera para arder”, “viejo vino para beber”, “viejos amigos en quien confiar”, “viejos autores para leer”.
En estadísticas del INEGI, en México existen, aproximadamente, 16 millones 179 mil adultos mayores, representan 12.8 por ciento del total de la población.
Para la Transformación de 4ª un viejo implica ser vulnerable que se manifiesta en carencia o desatención a su bienestar personal, moral (amenaza de quitarles la cama en caso de llegar un joven con síntoma de C19), psíquico y material. Estas tendencias parten de elementos taxonómicos (método y fines de la clasificación) arbitrarios e inconstitucionales.
Para este sector de la sociedad (tercera edad) su vulnerabilidad desdibuja la complejidad de sus condiciones de vida, que como sector poblacional representan una laceración. Implica el enfrentamiento a una situación de riesgo.
Seguro que los “probos” integrantes del Consejo de Salubridad General de la Transformación de 4ª, consideraron para imponer su Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, la definición de eutanasia del Profesor en Derecho Penal de la UNAM, Rubén Herrera Oseguera, pues “permite al paciente poner término a sufrimientos innecesarios y degradantes que no le permiten llevar una vida digna, sino de dolor y agonía, que impide desarrollar su personalidad y su dignidad como persona”.
Pero olvidan los personeros de López Obrador, que en el caso de los “viejos” hospitalizados por COVID-19 fueron víctima de una pandemia estúpidamente minimizada por el Gobierno de México, que actuó tardíamente, y no por alguna enfermedad terminal o irreversible, por lo que no tienen derecho a decidir por la vida de un paciente que está en manos de médicos, enfermeras, laboratoristas, asistentes, éticos, profesionales, especialistas, cuya última palabra la tiene el doctor, la familia del paciente y el compromiso hipocrático del tratante digno. No de un grupo de insensatos burócratas movidos por intereses mesiánicos y políticos de ya sabemos quién.
“Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo” Sófocles
Yo agrego: nadie tiene derecho a decidir quitarme el placer de seguir amando la vida, ahora que llegué al 7º piso de mi existencia. Nadie… entiéndalo ancianos del Consejo de Salubridad General, incluido el casi septuagenario López Obrador.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Latitud Megalópolis (LM)
Correro: [email protected]
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