Los mares y océanos de todo el mundo están sufriendo graves problemas ambientales y México no está exento, siendo la Península de Yucatán una de las más afectadas. Diversos investigadores mencionan que aproximadamente el 50% de la población de coral ha muerto, lo cual pone en grave riesgo la segunda barrera arrecifal más grande del mundo -el Sistema Arrecifal Mesoamericano-, con ello la sustentabilidad de la región y generará las condiciones para que esa zona sea embestida con más fuerza por las tormentas tropicales y huracanes.
La muerte de la gran mayoría de los corales ha sido provocada por el “Síndrome del Coral Blanco”, enfermedad que provoca el desprendimiento de tejido en los corales, dejando expuesto el esqueleto. Originalmente este padecimiento se detectó en el año 2014 en arrecifes de la Florida, en Estados Unidos.
En México, los corales afectados muestran lesiones que avanzan radialmente desde sus bordes hasta la parte central provocando el desprendimiento y en algunos casos consume dicho tejido, dejando así desnudo su esqueleto.
Las causas hasta el momento son desconocidas, y no se ha identificado el agente causal, pero ya se están estudiando muestras de tejido para tratar de identificar patógenos potenciales. Se plantea que se debe al aumento en la temperatura del mar, a la acidificación de los océanos, a un estrés ambiental, a la marea marrón en descomposición provocada por los recales masivos de sargazo y al deterioro de la calidad de las aguas.
Desgraciadamente el Síndrome del Coral Blanco tiene una tasa de mortalidad muy alta, los corales enfermos mueren en cuestión de semanas, su rango geográfico de afectación es muy amplio y sigue extendiéndose, además, afecta en promedio 20 de las más de 45 especies de corales que se distribuyen en las costas de la Península.
Ante esta problemática, diversas agrupaciones no gubernamentales, junto con especialistas de la UNAM y de la CONANP, monitorean el avance de la enfermedad para tomar medidas de atención. Es importante señalar que investigadores de Florida han compartido sus experiencias en los tratamientos realizados en los corales, sin embargo, los métodos propuestos no han podido solucionar el problema, pero han ayudado a limitar su avance y permitir que algunos individuos sobrevivan.
Durante los monitoreos realizados en colonias afectadas, se pudo apreciar que nuevas colonias coralinas que nacieron antes de que empezara esta problemática resistieron y no han presentado signos de la enfermedad, tal vez, estos ejemplares generaron algún tipo de resistencia, la incertidumbre es, si los arrecifes coralinos recién nacidos tendrán capacidad de reproducirse.
Lo anterior obliga a desarrollar mayores investigaciones y crear las estrategias adecuadas, una de ellas es el Programa de Restauración de Arrecifes en Quintana Roo, el cual tiene como meta la siembra de más de 260 mil corales para el año 2022. Estrategia, que desde mi punto de vista, debe ser fortalecida con la formulación de mayores regulaciones a las actividades antrópicas que mitiguen los efectos del cambio climático, mayores condicionantes a las actividades acuáticas y recreativas, a las descargas de aguas residuales al mar y la aplicación de biotecnologías que ayuden a su reproducción en confinamientos controlados para obtener ejemplares que sean resistentes a este Síndrome.
Creo pertinente señalar que los problemas que presentan los arrecifes de coral no debe ser subestimados por nuestra autoridad ambiental federal, quien debe desarrollar junto con los especialistas un plan de contingencias para dar una atención más eficaz al problema, además de destinar los recursos económicos y tecnológicos necesarios, al mismo tiempo, recomendar e involucrar a las autoridades locales -estatales y municipales- para que apliquen y en su caso, modifiquen las regulaciones necesarias para evitar y mitigar todos los posibles impactos negativos provocados al mar y cuerpos de agua.
Los arrecifes de coral tienen una importancia relevante para el desarrollo sustentable de la Península; en términos económicos, por la derrama turística y pesquera, ecológicos; debido a la gran biodiversidad que albergan y sociales; puesto que protegen la costa caribeña de los fuertes oleajes de tormentas tropicales y huracanes. Los arrecifes de coral están considerados como la base económica y social de esta región, inclusive, más que las playas, pues la fina arena del caribe mexicano se debe a la descalcificación natural de los corales.
En mis anteriores columnas hablé sobre la antesala a la sexta extinción masiva de especies, el problema que presentan los arrecifes de coral es una muestra más del terrible daño que las actividades humanas están provocando en nuestros ecosistemas, de no actuar ya con medidas contundentes, será muy tarde para garantizar la permanencia de muchas especies, incluyendo la humana.
Antero Carmona
*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.
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