A cargo del Instituto de Geología (IGL), analizará y comparará la calidad de suelos regados con aguas residuales, tratadas o crudas (sin tratar).
Un lisímetro es un monolito o bloque de suelo de uno a dos metros cúbicos de volumen y dos a tres toneladas de peso, extraído en campo al introducir un cilindro de acero inoxidable. Es útil para investigación y docencia, pues se pueden medir y obtener desde la superficie datos referentes al subsuelo.
Christina Siebe Grabach, responsable del proyecto, explicó que “tenemos suelos cargados de materia orgánica, nutrientes y contaminantes que recibieron durante 100 años de riego, y ahora tendrán agua de distinta calidad. El objetivo es entender qué procesos ocurrirán y adecuar el sistema de manejo a la nueva calidad del agua”.
¿Estación de lisímetros, que es?
La instalación, a manera de sótano, cuenta con grandes tanques dotados de monolitos que hacen sus funciones de captación y modificación de nutrientes provenientes del agua residual, en el techo abierto de la instalación están sembradas parcelas con cultivos que son regadas, en un área, con aguas residuales tratadas, y en otra, con aguas crudas (sin tratar).
Por medio de sensores y en tres estratos de estos bloques de suelo, los científicos obtienen datos geoquímicos con los que hacen estudios comparativos de su calidad.
Barragán Manzo se congratuló de ver concluido este esfuerzo impulsado desde la DGAPA, a través de un proyecto PAPIIT.
En tanto, Arámburo de la Hoz subrayó que la estación de lisímetros debe ser un elemento de potenciación para las posibilidades que tiene este proyecto.