Por: Edgar Mereles Ortiz.
“Hacen de las conferencias
un mitin matutino.
con aplausos, porras y sonrisas.”
Hermenegildo García.
El 26 de abril de 1986 el mundo vivió uno de los desastres nucleares mas terribles de toda nuestra historia, la explosión del reactor número 4 mientras se realizaba una prueba de protocolos de seguridad en el complejo nuclear de Chernóbil.
Veinticinco años después, el 11 de marzo del 2011, Japón vivió uno de los terremotos mas devastadores que tenga registrada la memoria humana. En Fukushima el reactor nuclear sufrió severos daños por el terremoto y su posterior tsunami, que pusieron en peligro a la población.
En Chernóbil, el gobierno de aquel entonces, decidido a guardar el secreto aplicó la propaganda como mecanismo que explicara, justificara y protegiera a las autoridades por una cadena de malas decisiones que provocaron la tragedia. En Fukushima, las autoridades japonesas activaron todos los protocolos y mecanismos de información para evacuar a la población en riesgo. En Pripyat, ahora en territorio de la nación ucraniana murieron entre 4 y 93 mil personas. La propaganda siempre ha dicho que solo murieron 31. En Fukushima treinta segundos después del terremoto las autoridades informaron sobre la amenaza de un tsunami y los riesgos del complejo nuclear, motivando a la evacuación de la población en un radio de 20 kilómetros. El saldo de muertos en Fukushima por el terremoto, tsunami y accidente nuclear fue de una persona.
La información y la propaganda política son dos conceptos que a menudo se confunden o se utilizan de manera indistinta, pero tienen diferencias significativas en cuanto a su propósito, contenido y tratamiento. La información se refiere a datos objetivos y verificables sobre un tema o evento en particular. Su propósito es educar, informar o actualizar a las personas sobre algo que ha sucedido o está sucediendo. La información puede ser presentada de manera neutral y objetiva, sin intención de persuadir o manipular a la audiencia. La propaganda política, por otro lado, es un tipo de comunicación que tiene como objetivo influir en la opinión pública y persuadir a las personas para que adopten una determinada postura o punto de vista político. La propaganda política a menudo utiliza técnicas de manipulación, como la distorsión de la verdad, la exageración o la omisión de información importante, para lograr su objetivo.
Mientras, la información busca informar y educar, la propaganda política busca persuadir y manipular. Es importante ser consciente de estas diferencias para poder evaluar críticamente la información que recibimos y tomar decisiones informadas.
Las tormentas se pueden predecir, hoy se cuenta con un sistema meteorológico que permite realizar escenarios y, con base a la información obtenida y a los ejercicios calculados de los efectos, se puede determinar cuanta cantidad de agua lloverá, que tan comprometida esta la capacidad de almacenamiento de las presas y cuales son los riesgos de desbordamiento de éstas, canales y ríos.
La Comisión Nacional del Agua recibió los datos, realizó los cálculos, predijo las consecuencias, informó y alertó a las autoridades estatales para que tomaran las medidas preventivas necesarias en la región de la Huasteca. Hoy sabemos que los gobiernos estatales involucrados en el desastre meteorológico del fin de semana tuvieron información oportuna, institucional y profesional para haber podido alertar a la población, evacuarla a tiempo y salvar vidas.
Hoy Claudia opta por la propaganda. Sheinbaum siempre necesita proteger la negligencia, ineptitud e ineficiencia de los funcionarios de su partido que gobiernan Veracruz, Hidalgo y Puebla. Las imágenes, videos y textos que conocemos a través de las redes sociales exhiben con todas sus letras a los gobernadores de esas tres entidades. La gente está molesta, y en este sistema patriarcal de cientos de años donde la presidencia es la máxima autoridad, la deidad que provee al necesitado, da justicia al desamparado y da vida a sus correligionarios todos sabemos, o por lo menos, tenemos la esperanza de que cualquier queja, gestión o petición será resulta satisfactoriamente.
Eso hizo la población cuando vio a la madre presidente presente y entre ellos. Pero, ¿qué pasó? Que la siempre alegre, dicharachera, accesible y tolerante mujer del poder omnipotente no estaba en sintonía ni empatía con la población. No quería gritos, no deseaba quejas, no esperaba reclamos. Ella quería ser escuchada, decir su propaganda, sembrar su mensaje y dejar sonrisas entre la gente que ha perdido todo.
Ese es el problema de las conferencias matutinas. Son un espacio cómodo, seguro, agradable, de gente bonita, paciente y domable, en su inmensa mayoría. Cada mañana, la señora presidente dice lo que quiere, como quiere y cuando quiere. Usa los tonos que le acomodan. Miente con singular alegría. Impone su visión.
La desgracia no es igual. Las zonas que sufren un desastre de inmediato se alimentan de desesperación, angustia y depresión. Cuando la gente pierde su patrimonio con él vansus expectativas de vida, el seguro de sus hijos, la razón del esfuerzo cotidiano. Ante esta realidad no hay propaganda que funcione, la gente quiere información veraz, contundente y sin eufemismos.
Aún, con todos los defectos en la comunicación, Claudia Sheinbaum ha demostrado ser mas valiente que Andrés Manuel López Obrador. Y dicen que no hay distancia.
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