Por: Salomón Rosas
Hoy, desde el Zócalo Capitalino, desde ese espacio emblemático ancestral del poder en América, desde el epicentro político de la Nación, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo pronunciará un discurso que estoy seguro terminará por reflejar la densidad de quién es ella como persona y consolidará los ejes de cómo ejerce y ejercerá los próximos cinco años sus facultades constitucionales y políticas inherentes a la investidura presidencial personalísima que ostenta y al liderazgo indiscutible que le corresponde en el partido Morena. Hoy es un buen día para escribir sobre el primer año en el ejercicio del poder presidencial de la primera mujer al frente del mando nacional. Hoy, independientemente de balances y valoraciones sobre acciones y resultados del gobierno federal, es ocasión oportuna para hablar sobre su estilo de llevar las riendas y el destino de los mexicanos. Hoy, sin duda, es particularmente importante estar atentos al desenvolvimiento de su persona; a sus formas y matices discursivos; a sus actitudes y definiciones; a su lenguaje corporal y a los reflejos de sus expresiones; a su tono de voz, al énfasis de sus palabras, a las pausas y acentos; también a las reacciones de la clase política morenista y de la oposición; así como de los agentes de opinión y del manejo que le otorguen los medios de comunicación. Hoy, estoy cierto, se solidificará el sello que se está imprimiendo al frente del mayor cargo de responsabilidad política de nuestro país. Hoy termina un ciclo, ya paso un año. Hoy, iniciando su segundo año de haber tomado el poder, conoceremos más sobre el estilo personal de gobernar de la Presidenta de la República Claudia Sheinbaum Pardo.
El tema que hemos propuesto obliga a tomar como referente lo que hace más de medio siglo analizó con puntualidad Don Daniel Cosío Villegas -ese gran mexicano, escritor, economista, historiador, diplomático, académico, sociólogo y politólogo- en sus ensayos complementarios titulados “El Sistema Político Mexicano” (1972) y “El Estilo Personal de Gobernar” (1974), en los cuales se enfoca en lo que él llama “las dos piezas centrales” que configuran la política mexicana: El Presidente y el Partido Oficial, y asegura, con razón, que “la pieza principal del Sistema es el Presidente”, y que “cuenta con facultades y recursos tan ilimitados, que lo llevan a gobernar, no institucional, sino personalmente”. Si bien hay que hacer notar que esos textos se publicaron para otro momento histórico y para otros actores, hay que estimar que sigue retratando la esencia de las características y del ejercicio del poder en México. Hoy, domingo 5 de octubre de 2025, el partido político Morena -como partido hegemónico que es en la actualidad- despliega toda su fortaleza convocando a sus simpatizantes, militantes, legisladores estatales y federales, gobernadores y alcaldes e invitando a servidores públicos afines al Movimiento de Regeneración Nacional a participar en el magno evento de “Celebración del Primer Año de Gobierno”. Al respecto, recordar tan solo un párrafo de la obra de Cosío Villegas es útil por su vigencia cuando afirma que “aumenta mucho el poder del presidente la creencia de que puede resolver cualquier problema con solo querer o proponérselo, creencia general entre los mexicanos ….. le dan una proyección divina, convirtiéndolo en el Señor (Señora) del Gran Poder, como muy significativamente llaman los sevillanos a Jesucristo”.
Todos los Presidentes de la República, en todos los sexenios, han enfrentado los retos y los desafíos de su tiempo: Terremotos, crisis económicas, movimientos sociales, inconformidades, inestabilidad política, levantamientos armados, magnicidios, cambios institucionales obligados, fracturas y divisiones internas, deslealtades y compromisos, presiones ante factores reales de poder, ambiciones desbordadas, amenazas y desgaste frente a intereses extranjeros (particularmente de nuestro vecino del norte), entre otros; y bueno, todo esto en el contexto de la necesidad de implementar su visión y programa de gobierno para trascender y cumplir son la misión histórica que cada quien ha asumido y asume como propia. Las pinceladas de la realidad que enfrenta la Presidenta de la República, los retos y de las oportunidades que tiene, están ahí expuestas con nitidez y se observan desde adentro y desde afuera, en el interior y en el exterior.
Hasta alcanza nuestra visión, la imagen que irradia la Presidenta Sheinbaum es la de una mujer muy inteligente; dedicada; capaz; seria y con temple político; ordenada y prudente; con fama de estricta con sus colaboradores; científica y que cree y se basa en los datos para planear y medir resultados; cauta y audaz; mujer de familia, austera y reservada en su vida privada; mujer formada en la política y de convicciones ideológicas sólidas y firmes mismas que defiende y promueve bajo el cobijo del concepto del Segundo Piso de la Cuarta Transformación. Las características centrales y “el sello” de la personalidad de Claudia Sheinbaum Pardo en la Presidencia de la República ya están dados. Todos esos atributos y virtudes que se han exhibido en este primer año de gestión de la Presidenta le otorgan ya una connotación diferente y única: Claudia Sheinbaum no se parece ni actúa como ningún otro expresidente de México. Con la firmeza de la Presidenta, con las decisiones para cuidar el proyecto de Nación y la vigencia del Movimiento, con la orientación estratégica y el ritmo de su gobierno, y con su actuar personal, se va consolidando en definitiva su estilo personal de gobernar. ¡Sonrían, Todo va a estar Bien!
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