De Viterbo al Vaticano: cómo evolucionó el proceso de elección papal
Tras el fallecimiento del papa Francisco, la Iglesia Católica inició un nuevo cónclave, el proceso mediante el cual se elige a su sucesor. En la actualidad, más de 130 cardenales se encuentran reunidos en el Vaticano para tomar esta decisión trascendental. Las reglas del cónclave papal, que hoy muchos observan con interés, surgieron de una historia marcada por la necesidad de garantizar orden, espiritualidad y eficacia.
Una de las preguntas más frecuentes entre los fieles es por qué, durante siglos, se impuso una sola comida diaria a los cardenales en caso de que el proceso se prolongara. La explicación se remonta al siglo XIII, cuando los cardenales convocados en la ciudad de Viterbo tardaron más de mil días en elegir a un nuevo papa, tras la muerte de Clemente IV. Cansados de la espera, los ciudadanos decidieron encerrarlos para forzar una decisión.
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Este encierro dio origen al término “cónclave”, del latín cum clave (“con llave”), y llevó al papa Gregorio X, elegido en 1271, a establecer nuevas reglas. Una de ellas indicaba que, si después de tres días no se elegía a un papa, los cardenales solo recibirían una comida al día; si el proceso se extendía más allá de ocho días, su dieta se reduciría a pan, agua y vino.
Aunque estas restricciones alimenticias ya no se aplican, su simbolismo permanece: reflejan la urgencia y responsabilidad que conlleva designar a la máxima figura de la Iglesia Católica. Hoy en día, el confort ha mejorado con instalaciones como la residencia Domus Santa Marta, pero el espíritu de compromiso persiste.
El secreto del voto: protección espiritual y política
Otra regla clave, vigente hasta hoy, es la del voto secreto. Esta norma también fue establecida por Gregorio X para impedir interferencias externas y garantizar un proceso libre de presiones. Los cardenales electores son aislados del mundo exterior, y deben alcanzar una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo pontífice.
El papa Juan Pablo II reafirmó esta práctica en 1996 a través del documento Universi Dominici Gregis, subrayando que el voto secreto fortalece la conciencia espiritual y protege la integridad del proceso.
A pesar del paso del tiempo, las reglas del cónclave papal siguen cumpliendo un papel crucial. Lo que nació del encierro en Viterbo, hoy guía uno de los eventos religiosos más importantes del mundo.
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