El gobierno de Estados Unidos ha anunciado la implementación de un nuevo paquete de aranceles sobre productos canadienses, afectando gravemente diversas exportaciones. A partir del martes, las mercancías canadienses que lleguen a territorio estadounidense estarán sujetas a un arancel del 25%, con excepción del petróleo canadiense. Además, los productos energéticos como el gas natural y los combustibles derivados de la energía sufrirán un gravamen adicional del 10%.
El presidente Donald Trump justificó esta medida como parte de su estrategia para presionar a Canadá a que haga más por frenar el flujo de fentanilo hacia los Estados Unidos. Según funcionarios de la administración estadounidense, los aranceles se mantendrán vigentes hasta que se perciban avances significativos en el control del tráfico de opioides y otros narcóticos desde Canadá.
El Primer Ministro Justin Trudeau se ha comprometido a responder a esta amenaza de manera firme. La imposición de estos aranceles representa una nueva fase en la compleja relación comercial entre ambos países, que ya han tenido diferencias en varios frentes, incluidos los acuerdos comerciales y las políticas migratorias.
Con la entrada en vigor de estas tarifas, los efectos económicos podrían ser notables tanto para las empresas canadienses como para los consumidores de ambos países, que se verán afectados por el incremento de los costos en una amplia gama de productos. Esta escalada comercial pone en evidencia la tensión que persiste en la relación bilateral, mientras Canadá se enfrenta a un momento crítico en su política económica y comercial.