Por: Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Barrón
El movimiento estudiantil se robustece. Se anudan los puntos de encuentro en los que manifestantes y campamentos crecen progresivamente en más ciudades y universidades estadounidenses.
Los gobiernos y policías locales han entrado para recuperar los campus de las universidades élite, mientras las detenciones a nivel estadounidense ya superan las mil doscientas.
Sí, en EUA se mantiene una retórica oficial de que no todos los detenidos son estudiantes, lo cual es consabido porque hay profesorado y simpatizantes ciudadanos.
Según Charles Tilly, cuando acciones colectivas inconexas encuentran un punto en común, se construye un movimiento social.
Estamos viendo que el riesgo de contagio político nacional e internacional es real: se multiplican los acampados y emerge un movimiento social en todo Estados Unidos.
Tenemos noticias de que en Alemania, Francia, Reino Unido, Suiza, Australia y México, las protestas y acampados en favor de Palestina empiezan a brotar.
En el caso del vecino país, a los ojos de los manifestantes/estudiantes las corporaciones y universidades participan en financiar proyectos beligerantes en Palestina, lo que les conecta cada vez más con otros movimientos cívicos y políticos.
Ese giro pragmático parece tejer un nuevo movimiento sociopolítico estudiantil.
Y la respuesta a ello del establishment de élites estadounidenses es otro momento pragmático.
Queriendo espantar con el petate de la intervención de China en EUA, mienten abiertamente y muestran ignorancia sobre cómo funcionan las plataformas digitales: Tik Tok ahora es la popular plataforma de redes sociales acusada de retener datos estadounidenses en China, fomentar la censura y difundir desinformación.
Por vía TikTok están logrando difundir las denuncias sobre las atrocidades del genocidio en Gaza además de movimientos de derecha que están molestos por transferencias de recursos públicos de EUA hacia otras latitudes (Ucrania, Israel, en vez de destinarse a la frontera con México).
Los demócratas y republicanos y el propio presidente Biden coinciden en que se debe cancelar TikTok, justamente porque es la vía que hasta ahora no garantiza el control de la crisis y de la información sobre los acontecimientos.
Pero justamente es TikTok donde la flama de la protesta estudiantil universitaria y de otros movimientos sociopolíticos encuentra su conexión y proyección viral.
Con este escenario de crisis, la ruptura entre ambos pragmatismos muestra a ambos partidos alejándose de la juventud estadounidense (particularmente de los jóvenes universitarios), agravando la brecha generacional en materia política.
A su vez, toma forma el laberinto de la represión y brutalidad policial contra estudiantes universitarios, además de que empiezan a pulular expresiones violentas de grupúsculos pro israelíes contra campamentos pacíficos universitarios.
Los dilemas políticos son delicados para la aspiración reeleccionista de Biden y de retorno a la presidencia de Trump, dada la doble tenaza de fondo: las objeciones estudiantiles centradas en el genocidio que conduce la derecha israelí en Gaza y la importancia de seducir el codiciado voto electoral juvenil