Más de 1,500 extranjeros continúan su viacrucis en Chiapas

En este Viernes Santo, el paisaje costero de Chiapas se convierte en escenario de una de las travesías más desafiantes y conmovedoras de nuestro tiempo: el paso del Viacrucis Migrante 2024. Alrededor de 1,500 almas, un mosaico de nacionalidades y esperanzas, avanzan agotadas, marcando el asfalto con la huella de su determinación y la profunda necesidad de un futuro más prometedor.

Desde el lunes pasado, cuando la caravana partió de Tapachula, frontera sur de México con Guatemala, mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad han caminado bajo un sol implacable, enfrentándose a temperaturas que rebasan los 35 grados centígrados. La fatiga, el hambre, la sed y el dolor son compañeros constantes en su peregrinar, reflejo de las circunstancias que los obligaron a dejar atrás sus hogares.

Juliana Rojas, ecuatoriana, viaja con su madre enferma y otros familiares, todos con algún tipo de discapacidad. Entre lágrimas, comparte la vulnerabilidad de ser migrante: el temor a la violencia y la desesperanza. “Necesitamos ayuda”, afirma con voz firme, un eco de la solidaridad que demanda este momento.

Eddy García, por su parte, representa la dura realidad de Nicaragua. Sin oportunidades de desarrollo, se ve obligado a separarse de su familia, llevando consigo la esperanza de un reencuentro. Su fe y la búsqueda de seguridad lo impulsan a unirse al viacrucis, una decisión que subraya la urgencia de políticas migratorias más humanas y accesibles.

La caravana ha recorrido más de 104 kilómetros desde su partida, una odisea que busca trascender la adversidad y encontrar un refugio donde reiniciar sus vidas. Su objetivo final: la Ciudad de México, esperando allí encontrar las puertas abiertas a un proceso migratorio justo y digno.