Inversión Térmica y Contaminación: Los Vínculos que Impactan la Calidad del Aire

La mañana del 18 de enero, el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México alertó sobre la presencia de una inversión térmica que se disipó alrededor de las 10:30 a.m. Este fenómeno, vinculado estrechamente con el nivel de contaminación en una región específica, merece una atención detallada.

¿Qué es una Inversión Térmica?

El Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM explica que una inversión térmica es un fenómeno natural relacionado con las diferencias de temperatura y su distribución en la superficie. Se manifiesta cuando la temperatura en las capas superiores de la atmósfera es mayor que la registrada en la superficie.

Para comprenderlo mejor, podemos utilizar un ejemplo cotidiano. Mientras ascendemos por un cerro alto, notamos que la temperatura disminuye. Sin embargo, la inversión térmica sigue una lógica opuesta: la temperatura disminuye conforme ascendemos.

Este fenómeno se desencadena principalmente cuando el suelo se enfría rápidamente en noches despejadas. El suelo enfría el aire al estar en contacto, volviéndolo más frío y denso que el aire en la capa superior inmediata. Además, las construcciones de cemento o pavimentos absorben calor, elevando el aire caliente cercano a la superficie.

La inversión térmica puede disiparse en cuestión de horas, especialmente cuando la radiación solar calienta el aire desde abajo, restableciendo el ciclo.

Consecuencias en la Calidad del Aire

Aunque la inversión térmica en sí misma no causa efectos directos en la salud, tiene un impacto significativo en la dispersión de contaminantes. Este fenómeno impide que los contaminantes se dispersen y aumenta su concentración a nivel de la superficie.

A las 11 horas del 18 de enero, la calidad del aire se informa como mala en gran parte de la Zona Metropolitana del Valle de México. El índice de calidad del aire se clasifica como muy malo, con un nivel de riesgo para la salud catalogado como muy alto.

Este fenómeno suele manifestarse con mayor frecuencia en invierno, cuando las bajas temperaturas nocturnas enfrían el aire cercano a la superficie. Es crucial considerar este tipo de fenómenos en las políticas de contaminación, especialmente durante la temporada de partículas, para preservar la salud y el bienestar de la población.