La Improvisación del Caos: los candidatos a la CDMX

Diego F. Gómez-Salas

 

 «La política es el arte de vender simultáneamenteel gozo de la estabilidad y la paranoia ante el caos».

Carlos Monsiváis, Los rituales del caos

 

Con poco más de nueve millones de habitantes, la CDMX es una ciudad improvisada, esencialmente caótica. De esta manera, quien asume la responsabilidad de gobernarla cada sexenio, más que administrar el desorden, se encarga de improvisar en el caos.

Desde principios de septiembre pasado, una vez definidas oficialmente las dos principales candidaturas presidenciales, los reflectores se han puesto sobre la segunda contienda más mediática del país: la batalla por determinar quién gobernará esta urbe enferma de sobrepoblación.

Y sobrepoblada también está la lista de políticos que pretenden despachar desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento. Nada más del partido oficialista fueron 32 los morenistas registrados para este fin; de éstos, quedaron sólo cuatro: Omar García Harfuch, Clara Brugada, Hugo López-Gatell y Mariana Boy.

En el Frente Amplio por México (FAM) todavía no toma forma el proceso interno (se rumora que será a mediados de este mes), pero algunos interesados han anunciado públicamente sus intenciones: Santiago Taboada y Lía Limón, por el PAN; Adrián Rubalcava y Cynthia López, por el PRI; Luis E. Cházaro y Nora Arias, por el PRD. Para ser objetivo, también debo incluir las pretensiones del diputado Salomón Chertorivski, por Movimiento Ciudadano (MC), y de Sandra Cuevas, por quién sabe dónde, pues el PRD la ha dejado sola en esa intención.

Entre tantos aspirantes, y para evitar distractores, es importantes enfocarse en tres que tienen mayores posibilidades de llegar a la boleta electoral: en un Morena fragmentado, el exsecretario de Seguridad, García Harfuch, y la exalcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada; en el FAM, el todavía alcalde de la Benito Juárez, Santiago Taboada.

Desde que Omar García Harfuch confirmó sus aspiraciones en una entrevista para La Jornada, los morenistas rompieron en una pugna aparentemente justificada. Por un lado, los denominados duros consideran a Harfuch un intruso dentro del partido, pues no es militante y contradice el discurso morenista. También señalan su pasado obscuro que es aún más profundo que su probable participación en la construcción de la verdad histórica de la masacre de Iguala. Por el otro, los más pragmáticos lo consideran una opción avalada por Claudia Sheinbaum (la del bastón de mando) para ganar la capital a través de su popularidad y carisma, aunque tengan que pasear perros antiexplosivos en cada sitio al que asiste el exmando policial.

Por sus cualidades estéticas, con tintes de Peña Nieto, Harfuch es un producto político destinado principalmente al sector femenino; por su experiencia en Seguridad Pública, es un elemento que también podría hacerle ojos al electorado de clase media.

Conforme a los datos oficiales, la CDMX logró reducir la incidencia delictiva de alto impacto en 62%, respecto a 2019; en cuanto a los revelados por la última ENSU, del INEGI, la percepción de inseguridad en la capital pasó de 74% a 42% gracias a la estrategia de García Harfuch. Así, los números benefician al exsecretario capitalino.

La semana pasada Harfuch construyó puentes sobre lo que queda del Gobierno de Batres: recibió el respaldo de 54 sindicatos que, en conjunto, suman 100 mil agremiados, 100 mil votos. Aunado a esto, a su campaña se han adherido célebres personajes como René Bejarano, Dolores Padierna, Rigoberto Salgado y Julio César El Nenuco Moreno.

Sin embargo, no se puede ignorar que Omar es un funcionario que ha sido vinculado con la extinta Policía Federal, Genaro García Luna, la contención de marchas a través de gases lacrimógenos, sus nexos con poderes fácticos, entre otros claroscuros dignos de un hombre armado.

A eso le apuesta Morena: a lo práctico, no a lo ideológico; a recuperar las clases medias, a buscar cualquier cosa que pueda rescatar al partido en una capital perdida en 2021.

Contrario al extitular de la SSC-CDMX, Clara Brugada se presenta como una mujer cercana a López Obrador; es morenista de cepa, agradable para el ala progresista de su partido, abiertamente feminista y cuyo logro más presumible son las Utopías, centros sociales que promueven la cultura, el deporte y el arte en la alcaldía.

Asimismo, Clara se aferra a su popularidad como carta de presentación. En 2021, obtuvo 57% de los votos en la alcaldía. Se trata de su segundo mandato al frente del lugar de la Pasión de Cristo; primero como jefa delegacional (2009-2012), ahora como alcaldesa. En lo referente a la delincuencia, Iztapalapa es la demarcación con mayor percepción de inseguridad, pues siete de cada 10 iztapalapenses se sienten inseguros en la demarcación.

En las últimas semanas, el campo de Clara ha ido floreando: Francisco Chíguil pidió licencia como alcalde de la GAM para apoyarla en su campaña; también las diputadas federales Lidia Pérez, Olimpia Tamara, Guadalupe Chavira y Beatriz Rojas han recalcado abiertamente que “la ruta es Clara”. Y bueno, la sombra de López Obrador persigue a Brugada desde aquellos tiempos de Juanito.

Ambos cuadros políticos ya han sido palomeados en Palacio Nacional; no obstante, diversos personajes, desde altos funcionarios del Gobierno federal hasta comunicadores afines a la 4T, siguen mostrando su inconformidad frente a la aspiración de Omar. ¿Cómo la izquierda lanzaría a un policía?, se preguntan. Vaya, hasta se dice que la FGR, por órdenes de Alejandro Gertz, ha ordenado investigar a fondo al aspirante morenista para echar atrás la candidatura.

Pese a que todo apunta a que el candidato guinda será Omar García, Brugada tiene un último recurso, el INE. El pasado lunes, el órgano electoral comandado por Guadalupe Taddei -cercana a AMLO- debía resolver un proyecto de paridad de género. ¿Qué se propone? Ordenar a los partidos postular a cinco mujeres en nueve de las candidaturas en disputa, lo que podría beneficiar a la economista y perjudicar al policía. El Instituto no resolvió el lunes; tiene hasta noviembre próximo para acordar.

Al tiempo que escribo estas líneas, la fractura al interior de Morena es evidente. Si no se cuida lo suficiente, quizá el efecto Ebrard pueda replicarse en la contienda interna, ahora en lo local.

Hablemos de Santiago Taboada. El alcalde de la Benito Juárez ha construido su camino para consagrarse como el candidato tripartito. Ha procurado tejer alianzas dentro de su propio partido, dentro de la alianza. El respaldo del nuevo titular de la Jucopo de San Lázaro, Jorge Romero, con quien ha trabajado desde 2006, es ejemplo de ello. Aunque su movimiento en medios de comunicación es en extremo limitado, se ha publicitado en diversos puntos de la capital con lonas con su imagen.

Sin duda, el reto más grande de Santiago será deslindarse del escándalo de corrupción inmobiliaria que supuestamente opera en la alcaldía desde el 2000 y que la FGJ-CDMX ha bautizado como el Cártel Inmobiliario. Por si fuera poco, la fiscal capitalina pretende ratificar su cargo por cuatro años más, lo que representaría una piedra en el zapato si Taboada llega a la Jefatura de Gobierno.

Lo más rentable de Santiago es el combate a la cultura delincuencial. La Benito Juárez registra sólo 19% de percepción de inseguridad gracias al programa Blindar Benito Juárez, cuyo éxito lo ha llevado a replicarse en otras alcaldías y municipios.  De igual manera, se debe reconocer que Taboada logró reelegirse como alcalde con 68% de los sufragios, en 2021, y que ha readaptado el discurso panista a algo más fresco, más progresista, si es posible usar el término. “Formo parte de una nueva generación de Acción Nacional”, declaró hace unos días en una entrevista.

En cuanto a las posibilidades de acuerdo con las encuestas, pensemos el futuro. En lo que se refiere a la contienda interna de Morena, el último sondeo de Buendía & Márquez muestra que Harfuch está trece puntos arriba de Brugada en las preferencias del morenismo. Respecto a las alianzas sin candidatos, Morena-PT-PVEM cuenta con 51% de la intención del voto, mientras que los partidos del FAM se llevan 29%. MC suma 6%, lo suficiente para mantener el registro; 14% de los encuestados prefirió no responder, lo que da un margen temporal interesante para el convencimiento. Tiempo hay de sobra.

Es cierto, aún faltan poco menos de ocho meses para el día de la elección, pero los dados ya están echados (¿cargados?). El juego de la sucesión capitalina ha iniciado precipitadamente. Los próximos meses serán un torbellino caótico, nada fuera de lo común para una contienda que determinará quién se hará cargo de la improvisación del caos; claro, siempre con la promesa de eso que Monsiváis llamó el gozo de la estabilidad.

Prometer no cuesta nada, dirán algunos.