Por: Liébano Sáenz
El país en su conjunto está inmerso en una sucesión presidencial anticipada, y lo mismo ocurrirá en breve en las nueve entidades con elección de Ejecutivo; el desdén a la ley tiene implicaciones para el gobierno…
Los tiempos de la política se han sobrepuesto a los que la ley determina. Los actores resolvieron anticiparse para lograr sus objetivos y las autoridades electorales los dejaron pasar. La realidad es que el país en su conjunto está inmerso en una sucesión presidencial anticipada, y lo mismo ocurrirá en breve en las nueve entidades con elección de Ejecutivo. El desdén a la ley tiene implicaciones para el gobierno.
Notorio que el Presidente haya concedido a la exigencia del ex canciller Ebrard de que los aspirantes renunciaran a sus cargos. Los procesos locales también han llevado a que muchos funcionarios estén por separarse de sus responsabilidades.
Para efectos prácticos ya hay dos candidatas que representan las convergencias políticas de mayor peso político. MC resolverá el 20 de enero su candidato y si es el caso de que cumplen con los requisitos de ley, a principios de enero se conocerá si habrá candidatos presidenciales independientes.
En el entorno inédito, atención especial merece la selección del candidato de Morena para el Gobierno de la Ciudad de México, donde destaca la presencia de Omar García Harfuch, quien ha sido objeto de una ofensiva más allá del escrutinio propio de toda campaña, y ello, no obstante, los evidentes buenos resultados de su gestión. Lo más hostil y agresivo ha sido el fuego amigo. Sin embargo, para fortuna y en justicia han prevalecido voces muy importantes dentro del oficialismo que contienen la ofensiva. No debe tomarse a la ligera que uno de los cárteles del crimen organizado más violentos esté interesado en que no prospere su candidatura, dispuestos a todo, como lo mostró el atentado de junio de 2020.
La elección de 2024 será diferente en muchos sentidos. Debe preocupar que grupos al margen de la ley pretendan imponer o vetar candidatos. Por eso es importante el imperio de la ley. Pero igual de preocupante resulta el riesgo que la polarización y el maximalismo que mueven a las fuerzas políticas en contienda, así como el desprecio a la ley generen condiciones para que la competencia cobre un curso al margen de la civilidad política y de los cauces institucionales. El país necesita de la madurez y sentido de responsabilidad de todos: autoridades, partidos, candidatos y sociedad organizada.