Por Demetrio Sodi
Si por política entendemos “una manera de ejercer el poder con la intención de resolver o minimizar los intereses encontrados que se producen en una sociedad”, López Obrador no es un político, es un provocador que busca dividir al país para fortalecer su poder.
Faltan todavía 18 meses del gobierno y cada día la violencia verbal de su parte es mayor. Va a continuar por la vía de la confrontación y descalificación porque es la única forma en que puede justificar ante sus bases el fracaso de su gobierno. La oposición, sin embargo, no puede ser igual de irresponsable y caer en su juego, debe salirse del ring, centrarse en propuestas y llamar a la unidad y a la reconciliación nacional.
Seguir piramidando la violencia verbal puede provocar una violencia física en las elecciones presidenciales de junio del próximo año, violencia que le conviene a López Obrador para poder rechazar el resultando de la elección en caso de que pierda. La oposición tiene que regresar a la política para eliminar el riesgo de violencia y convocar al diálogo y los acuerdos con todos los sectores si no queremos que el ambiente siga deteriorándose.
Para el presidente la confrontación ha resultado muy conveniente, no así para la oposición. Su popularidad sigue muy alta y la oposición no pasa del 40% de apoyo electoral. En el cuerpo a cuerpo el presidente se mueve como pez en el agua, en el diálogo no sabe que hacer. Hay que dejarlo sin contrincantes directos y cuando se desespere lo noqueamos.
Lopez Obrador nunca ha sabido discutir, sólo sabe descalificar e insultar. No tiene argumentos, sólo descalifica en lo personal al que dice algo en su contra. A un fajador es difícil que le gane otro fajador, sobretodo si el primero tiene el control del ring. Para ganarle hay que boxearlo, no enfrentarlo. Ya deberíamos haber aprendido que en una pelea cuerpo a cuerpo siempre nos va a ganar, salgámonos del ring y tengamos una estrategia diferente.
La oposición para ganar tiene que quitarle al presidente y Morena una parte de sus seguidores y para lograrlo tiene que hacer propuestas y llamar a la reconciliación nacional. No es continuando con la confrontación y descalificación como la oposición puede ganar en 2024, sino haciendo un contraste total con la forma en que está gobernando López Obrador.
No es posible que la agenda y el discurso de la oposición la definan El Reforma, Loret de Mola y Brozo y no es posible que los pre-candidatos o candidatas mejor evaluados de la oposición sea quienes tienen el discurso más ofensivo contra el presidente y el gobierno.
La oposición para ganar debe ofrecer algo diferente a lo actual y la principal diferencia debe ser en el discurso y el llamado a la unidad nacional. La gente esta cansada del discurso de choque del presidente y todos, inclusive sus seguidores, recibirían con gusto un nuevo discurso.
La guerra sucia la sigue ganando el presidente López Obrador y la oposición ya debería haber aprendido que por esa vía nunca le va a ganar. Mientras el gobierno llama a la división entre liberales y conservadores, la oposición debe llamar a la reconciliación y la unidad nacional.
Contra sus ataques y descalificaciones llamemos a unirnos para desarrollar a México. Mientras el presidente se dedica hablar del pasado, la oposición debe hablar del futuro. La agenda de la oposición no debe privilegiar la descalificación, sino la propuesta y la reconciliación nacional.
Mucha gente está indignada con el presidente López Obrador y aplaude a aquellos que lo insultan y critican, pero eso es lo que busca el, ahí es donde se siente cómodo y asegura su mayoría. Sus seguidores saben que el gobierno ha fallado en muchas cosas, pero no acepta y se cierra cuando atacan a “su presidente”.
Para ganar no basta con los que están en contra del presidente y el gobierno, para ganar necesitamos convencer a parte de sus seguidores y eso no lo vamos a lograr atacándolo e insultándolo.
Créditos publicada originalmente en El Economista