¿Qué motiva a una persona a cometer un delito?

delito

¿Seríamos capaces de realizar un delito? ¿Qué es lo que hace que actuemos de una forma o de otra?, ¿Es posible que si nos encontramos en una misma situación conflictiva, aún teniendo personalidades totalmente diferentes, optemos por una misma conducta delictiva? o, ¿este tipo de conductas son realizadas exclusivamente por sujetos con personalidades conflictivas y/o antisociales?

Éstas, entre otras preguntas se intentarán analizar en este artículo. Con ello tratamos proponer diversos puntos de vista sobre la realización de comportamientos delictivos que, dependiendo del contexto y de ciertos factores, son llevados a cabo por personas socialmente adaptadas.

Explicación del delito

Existen diversas teorías explicativas sobre la aparición del comportamiento delictivo, en este caso vamos a analizar brevemente su etiología y algunos factores predisponentes a su desarrollo.

El delito como elección: La realización de la conducta delictiva vienen determinada principalmente por la aparición de la racionalidad humana (“Delincuente de nacimiento”. Lombroso, 1835) y la conocida como tendencia al placer, búsqueda de nuevas experiencias- decisión de delinquir o no dependiendo del coste o beneficio que se llegue a obtener. En este apartado es importante hacer hincapié al proceso de socialización, donde es la sociedad la que debe disponer de normas y sanciones para contrarrestar dicha inclinación al delito.

Las influencias sociales: En la mayoría de los casos, la delincuencia suele estar motivada por los desequilibrios existentes en la propia sociedad y los medios legítimos disponibles para su obtención. La búsqueda de dinero fácil, mayor estatus o situación social son unas de las motivaciones que impulsan a los individuos a actuar de una forma u otra. Esta motivación genera una cierta “tensión” en los propios individuos, dando a lugar a subculturas, ira, cólera o malestar de unos contra otros; y para aliviar estos síntomas el sujeto tiende a cometer actos delictivos. La realidad es que desgraciadamente la sociedad carece de controles adecuados para contener ese “malestar” social, no pudiendo prevenir ni evitar que se produzcan actos delictivos.

Las predisposiciones agresivas: La agresión se genera por una tendencia adaptativa al entorno físico y social, siendo posible una mejora de supervivencia de los individuos frente a las dificultades ambientales. Algunos sujetos, más agresivos, se exceden en sus manifestaciones y tienden a delinquir. La agresividad es un comportamiento adaptativo, programado para aumentar la supervivencia y reproducción de los individuos en situaciones de tensión, (Wilson, 1980).
Siguiendo esta teoría, Gómez- Jarabo en 1997 llegó a las siguientes conclusiones:

  • La agresión tiene un papel adaptativo.
  • La genética tiene un papel de predisposición para la mayor o menor agresividad.
  • Las tendencias agresivas tienen un importante sustrato psicobiológico, en cuya regulación intervienen zonas subcorticales y corticales.
  • La actividad endocrina y neuroendocrina tiene una función moduladora.
  • Todos estos sustratos operan en interacción con el medio social.

Para ampliar esta información os recomiendo el visionado del siguiente enlace: una breve explicación educativa sobre la neurobiología y neurofisiología de la agresividad y la violencia.

Las diferencias individuales: En cuanto a la diversidad de individuos podremos decir que los sujetos difieran entre sí en una serie de características personales como lo son la edad, el sexo, la inteligencia, la personalidad, etc., y éstas variables pueden jugar un papel decisivo en la conducta delictiva:

– Edad: está relacionada con el desarrollo y evolución de la carrera delictiva del individuo.

– Sexo: existen grandes diferencias hormonales y neurobiológicas asociadas al género. Actualmente nos encontramos con diversos estudios en los que se concluye que los varones delinquen más que las mujeres.

– Inteligencia: muchos de los delincuentes muestran algún déficit en la inteligencia interpersonal o social.

Existen ciertos rasgos de personalidad vinculados a la conducta delictiva como lo son la extroversión, apertura a la experiencia, amabilidad, responsabilidad y el neuroticismo, “El Modelo de los Cinco Grandes”, Goldberg (1993).
No podemos hablar de los rasgos de personalidad sin mencionar a los “Trastornos de personalidad”, trastornos que pueden ser la clave a la hora de analizar ciertos comportamientos delictivos:

  • Pautas inflexibles de comportamiento que se apartan de las expectativas culturales.
  • Se manifiestan en una forma peculiar de percibirse a si mismo, a los demás o al entono.
  • Se asocian con alteraciones afectivas que afectan a la actividad interpersonal y al control de los impulsos.
  • Se suelen iniciar en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta.
  • Estas características se denominan variables predisponentes, factores que influyen en los individuos haciendo que éstos tiendan a realizar una conducta delictiva. Con esto no pretendo decir que si tienes una edad, grado de inteligencia o personalidad concreta, te vayas a convertir en un delincuente, sino que existen ciertos elementos
  • vulnerables que pueden influir en la realización de ciertas conductas, sin olvidar los factores económicos y/o sociales que rodean al propio sujeto.

El aprendizaje de la delincuencia: Muchas de las conductas delictivas al igual que otras conductas humanas son aprendidas.

Para explicar este tema es necesario hacer un viaje a las teorías del conductismo. Les recomendamos el visionado del siguiente video ilustrativo, donde se explica el origen, las características y bases propias de los mecanismos de aprendizaje social: Condicionamiento clásico, operante, y aprendizaje por imitación de modelos.

La reacción y el conflicto social: ¿Cómo reacciona la sociedad ante un hecho delictivo? ¿la sociedad acepta la existencia de la delincuencia, o es un tema que sólo forma parte de aquellas clases bajas y sectores poco favorecidos?

Muchas de las leyes que se aprueban no son el verdadero resultado del consenso social entre los ciudadanos. Considero que la delincuencia surge porque la sociedad crea unas normas que coinciden esencialmente con comportamientos característicos de los grupos más desvalidos de la sociedad, personas o grupos vulnerables que son etiquetados como delincuentes simplemente por el hecho de ser diferentes o por pertenecer a otro grupo social. Son grupos sociales frágiles ya sea cultural o económicamente.

En la actualidad, ya no nos encontramos con una delincuencia básica como sucedía años atrás, pequeños hurtos, algún homicidio o asesinato relacionado principalmente a bandas o grupos criminales, algún acto vandálico que se llevaba a cabo por jóvenes que querían desahogarse con el mundo; sino que ahora nos topamos con una delincuencia mucho más profesionalizada.

Es cierto que seguimos manteniendo aquella delincuencia convencional referida a delitos contra la propiedad, las personas, la salud pública, integridad física o libertad sexual;

A lo largo de los años se han ido creando y reforzando nuevas figuras delictivas que están marcando un antes y un después en el mundo de la delincuencia.

Teorías explicativas de la conducta delictiva. Una vez analizado este punto voy destacar algunas de las teorías claves a la hora de explicar el delito.

La primera de las teorías a analizar es la Teoría de las actividades rutinarias de Cohen y Felson (1979), también conocida como la teoría de la oportunidad. En esta teoría se pretendía responder a la siguiente pregunta: ¿De qué forma la organización espacio temporal de las actividades sociales favorece que las personas con inclinaciones delictivas delincan?

Cohen y Felson destacan tres elementos importantes a la hora de hablar de la delincuencia: delincuentes motivados por la situación que les rodea (personal, económica, laboral, social /cultural), presencia de objetivos o victimas (apropiados, visibles, descuidados, descontrolados), y la ausencia de protectores eficaces (ausencia policial, deficiente autoprotección o protección a los demás, entre otros).

Estos autores llegaron a la conclusión que las actividades rutinarias en la vida moderna han cambiado: el desarrollo económico, el trabajo y el bienestar general; y estos cambios y mejoras han propiciado un aumento de la posibilidad de delinquir.

Otra de las teorías es la denominada Teoría de los rasgos latentes de Rowe, Osgood y Nicewander (1990). Está basada principalmente en que algunas personas poseen ciertas características personales que suponen un mayor riesgo de cometer delitos (factores vulnerables anteriormente comentados). Estos rasgos pueden ser relativamente estables.

Las fluctuaciones en los delitos a lo largo del tiempo son debidas a oportunidades de delinquir. Rowe, Osgood y Nicewander, integran en la delincuencia los conceptos: Teoría de la predisposición agresiva y diferencias individuales (personalidad e inteligencia).

Y para finalizar, nos encontramos con la Teoría del autocontrol de Gotterfredson y Hirschi (1990). Es un tipo de teoría de rasgos latentes. Es una combinación de: perspectivas bio-sociales y psicológicas, de las actividades rutinarias y elección racional.

En esta teoría se distinguen dos aspectos importantes: las acciones delictivas y los sujetos con tendencia delictiva. Las personas con un bajo autocontrol pueden no delinquir, dependiendo del proceso educativo o ausencia de oportunidad para delinquir. Mientras que personas con un alto autocontrol pueden delinquir, dependiendo de la exposición reiterada a oportunidades delictivas.

La clave de esta teoría se centra en el concepto de autocontrol, entendido como “el grado en el que diversas personas son vulnerables ante las tentaciones del momento”. De manera que el delito se comete por la ausencia de control ante una tentación. Generalmente el autocontrol es aprendido de los padres y se aprende en los diez primeros años de vida del niño (los padres enseñan normas, se ocupan de las actividades de sus hijos, castigan sus infracciones, etc.). El autocontrol inhibe el sentimiento egoísta de imponer nuestros deseos por encima de los demás y de las leyes.

Como critica a la teoría del autocontrol podríamos decir que se presta poca atención a los aspectos culturales, ambientales o económicos del entorno de la persona, sólo se realza las diferencias individuales en las tendencias delictivas.

También se presupone la estabilidad en el tiempo de ciertos rasgos individuales, aspecto que no siempre es real. Y para finalizar, se asumen estereotipos muy norteamericanos sobre lo que es o no una conducta delictiva estando totalmente obsoleto dicha información ya que cada vez más se producen nuevas formas de delinquir y en diversas sociedades -la conducta evoluciona a lo largo del desarrollo-.

Por lo tanto, ¿Qué podemos hacer con los delincuentes?

En primer lugar centrarnos en la educación de los padres, fuente de referencia de cada individuo;
y en segundo lugar, intentar disminuir las oportunidades para delinquir. ¿Cómo? Centrando nuestra atención en el apego emocional de cada sujeto.

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Un ejemplo de lo que estoy diciendo viene reflejado en la teoría “Vínculos sociales de Hirschi, (1969), donde el concepto central de ésta teoría es aquello que disuade a los jóvenes a delinquir à La vinculación con personas bien integradas en la sociedad. ¿Cómo se conseguiría? Atendiendo a los cuatro mecanismos que fundamentan la vinculación a la misma: El apego emocional, compromiso con los objetivos sociales, participación en actividades convencionales (familiares, educativas, comunitarias, etc) y creencias favorables a los valores establecidos. Pero, ¿Cómo se establecen esos vínculos? Mediante los agentes socializadores.

3. Adaptación social y el Delito.

La comisión de un delito viene generalmente determinada por la inadaptación social. Bajo el punto de vista criminológico y psicológico, podremos decir que existen ciertas personalidades que influyen en dicha marginación social que conlleva a la realización de conductas delictivas.

Es importante hacer un pequeño inciso en el concepto de la delincuencia, el delito no es ni la única ni la más importante de las variables comportamentales que define la interacción social de aquellos individuos que el sistema define o etiqueta como delincuentes.

De hecho el delito por el que un sujeto está en prisión no suele ser una variable de gran valor a la hora de establecer un diagnostico o planificar una intervención rehabilitadora sobre él sino que existen ciertos rasgos básicos asociados a la personalidad del delincuente que han de ser considerados en interacción con el entorno relacional del individuo:

  • Relación personal y social: Escaso desarrollo moral, tendencia a descargar en otros las responsabilidades, agresividad, identificación con valores antisociales, resentimiento, inmediatez del comportamiento, rechazo de la autoridad, retraimiento social, egocentrismo, descontrol del comportamiento, sentimientos de inferioridad, ausencias de sentimientos de culpabilidad, rigidez, agresividad, impulsividad, extraversión, incapacidad de asumir responsabilidades, incapacidad para diferir las gratificaciones.
  • Capacidad cognoscitiva: Bajo rendimiento escolar, dificultades de aprendizaje, déficit perceptivo y lingüístico, déficit de integración social – cognitiva, rigidez cognoscitiva, falta de previsión de futuro, fantasías exageradas, inmediatez de objetivos y motivaciones, dificultad para mantener la atención, dificultad en programar acciones, falta de perseverancia.
  • Afectividad: Labilidad afectiva, dureza emocional, indiferencia, bajo autoconcepto y autoestima, depresión latente, ansiedad, inestabilidad emocional.

Puede ser que el sujeto tienda a la realizar conductas delictivas por el simple hecho de que “nace” con dichas características que le “empujan” a hacerlo, también puede ser que se encuentre en situaciones lo suficientemente complicadas que hagan que el individuo cometa un delito; la cuestión que no interesa es que prácticamente, sea el motivo que sea, el ser humano cometerá un delito;

Pero, ¿Es posible que todo esto pueda ser evitado? ¿Cómo? ¿Cuál debe ser el primer paso? Es muy fácil hablar de la prevención ante el delito, pero ¿Qué es lo que debemos hacer como ciudadanos para evitar que este tipo de comportamientos no se repitan o se mantengan en el tiempo? ¿Puede ser que todo esto sea un engaño social para que algunos individuos pensemos que con ciertos comportamientos que consideramos “normales” conseguiríamos que no se produjeran actos delictivos?

Como respuesta a las preguntas inicialmente planteadas en este articulo y bajo un punto de vista personal y profesional he de decir que actuamos de una forma o de otra dependiendo del contexto; es decir, considero que todas las personas tenemos personalidades y formas de ser diferentes, pero si por algún motivo nos vemos involucrados en situaciones igualmente comprometidas dependiendo del contexto social, cómo nos hayan enseñado enfrentar ciertas situaciones, o la experiencia adquirida en el desarrollo de la vida de cada uno, actuaremos de una u otra forma, y no por sistematización automática.

Con esta respuesta, prácticamente resuelvo la siguiente cuestión planteada “¿este tipo de conductas son realizadas exclusivamente por sujetos con personalidades conflictivas y/o antisociales?” Considero que las conductas delictivas son llevadas a cabo por la influencia de dos pilares básicos (la personalidad y el contexto social, o también llamado el entorno social), y aunque se posean ciertos factores de riesgo hacia una conducta delictiva no tiene por qué llevarse a cabo, y eso es gracias al entorno social que rodea al sujeto.

 

4. Conclusión.

Tras el análisis de la conducta delictiva y la personalidad, podemos concluir que:

  • Existen diversas teorías explicativas sobre la aparición del comportamiento delictivo. Etiología, características, factores de riesgo, etc.
  • La realización de la conducta delictiva vienen determinada principalmente por la aparición de la racionalidad humana y la tendencia a la búsqueda del placer.
  • La delincuencia suele estar motivada por los desequilibrios existentes en la propia sociedad y los medios legítimos disponibles para su obtención.
  • La agresión se genera por una tendencia adaptativa al entorno físico y social, siendo posible una mejora de supervivencia de los individuos frente a las dificultades ambientales.
  • Los sujetos se diferencian entre sí gracias a una serie de características personales como lo son la edad, el sexo, la inteligencia, la personalidad, , y éstas variables pueden jugar un papel decisivo en la conducta delictiva.
  • Muchas de las conductas delictivas al igual que otras conductas humanas son aprendidas.
  • La delincuencia surge porque la sociedad crea unas normas que coinciden esencialmente con comportamientos característicos de los grupos más desvalidos de la sociedad, personas o grupos vulnerables que son etiquetados como delincuentes simplemente por el hecho de ser diferentes o por pertenecer a otro grupo social.
  • La comisión de un delito viene generalmente determinada principalmente por la no adaptación social. Ciertas personalidades influyen en dicha marginación social que conlleva a la realización de conductas delictivas.

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