México cuenta con una gran variedad de ecosistemas, desde aquellos que se sitúan en lo más alto de las montañas, hasta aquellos que residen en la profundidad de los mares, pasando por: bosques templados, bosques nublados, matorrales, pastizales, selvas húmedas, selvas secas, lagunas costeras, manglares, arrecifes de coral y bosques de algas gigante. Esto se debe a sus diferentes climas, relieves y de zonas biogeográficas, que definen sus múltiples ecosistemas.
De esta enorme riqueza destaca un ecosistema muy complejo que se sitúa en nuestras costas, a éste se le conoce como manglar, y lo encontramos en los esteros, canales, lagunas, islas, islotes, áreas salinas y suelos fangosos. Este ecosistema reúne características terrestres y acuáticas conformadas por una gran red de bosques hidrófilos leñosos, donde habitan cientos de especies de flora y fauna silvestre, además de aportar una enorme cantidad de micronutrientes que dan sustento a la vida en el manglar.
Ecosistema de transición entre el marino y el terrestre, los manglares son asociaciones de especies vegetales leñosas que forman masas forestales muy densas, con alturas diversas que van desde 1 hasta los 30 metros de altura, situados sobre terrenos fangosos, anegados y arcillosos, y se caracterizan por ubicarse ordenadamente de acuerdo con su resistencia a la sal.
En México predominan cuatro especies de mangle; mangle rojo, blanco, negro y botoncillo, se caracterizan por ser de hoja perenne, algo suculenta. Durante la marea alta se observan sus copas y raíces aéreas sobre el agua, estas raíces captan el oxígeno y lo conducen hacia las raíces que están sumergidas o bien, enterradas, la salinidad de las aguas es transportada hasta las hojas, y es aquí donde es expulsada. Gracias a este mecanismo de adaptación los manglares pueden sobrevivir en un suelo sin oxígeno y con altas concentraciones salinas.
Los manglares ofrecen una gran variedad de servicios ecosistémicos, por ejemplo; actúan como barreras contra huracanes, ciclones y tifones, son sistemas naturales para el control de inundaciones, controlan la erosión y degradación de las costas, son zonas de alimentación, reproducción, cría y refugio de una gran variedad de flora y fauna silvestre, poseen un alto valor estético, paisajístico y recreativo, mejoran la calidad del agua al funcionar como filtros biológicos, contribuyen manteniendo la sedimentación y cambios en el nivel del mar, desempeñan un papel vital en la captación del carbono y contienen grandes cantidades de materia orgánica.
La UNESCO promulgo el 26 de julio de cada año el “Día internacional de defensa del ecosistema de manglar”, desafortunadamente, su extensión se ha reducido notablemente. Se estima que en las últimas dos décadas se ha perdido aproximadamente el 35% de los manglares del mundo. En nuestro país los manglares han sido afectados principalmente por cambios de uso de suelo para abrir paso a los desarrollos turísticos, desarrollos urbanos, zonas agrícolas, ganaderas y acuícolas.
Los manglares de México representan el 6% del total mundial y colocan a nuestro país en el cuarto lugar de los países que poseen este ecosistema –tan solo por debajo de Indonesia, Australia y Brasil-, parte fundamental de nuestra riqueza natural y medio de vida de numerosas comunidades que viven en torno a estos ecosistemas costeros.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en México, en el año 2000 los manglares ocupaban 440,000 hectáreas, cifra que discrepa de las 890,000 hectáreas reportadas por la SEMARNAT en el mismo año.
Hasta el año 2005 no se contaba con estimaciones confiables sobre las superficies que se perdían de manglar, así como de los factores que lo provocaban, debido a esto, la CONABIO inició el Sistema de Monitoreo de los Manglares de México (SMMM), con la finalidad de generar los conocimientos necesarios para una mejor planeación y manejo de este ecosistema y establecer serias políticas públicas para su protección y conservación.
Los manglares están presentes en los 17 estados de la república que tienen litoral. En el estado de Quintana Roo se localiza la mayor superficie de manglar del país y en Baja California la menor. La evaluación más reciente arrojó una superficie de 905,086 hectáreas de manglares en México para 2020, de acuerdo con el informe Manglares de México, elaborado por la CONABIO y CONANP.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), se está perdiendo el ecosistema de manglar a una tasa promedio de 2.5 por ciento anual, y refiere, que si las tasas de pérdida anual se mantienen constantes se estima que para el año 2025 habrá una disminución de entre el 40 y el 50 por ciento de la superficie de manglar en México.
Desde el año 2007 los manglares están protegidos por la Ley General de Vida Silvestre, sin embargo, esta legislación se ha visto empañada por la corrupción, ya que innumerables empresas turísticas y obras de infraestructura han devastado grandes extensiones de manglar, provocado por visiones egoístas y mezquinas, que no comprenden el grave daño que se hace, no solo a nuestro país, las repercusiones son globales y lo hemos constatado con los efectos devastadores provocados por el cambio climático. La pérdida de manglares provoca que las zonas se vuelvan más vulnerables a los embates de los huracanes, además de poner en riesgo a la seguridad alimentaria, ya que diversas pesquerías dependen de estos ecosistemas, el deterioro de los manglares tiene un elevado costo ecológico, económico y social.
Como sociedad organizada debemos actuar y crear conciencia sobre las repercusiones que la pérdida de los manglares puede provocar, no es la falta de regulaciones, ni la falta de aplicación de la ley, es la falta de sentido común para actuar de forma honesta y responsable, en nosotros ésta el verdadero cambio, debemos poner nuestro granito de arena para que las próximas generaciones puedan vivir en armonía con la naturaleza, si no actuamos ya, mañana será demasiado tarde.