Los mexicanos estamos entre los usuarios bancarios que pagan más comisiones en el mundo. La gran mayoría de los bancos están en manos extranjeras y ganan más aquí que en sus países de origen. No es un secreto, pero pongámosle números: El Registro de Comisiones de Banxico documenta 16 mil 103 de esos cobros, asociados a 2 mil 310 productos financieros.
En cuanto a tarjetas de crédito, hay 229 distintas que implican 3 mil 108 comisiones, adicionales por supuesto al cobro del saldo y las tasas de interés.
Eso es lo visible en la superficie. En el fondo hay más cuestiones. Si bien hay cuatro cámaras de compensación autorizadas para operar en México, dos de ellas son de creación reciente y las otras dos concentran la gran mayoría de las operaciones. ¿Cuál es su papel? Concretar cada transacción: que el pago con la tarjeta de crédito o débito de un banco sea obtenido por la cuenta del vendedor, aunque sea de otro banco.
El problema es que las dos cámaras de compensación dominantes incurren continuamente en conductas que alteran el mercado y afectan a los comercios y consumidores.
De acuerdo con una investigación del senador Alejandro Armenta, incluida en una denuncia que presentó ante la Comisión Federal de Competencia Económica, una de ellas, propiedad de los dos bancos más grandes del país, intercambia con ellos información privilegiada con dos objetivos: mantener elevadas las comisiones que se cobran a los tarjetahabientes e imponer las tasas de descuento que deban pagar los comercios que deseen aceptar tarjetas bancarias como medio de pago. Abuso redondo, prohibido además por el artículo 53 de la Ley Federal de Competencia Económica por tratarse de Prácticas Monopólicas Absolutas.
Derivado de esas prácticas, los bancos dueños de esa cámara de compensación pueden hacer cosas como bajar las tasas de descuento a los comercios para mantener su posición dominante, y para no perder ganancias, subir las comisiones e intereses a las tarjetas de crédito.
Hace un año, en este mismo espacio, puse El Dedo en la Llaga sobre otros efectos anticompetitivos de esta situación: el famoso “no hay sistema” sucede justo por la falta de tecnología y seguridad, lo que también abre la puerta a los fraudes. (El Heraldo de México, 3 de agosto de 2021)
Los hechos están ahí y es obligación de las autoridades investigarlos, considerando además que el sector financiero es uno de los más regulados. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México no se han hecho presentes en el tema. En diciembre de 2020, la Comisión Federal de Competencia Económica publicó un dictamen preliminar sobre una investigación que había iniciado desde 2018 en que estableció que “no existen condiciones de competencia efectiva en el sistema de pagos con tarjeta en el territorio nacional”. Después de eso, hasta ahora, nada.
Los tiempos legales indican que la denuncia del senador Alejandro Armenta debe tener respuesta a más tardar el 9 de agosto.
Hay más voces. Un informe de 71 páginas hecho por la consultoría del especialista Luis de la Calle, reputado por haber encabezado la negociación del primer TLC con Estados Unidos, sostiene que el funcionamiento monopólico de la red de pagos dificulta también a las startups y empresas Fintech la innovación y la competencia con los grandes bancos del país.
Su propuesta es que los bancos dueños de las dos cámaras de compensación dominantes vendan sus participaciones en ellas para terminar con los conflictos de interés.
¿Se pondrá orden al fin? Es fundamental y urgente.