El valor de la basura

Uno de los viajes que más recuerdo de mi niñez fue el que realizamos varias familias en caravana desde Saltillo hasta Cancún por tierra. Fue un viaje maravilloso. Además de la convivencia familiar que obligaba el camino, sin la existencia de dispositivos electrónicos, íbamos haciendo escala en ciudades importantes, centros arqueológicos y paradores turísticos. De ese viaje recuerdo también que me llamó la atención la cantidad ingente de latas de aluminio que había tiradas a los costados de la carretera.

Ahora, a 40 años de distancia, el panorama es completamente distinto. Es muy raro ver una lata de refresco o de cerveza, no solo en las rutas interestatales o federales, sino también en las ciudades y bosques. ¿A qué se debió este cambio tan positivo para la sociedad?

 

Una posible explicación es que nos hayamos hecho ecológicamente más responsables. Hace medio siglo el calentamiento global no era un tema relevante ni los asuntos relacionados con la contaminación ocupaban un lugar importante en la agenda pública. Bueno, hasta para manejar no éramos conscientes de los peligros: era raro el que usaba el cinturón de seguridad y la seguridad de los menores abordo era muy laxa.

Quizá esto explique en parte el fenómeno, pero no en su totalidad, toda vez que, aunque en menor escala, sigue habiendo basura de otro tipo tirada en las calles, en los terrenos baldíos y en las carreteras.

Más bien lo que yo creo que pasó es que el mercado descubrió que el aluminio tenía un alto valor y se instalaron plantas de reciclaje para procesarlo. Así que las latas dejaron de ser basura, se convirtieron en materia prima para producir más aluminio y la gente que antes las miraba con indiferencia, ahora las recoge para venderlas.

Hay otros materiales que también tienen un mercado maduro en el reciclado, como el cartón, la madera y el papel; otros lo comienzan a tener, como el PET y sus tapas de plástico, aunque todavía muy incipiente, lo mismo para el caso del escombro y los materiales para la construcción. La misma basura orgánica ha adquirido un gran valor desde que se comenzó a utilizar para generar energía eléctrica mediante la producción de biogás.

 

Lo interesante de todo esto es que toda la basura puede ser valora por el mercado si se invierte en tecnología y se buscan los mecanismos para que la oferta pueda satisfacer a la demanda. Los incentivos que ofrezcan las autoridades para motivar la transformación y el uso de materiales reciclados o reusados son fundamentales para que este mercado funcione. Estos pueden ir desde condonaciones en contribuciones hasta reconocimientos “verdes”, pasando por apoyos directos, que ya se otorgan.

Pero lo más importante es la creatividad de nuestros jóvenes emprendedores y de la sociedad en general. Si todos cambiamos nuestra forma de pensar a una más ecológica estoy seguro de que encontraremos la manera de darle más valor a la basura.