El 28 de Febrero, muere Cuauhtémoc, último Tlatoani Mexica

Cuauhtémoc, el último Tlatoani mexica, fue ejecutado por órdenes de Hernán Cortés el 28 de febrero de 1525, hace 493 años, en tierras de los que hoy es Tabasco. Había estado preso cuatro años y fue torturado “quemándole los pies y las manos”. Sus restos fueron supuestamente hallados en 1949 en Ixcateopan, Guerrero, pero todos estos hechos han sido cuestionados.

Después de sitiar Tenochtitlán por 90 días, el 13 de agosto de 1521, los españoles comandados por Hernán Cortés capturaron a Cuauhtémoc en Tlatelolco. Exigió ser llevado ante “Malinche” (nombre dado a Cortés por los mexicas) y una vez en su presencia, señaló el puñal que el conquistador llevaba al cinto y le pidió que lo matara con él, pues no habiendo sido capaz de defender su ciudad y a sus vasallos, prefería morir a manos del invasor.

Cuauhtémoc

El hecho fue descrito por el propio Cortés en su tercera carta de relación a Carlos I de España y lo mismo se lee en los escritos del cronista Francisco López de Gómara y en la Historia Verdadera de la Conquista de Bernal Díaz del Castillo.

Cortés prefirió utilizar a Cuauhtémoc, ahora forzado “súbdito” del emperador Carlos V y del propio Cortés, para asegurar la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad.

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El tormento

En los meses siguientes, la codicia de los soldados españoles al no hallar el supuesto oro azteca, su desconfianza en Cortés, y los temores del propio conquistador, le llevaron a aprobar el tormento de Cuauhtémoc en busca de su confesión.

Los oficiales de la Real Hacienda, y sobre todo el tesorero Julián de Alderete, y no Cortés, que se limitó a consentirlo, ordenaran el tormento de Cuauhtémoc y de Tetlepanquetzaltzin.

De acuerdo a los libros de Díaz del Castillo, López de Gómara y a las acusaciones hechas a Cortés posteriormente en su juicio de residencia, los mexicas fueron torturados mojándoles los pies y las manos con aceite y quemándoselos.

Según Bernal, Cuauhtémoc confesó que cuatro días antes de que lo prendieran había arrojado a la laguna “el oro como los tiros y las escopetas” que habían tomado de las tropas de Cortés. Los españoles fueron a donde les señaló y “a las casas en que solía vivir”, pero sólo encontraron en “una como alberca grande de agua un sol de oro como el que nos dio Montezuma”.

Fuentes posteriores atribuyeron a Cuauhtémoc, sin respaldo alguno, un estoicismo pleno mostrado en ese trance. El libro escrito por López de Gómara refiere que el “señor” que le acompañaba en la tortura le pidió permiso para hablar y cesar el tormento, a lo que Cuauhtémoc le miró con ira y lo trató con desprecio diciéndole: “si estaba él en algún deleite o baño”. Una novela histórica escrita por Eligio Ancona en 1870 popularizó la variante “¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas?”.

Tras el episodio de la tortura, Cuauhtémoc quedó tullido y cojeó, las heridas de Tetlepanquetzaltzin fueron peores.

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La muerte

En 1524, Cortés emprendió un viaje a las Hibueras (Honduras), en busca de uno de sus capitanes, Cristóbal de Olid, pues Cortés tenía constancia de que Olid confabulaba con su viejo enemigo, el gobernador de Cuba Diego Velázquez, para poblar, conquistar y sobre todo obtener oro u otras riquezas en el sur, ignorándolo a él.

La expedición fue enorme y cortesana, y el contingente militar era más indígena que español. Viajaron ahí varios notables aztecas como mandos militares de esa tropa y como facilitadores de las relaciones con los pueblos de la ruta: Cuauhtémoc y Tetlepanquetzal eran dos de ellos.

Según Cortés, un tal Mexicalcingo le narró la historia de conspiración de Cuauhtémoc, por lo que decidió mandar ahorcar a Cuauhtémoc y a Tetlepanquetzal.

Los restos alegados como de Cuauhtémoc se siguen exhibiendo en la iglesia de Ixcateopan, pero son en realidad de ocho distintas personas incluso en temporalidad. El informe final de la comisión dictaminó que “No hay ninguna base científica para apoyar la afirmación de que los restos encontrados el 26 de septiembre de 1949 en la iglesia de Santa María de la Asunción, Ichcateopan, Guerrero, sean los de Cuauhtémoc”.

El 28 de febrero de cada año, la bandera mexicana ondea a media asta en todo el país, recordando la muerte del prócer. El poeta mexicano Ramón López Velarde lo designa como “el joven abuelo de México, el único héroe a la altura del arte”.

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