Del universo de jóvenes que se encuentran en los centros de internamiento para adolescentes, el 39.4% abandonó su hogar por diferentes motivos, y de esa fracción, el 65%, tenía entre 10 y 15 años de edad, situación que nos hace considerar, que es en el inicio de la adolescencia, en dónde se materializan las circunstancias externas que hacen que un joven, violente la ley, éste dato, fue vertido en la primera y hasta ahora única versión de la Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de Justicia Penal, elaborada por el INEGI en el 2017.
Así mismo, uno de los datos más fuertes que arrojó también éste instrumento, fue el motivo por el cual se encontraban bajo proceso, el cual fue el robo en sus diferentes modalidades en primer lugar, seguido del homicidio y violación en tercer lugar.
Pero ahora bien, han existido muchos estudios por parte de diferentes organismos gubernamentales y ONG’s sobre el tema, así como de profesionistas independientes e instituciones académicas, tal es el caso de Mariana Rincón Rodríguez, psicóloga de la Universidad Marista de San Luis Potosí, quien expone los factores externos que promueven que adolescentes se encuentren en conflicto con la ley, en un rango entre los 12 y los 18 años de edad.
Recordemos que el delincuente no nace, como pretendía Lombroso desde 1876 en su libro “El hombre delincuente”, el delincuente es un producto del genotipo humano que se ha maleado por un mal ambiente familiar y social.
Entrando en contexto con los factores exógenos o del entorno, se consideran los factores familiares, ambientales, sociales, factores individuales, y de igual manera el factor económico, aunque éste no es una condicionante.
Se puede desglosar cada uno a profundidad, pero toquemos más el aspecto familiar. Ya en otras intervenciones, hemos definido, la importancia de las buenas relaciones familiares en cada una de las etapas de la vida y de las más importantes, es la niñez y la adolescencia, el momento en que los padres y madres se convierten en el modelo a seguir de sus hijos o también en la etapa en la que los jóvenes se encuentran en busca de su camino para templar su carácter y comenzar a tomar decisiones propias.
Es en el núcleo familiar, el momento más importante para poder reforzar los valores inculcados y también para hacer un análisis del estilo de vida y crianza que le estamos brindando a las hijas e hijos, no es sólo atención a las calificaciones, sino también saber interpretar el silencio, las amistades, acciones y comportamientos.
En la misma encuesta, señala que el 75.9% de los jóvenes, apenas tenían la educación básica, eso muestra la falta de atención de los padres en su formación académica, o las circunstancias que los llevaron a no poder brindar una atención de calidad.
Recordemos que si queremos asegurar que nuestras hijas e hijos tengan un buen futuro, debemos construirlo con ellos, darles las herramientas y formación, pero más que eso, es darles un ejemplo a seguir, de la manera como sean tratados en casa, podremos visualizar un futuro que ellos quieran o no replicar en sus vidas al crecer, por tanto, hagamos que ese futuro, pueda diseñarse dentro de la legalidad y la paz.