Órale Politics! – Tiene usted razón, Sr. Presidente

Hace un par de días el presidente Andrés dijo en una de sus conferencias mañaneras que repetía y repetía que la corrupción ya se acabó allá arriba, en el círculo legal que rodea al presidente. Dio a entender que ya estaba cansado de repetirlo, que es como si no dijera nada al respecto, que no lo quieren escuchar.

Tiene usted razón, señor presidente, no nada más no se le quiere escuchar: no vale la pena escucharlo. Es pura pérdida de tiempo auditivo. Es un ejercicio inútil hacerlo.

Y mire, tómelo de un académico aspiracionista, que en su momento hasta votó por usted. No vale la pena escucharlo por dos razones. Primo. La dura realidad y la más elemental racionalidad tienden a destruir su mágico discurso cúralo-todo. Secondo. Aparentemente usted cree que por el simple hecho de decir las cosas, éstas se arreglan de manera automática. Cero acciones y harto verbo, como en los mejores tiempos de los corruptos gobiernos priistas. En ese sentido usted es más de lo mismo.

No hay necesidad de pertenecer a la maltrecha oposición pseudo neolioberal y conservadora para darse cuenta de que sus palabras nunca van más allá del marco temporal cotidiano en el que son pronunciadas. La corrupción y la impunidad ahí están, vivitas y coleando, independientemente si vienen de arriba, de abajo o de los lados. No dudo ni tantito que el gabinete presidencial sea mucho menos corrupto que otros gabinetes, pero el ciudadano de a pie no es tonto. Percibe que la corrupción y la impunidad siguen gobernando nuestro país. Por eso votaron por usted, votaron porque aspiraban a un México mejor, con niveles de corrupción e impunidad mínimos. Cierto, lograr en seis años lo que a la alta clase política corrupta mexicana le tomó más de 36 años en descomponer, pues está difícil. Pero usted aceptó el reto y no únicamente se ve muy difícil que lo cumpla, sino que más bien va para atrás, en pleno retroceso. Prácticamente es imposible dejar sentadas las bases para acabar con las prácticas corruptas de los poderosos en este país.

Dirá usted que mi percepción está sesgada y que desconozco la realidad nacional ya que, con o sin el proceso de revocación de mandato en marcha, usted cuenta con la preferencia electoral del 60% de los mexicanos. Y bueno, lo felicito al respecto, faltaba más. Pero le recuerdo que el electorado mexicano cada vez está menos familiarizado con la realidad nacional, ya que se la pasa alimentando su cerebro con rebuznes ilustrados succionados de las redes sociales. El Libro Vaquero y los chismes de Facebook se leen más en este país que cualquier medio impreso o electrónico de noticias. El México bronco cabalga como el quinto jinete del apocalipsis en su mundo tan lleno de verdades felices obvias… El suyo, señor presidente, es un discurso muy bonito para ser verdad.

También su discurso es intransigente y estadísticamente improbable. Intransigente porque todo aquel que lo critica es, por definición, enemigo del pueblo, conservador irremediable, mentiroso priista (ooops!), clasemediero aspiracionista, académico neoliberal, banquero vendepatrias, enemigo de la democracia, envidioso maloras… Y lo de las probabilidades, pues: Si todo lo que usted dice fuese cierto, ahorita mismo seríamos la envidia de la hermana y fraternal nación de Dinamarca. A estas alturas del partido el huachicol ya es historia, la corrupción es mínima, somos uno de los países que mejor ha lidiado con el Covid y sus gripitas, la escasez de medicamentos es un mito, los jueces son justos e incorruptibles, el crimen organizado es inexistente, se protege a capa y espada a los periodistas, cuadros selectos de MORENA son la verdadera y única esperanza de México, el ejército es bueno y nunca falla. También ya no necesitamos las divisas del petróleo, por lo que su exportación ya fue superada y la importación de gasolinas de Texas de seguro se llevará a cabo mediante sofisticados mecanismos de trueque. La comunidad científica y académica estorban, qué más que la verdad. El pueblo bueno vive mejor que nunca. El futuro energético de la nación ha sido asegurado en cuanto se apruebe la contrarreforma eléctrica. En realidad, con eso de que las divisas han perdido juego en la economía nacional, lo más seguro es que nos salgamos del T-Mec, no hay necesidad de problemas innecesarios. Cualquier mal es transitorio. Ya vencimos a la pandemia por lo menos un par de veces. Rumbo al primer mundo con las mega obras de la 4T. Los colectivos que protestan por los feminicidios, o por cualquier otra razón, son títeres de los grupos conservadores más perversos que existen.

En realidad las mega obras del sexenio son el verdadero testamento político del presidente: una refinería que nos estanca en el pasado energético, un aeropuerto internacional para la Ciudad de México de medio pelo y  un Tren Maya que, independientemente de si se acaba de construir o no, se convierte paulatinamente en una fuente permanente de problemas serios para la región, más que en un arranque indiscutible de un sólido polo de desarrollo.

El despertar será duro. Un pueblo sin esperanza es lo peor que le puede suceder a cualquier Estado-nación. Un pueblo sin esperanza es peligroso, sobre todo en una sociedad que se ha vuelto indiferente al hecho de que más del 97% de los crímenes en el país quedan sin resolver. Un pueblo sin esperanza e indiferente abre las puertas de par en par a los regímenes militares.

Vivimos en un país triste. Inmerso en alcoholismo, drogadicción, corrupción, impunidad, violencia, cinismo y con individuos alfabetas que no saben ni leer, ni escribir… Los personajes de lo cotidiano son los rateros, los asesinos, los mafiosos, los mentirosos, los mitómanos, los asesinados, las violadas, los miserables, los patrones, los generales, los policías, los gobernadores, los legisladores, las cárceles, el CONACYT, los jueces y los miembros del gabinete, muy pocos de ellos, ellas, elles rescatables en términos de su profesionalismo y capacidad de entrega de resultados.

Apenas y existe un puñado de hombres y mujeres buenes, inteligentes, creatives, honestes… Con esos me quedo, con esos se puede sacar al buey de la barranca, los orgullosamente pocos, querido señor presidente. Con todo respeto, creo que ya es hora, señor presidente, de descolgar el retrato de Juárez de su despacho. En serio.

 

 

 

 

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