En tiempos del COVID-19 las vacunas representan alivio para algunos, control absoluto para otros.
Si usted es conocedor del grupo inglés The Cure, seguramente recordará la canción Fascination Street, en la que Robert Smith -el vocalista- habla de las maneras de convivir públicamente en este sitio y de las cosas cotidianas qué realizar para adaptarse, sentirse cómodo e interactuar con otros, si bien solo se trata de una canción, el recurso de la música nos permite aterrizar en la realidad actual en la que las vacunas anti Covid-19 han jugado un papel polémico dentro de esta pandemia, siendo manzana de la discordia para quienes sufren por no tenerlas disponibles en sus países y quienes las tienen a su alcance pero afirman que es un medio de control, perverso que es síntoma de un nuevo orden mundial.
Durante el fin de semana usuarios en redes sociales reportaron y compartieron imágenes de multitudes de personas protestando en Amsterdam por las medidas de control en contra de la nueva variante Omicrón, de vacunación, aislamiento social y lo que ellos consideran es una dictadura sanitaria, sus argumentos fueron acompañados durante las primeras horas del lunes, por la aparición pública del CEO de la farmacéutica Pfizer; Albert Bourla quien expresó que sus vacunas no ofrecen protección eficaz contra Covid-19 a menos que la persona sea inmunizada en al menos cuatro ocasiones y que la enfermedad seguirá entre nosotros al menos unos años más, mientras se consolidad nuevos mecanismos de protección, contrastando con su declaración de abril del 2020 en el que afimó que su producto ofrece protección ilimitada.
Según Bourla, el pico de descenso de los contagios y pandemia descenderá en la primavera de este 2022 sin que la enfermedad haya desparecido por completo, sus comentarios están ligados también a las versiones que apuntan a presuntas reuniones con el Papa Francisco y la eliminación de mensajes con la eurodiputada neerlandesa Von Der Leyen, informaciones que le ponen mucha más suspicacia y fortalecen a todos aquellos ciudadanos y grupos en contra de la vacunación.
En medio de estas informaciones ver el crecimiento exponencial de las fortunas de hombres como Jeff Bezos de Amazon a 188 billones de dólares, la de Elon Musk de Tesla, Space X a 268.1 billones de dólares, Bill Gates a 134.5 e incluso Mark Zuckerberg 117.5 billones, son motivos aparentes para que los negacionistas de la vacuna, se opongan a seguir con esta dinámica social en la que los gobiernos están gastando cantidades millonarias de recursos públicos en vacunas y otros aún están fuera de estos biológicos para la protección de sus habitantes.
Por si fuera poco, personajes públicos como Miguel Bosé, o los deportistas profesionales Novak Djokovic -tenista serbio número 1 del ranking mundial- mantienen una postura de negación a vacunarse, situación que para el balcánico significó ser deportado de Australia e impedirle participar del Abierto de aquella nación y abre la negativa anticipada del Roland Garros -Abierto de Francia- de permitirle acudir a ese evento deportivo.
Si bien es cierto, la vacunación le ha permitido a millones de personas, acceder a vacunas sin costo, continuar con sus actividades económicas, académicas, de sustento del hogar o de simplemente convivencia, hay naciones que anhelan contar con los biológicos para proteger a su población, personas con hijos menores de edad o adultos mayores que no desean vivir el drama de verse en un proceso hospitalario como consecuencia del Covid y tantos otros que no piensan en los efectos globales o posteriores por la aplicación de la vacuna.
La realidad es que en la cancha pública para poder seguir jugando se deben respetar las reglas, siendo una de ellas la de vacunarse más allá de si esto representa una decisión individual, dilema moral, puesto que en juego está la salud de los más cercanos a nosotros y también el seguir inscritos en el juego cotidiano de trabajo, estudio, viajes y existencia ante una enfermedad que creada o no, ya nos ha demostrado su letalidad.