Órale Politics! – Pobre juventud mexicana

Órale Politics! – Pobre juventud mexicana

Por Gustavo Cano

Desde tiempos de Felipe Calderón se puso muy de moda rescatar a la juventud de las garras de lo que sea, principalmente del consumo de drogas y del tráfico de drogas. En lo personal creo que es una idea muy noble y bien intencionada, pero hasta ahí. La actual administración federal y una que otra estatal llevan a cabo programas análogos, ya sea siguiendo el modelo islandés o el danés o el que sea del primer mundo… y es ahí donde la puerca torció el rabo.

De entrada, los modelos de este tipo que funcionan en el primer mundo fueron diseñados para juventudes del primer mundo. Igual y suena muy complicado de entender para algunos, pero así es. Por ejemplo, si el plan es alejar a la juventud del consumo y tráfico de drogas, es más fácil hacerlo en una sociedad cuyo nivel de ingreso y ahorro familiar es lo suficientemente sólido como para que  el sujeto, sujeta y sujete objetivo pueda ir asimilando con relativa comodidad las bondades de sustituir drogas o el ingreso del tráfico de drogas por un modelo de vida que propicie en el individuo joven ser feliz desarrollando su persona desde una perspectiva cultural, educativa y deportiva. 

En lugar de drogarse o de traficar drogas, estos programas de primer mundo generan no únicamente distractores constructivos para el desarrollo humano del individuo, sino que también van generando ideas de vanguardia para generar innovadoras e ingeniosas fuentes de ingresos en el futuro. Esto es, estos programas propician que el joven se convierta en el eje rector de las nuevas economías en el futuro. Aunque algunos podrán afirmar que este procedimiento es el equivalente a descubrir el agua tibia, lo cual es más o menos cierto: la juventud siempre ha sido el motor del cambio generacional en la humanidad, lo cual conlleva a que la economía del planeta se vaya renovando en sus fondos y formas cada X cantidad de años, principalmente a través del vehículo de la innovación tecnológica, para lo cual es indispensable una buena educación básica y un entorno familiar relativamente sano. 

La idea es que mientras el joven incorporado a estos programas empieza a vislumbrar un futuro accesible y feliz en su sociedad o comunidad, se mantiene alejado de las drogas o libre de la tentación de aumentar su ingreso de manera desproporcional al incorporarse al tráfico de drogas. En realidad le sale más barato a este joven seguir incorporado al programa del primer mundo (1) que echar a perder su vida metiéndose en las venas, nariz y boca cualquier cosa que le vendan y que después no pueda dejar de consumir o (2) que pagar los altos costos de incorporarse a la cadena de esclavos que venden drogas al menudeo: un balazo en la cabeza o una buena cantidad de años en una penitenciaría de primer mundo. Explicación abreviada neoliberal: ingreso marginal igual a costo marginal, así de fácil. Final neoliberal feliz.

Pero…

Vamos a suponer que México no es un país de primer mundo. Vamos a atrevernos a suponer que México es un país de tercer mundo infestado de corrupción, impunidad, crimen organizado, mala calidad educativa, alta vulnerabilidad social, pobre salud física y altos niveles de alcoholismo, severa desintegración familiar y poco deseables niveles de ahorro e ingreso.

Sigamos suponiendo, como buenos neoliberales que somos. Entonces autoridades estatales o federales llegan a comunidades marginadas, tanto urbanas como rurales, y entran en contacto con las familias que las habitan. Se les dice que se van a construir canchas de basket para que organicen eventos culturales por la noche y juegue su juventud por la tarde, balones cortesía del presupuesto gubernamental. Se les va a enseñar a tocar la guitarra, habrá talleres de pintura artística y de costura artesanal. Habrá sesiones de lectura que promoverán la cultura local. Y en un descuido hasta se les enseñará a los locales a cocinar ecológicamente y a cultivar la tierra respetando el medio ambiente. Igual y el acceso a la tecnología con tablets para todos pues se sale un poco del presupuesto, pero se le promete a la comunidad que no la olvidarán a ese respecto… También actúan de manera honrada, son clavarse un solo quinto del presupuesto asignado.

Y bueno, hasta ahí todo suena francamente de maravilla.  Nada más que los pater familias se empiezan a preguntar… ¿Y qué hacemos con los patrones que controlan absolutamente todo en la comunidad? A los patrones les importa un cacahuate partido por la mitad si los jóvenes tocan la guitarra o juegan basket con balón cuadrado o redondo.  Mientras los jóvenes cumplan con la cuota de droga que deben vender en esa misma comunidad o en comunidades vecinas… no problemo! También ¿qué hacer con los jóvenes que ya son drogadictos en la comunidad? Pues los patrones de vez en cuando masacran a los miembros de las organizaciones no lucrativas y generalmente de recursos muy escasos que combaten la drogadicción (o cualquier otro tipo de adicción) por andar poniendo el mal ejemplo… ¿Cómo que no te drogas cuando yo te ofrezco drogas? Eso no se hace…

¿Y luego qué hacemos cuando llegan las camionetotas con 6-10 compas en cada una, mismos que cargan una AK-47 por cabeza y que se llevan a nuestros jóvenes, muchachos y muchachas por igual, sin que nadie pueda hacer nada al respecto? ¿Qué hacer con el reclutamiento forzoso de la juventud por parte del crimen organizado?  Vamos con la policía estatal o municipal y no hacen nada. Vamos con la policía federal y no hacen nada. Vamos con la Guardia Nacional y no hacen nada. Vamos con el ejército… De hecho ya no vamos con nadie, porque el que lo hace no se la acaba. A veces hasta es bueno tener un familiar cercano que trabaje para los patrones. Cuando es necesario y si el muchacho o la muchacha se portan bien, pues es el propio crimen organizado de un bando el que nos puede defender de las maldades de otra banda de crimen organizado y hacer algo de justicia. Por algo dios hace las cosas.

En una comunidad donde el miedo impera, no existe modelo de primer mundo que funcione. Tampoco funcionan los modelos del tercer mundo, si es que los hay. El de Colombia fue un fracaso. No hay forma de aprovechar racionalmente todas las bondades que ofrecen los programas salvadores de güeritos nórdicos desamparados. La educación del mexicano promedio está por los suelos y el ambiente familiar es desesperanzador, sobre todo si se considera que el alcoholismo y ahora cualquier tipo de adicción es el terreno común de convivencia familiar. Chavitos y chavitas de 3-4 años que ya son adictos al celular son un caldo de cultivo consistente para engrosar las filas de los adictos y/o reclutas jóvenes del que se alimenta el crimen organizado en el futuro cercano. 

Para que me entiendan: una cosa es rescatar a una juventud llena de adicciones en una sociedad que se desarrolla en la abundancia y otra muy diferente es tratar de rescatar sólo sabe dios qué diablos en una sociedad familiar colapsante, corrupta, impune, con pésima educación y que no entiende nada de nada, a menos que venga de Facebook y otras redes sociales. Esto es, nada de nada en el mejor de los casos. 

Nuevamente, definición de crisis: no importa lo que hagas, las cosas empeoran. Honestamente no sé cuál es la solución al problema… pero es un problema muy serio. El capital humano del futuro de este hermoso país se hipoteca al mejor postor criminal y nadie puede hacer nada a este respecto. La juventud mexicana se ve reducida a envolturas de chetos baratos, perfectamente consumibles en una noche y desechables en cualquier camino polvoriento. 

Lo primero es no negar el problema. Lo segundo es empezar a buscar soluciones realistas, no surrealistas.  De esta forma, la pérdida de recursos y de tiempo se pueden economizar y racionalizar, pero no evitar por el momento, así de grave está el asunto. Un buen comienzo es el señalado por AMLO: acabar con la corrupción. Más de acuerdo no podría estar yo. Pero a tres años de la llegada de MORENA al poder, pues yo no veo por dónde se avanza en el asunto.

Y hablando de jóvenes… hace algunos días hallé una joyita en el periódico a.m. de Leondres. La nota señalaba que el Partido de Acción Nacional (pionero en este tipo de programas salvadores de jóvenes en México) ya contaba con una nueva dirigente juvenil a nivel nacional. Una guanajuatense muy joven y sonriente, misma que  declaró al periódico: “Hay un abandono de los jóvenes, los están acostumbrando a vivir con la mano estirada, a que les regalen el dinero, así no vamos a ser jamás competitivos”. Así que ya saben chavos, no más mesadas dominicales de $5000 después de misa. Es por su bien. Como diría el buen Monsiváis: “¡Por mi madre bohemios!”

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