Antes que nada; no se trata de ser partidario o detractor, amigo o enemigo. Hoy, a tres años de ejercer el poder de la Presidencia de la República, existen suficientes datos y hechos acumulados para analizar el timón y al capitán. Hay suficiente información para separar las palabras de los resultados. En esta ocasión me enfocaré en dos temas: Economía y Salud.
Economía.
La debacle inició con la cancelación del Aeropuerto en Texcoco. Esta decisión dejó claro que el respeto a la ley no era algo primordial para el aún Presidente electo, dando como resultado la pérdida de confianza de inversionistas y precipitando la fuga de capitales. Desde aquí se empezó a desvanecer aquella frase repetida como mantra: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. A mi entender, los 30 millones de votos obtenidos en 2018 tenían un mandato claro: Un cambio profundo de las reglas. Sin embargo, no sólo no se inició el sexenio respetando la ley, tampoco existió el talento para emprender una reforma del Estado en función de un programa de izquierda, con todo y que Morena contó con mayoría en ambas cámaras legislativas.
Respecto al Producto Interno Bruto (PIB), al cumplirse el primer año de gobierno, el crecimiento estuvo por debajo del 0%. En 2020-2021 se derrumbó en 8.3% (sin duda la Pandemia fue la tormenta, pero el capitán no movió el timón para modificar rumbo y así aminorar los estragos). A mitad del camino, no existe indicador que permita siquiera pensar en que se pueda llegar al nivel de crecimiento que se tuvo en el sexenio pasado.
Un dato preocupante más: Este 2021 cerramos con márgenes que rondan 7% de inflación, la más alta en las últimas dos décadas. En otras palabras, cada semana nos alcanza para menos, pues la gasolina, el gas, la energía eléctrica y por ende prácticamente todo está al alza. Si a lo anterior se le suman 6 millones más de pobres y 10.8 millones de desempleados, económicamente apunta para un sexenio perdido (por decir lo menos).
Salud.
México es el cuarto país del mundo con más muertos por el Covid, tras casi dos años de Pandemia la cifra [no oficial] de fallecidos alcanza más de 600 mil, esto en gran parte por haberla minimizado desde el principio y anteponer lo político a lo científico; sin pruebas Covid, con mentiras y medias verdades.
A pesar de lo grave de lo anterior, da la impresión que no se logra aprender de los errores ni se tiene voluntad de rectificar, ya que se observan actos tan negligentes como el de convocar a más de 250 mil personas en el Zócalo y el permitir el arribo de millones de peregrinos a la Basílica de Guadalupe cuando nos acecha la Cuarta Ola de contagios, pero ahora con la variante Ómicron. Más temprano que tarde tendrá que realizarse un ejercicio de rendición de cuentas y se pondrá a la luz cómo se gestionó uno de los mayores retos de nuestra historia.
Finalmente, es relevante mencionar la desaparición del Seguro Popular, con lo que más de 15 millones de mexicanos perdieron el acceso a servicios de salud. Cada familia que perdió dicha cobertura o que no obtuvo medicamentos ante el desabasto creado por la falta de planeación e incompetencia, es una familia que muy probablemente cayó o caerá en pobreza.
Por todo lo anterior me parecen pertinentes dos preguntas: A los ciudadanos: ¿De qué sirve un Presidente popular (6-7 mexicanos de 10 lo aprueban) si a cambio nos entrega un país empobrecido y con varias crisis (institucional, económica, salud, seguridad, empleo, etc)? y, a los incondicionales y comparsas acríticos del hoy titular del Ejecutivo Federal, parafraseando a Germán Dehesa… ¿Cómo duermen?
*Maestro en Gobierno y Políticas Públicas (UP) / Director General de @VentumConsultores
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