He leído, en diversas fuentes informativas, una anécdota que se le atribuye a Bill Gates, fundador de Microsoft y uno de los hombres más ricos del mundo actual y de la historia de la humanidad. La verdad es que no encontré evidencia de que así haya sucedido, pero el contenido de la historia es digno de aquilatarse.
Quien la narra recuerda que al final una conferencia de finanzas efectuada años atrás ofrecida por Gates, en la sesión de preguntas y respuestas, un espontáneo le cuestionó si permitiría que su hija se casara con un hombre pobre. Después de meditarlo un poco respondió que no, que su hija no se casaría nunca con un hombre pobre. Pero antes de permitir que el barullo creciera y las críticas se manifestaran, pidió se le permitiera explicar para él qué era un hombre pobre y un hombre rico.
Ser rico, explicó, no es tener una abultada cuenta bancaria, sino la habilidad de crear riqueza. Si alguien es flojo y se gana la lotería, por ejemplo, no es rico, sino una persona pobre con mucho dinero. Eso explica por qué la mayor parte de la gente que le pega al gordo en pocos años es más pobre que antes.
Por otra parte, un joven emprendedor y con iniciativa que provenga de una familia modesta, no es pobre, sino una persona rica que aún no tiene dinero porque se encuentra desarrollando sus habilidades e invirtiendo su tiempo en prepararse y lograr sus objetivos.
¡Qué razón tiene Gates o quien haya hecho esa afirmación! La diferencia entre alguien pobre y alguien rico no radica en el número de ceros de sus ahorros bancarios, sino en la actitud hacia la vida. Una persona rica moriría por lograr sus propósitos, mientras que una pobre mataría por lo mismo. Una persona rica se hace responsable de su situación y pide una oportunidad para ganarse el lugar al que aspira. Una persona pobre culpa a otros de su situación y exige se le dé lo que no se ha ganado.
Los emprendedores son ricos, los criminales son pobres. Las personas responsables y trabajadoras podrán no tener mucho dinero, pero sus vidas son ricas en satisfacciones, son personas plenas que consiguen la felicidad durante su existencia. Las personas tramposas y corruptas podrán hacerse de dinero, pero sus vidas serán míseras y vacías.
Cuenta la misma anécdota que una vez, un guardia de un banco que vivía en la pobreza, encontró una bolsa llena de dinero y la entregó al gerente de la plaza. Muchos los llamaron idiota, ese dinero le hubiera servido de mucho. Pero no era tal, sino un hombre rico sin dinero de momento.
Con la confianza que generó se le abrieron las puertas, su integridad y capacidad hicieron el resto. Primero fue ascendido a recepcionista, después a gerente de atención al cliente y finalmente a gerente regional del banco. Bajo su responsabilidad hay cientos de colaboradores y su bono anual excede por mucho el monto de dinero que se pudo haber robado.
Después de todo, la riqueza es un estado de la mente, una actitud hacia la vida.