En la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, el artículo 39, establece que: La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Así mismo, su artículo 41, párrafo primero, refiere: El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados y la Ciudad de México, en lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución Federal y las particulares de cada Estado y de la Ciudad de México, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal.
En el contexto internacional las naciones cuentan con legislación propia, misma que protege su entorno geográfico litoral, aéreo, así como la explotación de los recursos naturales y del subsuelo, ello hace pensar que el término soberanía puede referirse a esta circunstancia, pero también a la organización político-administrativa que defiende sus propios intereses ante la expectativa de otras naciones de intervenir internamente.
Al hablar de soberanía, se hace necesario comprender el origen de esta palabra, etimológicamente se reconoce que se compone de dos vocablos latinos Super y Omnia que se traducen literalmente como poder supremo. En la edad media una característica del soberano era crear el orden jurídico, es decir, el poder hacer leyes generales, y especiales, sin el consentimiento de superiores, iguales o inferiores; así en el devenir histórico, se fueron construyendo diversas soberanías, incluso algunas aún existen en la actualidad.
Tradicionalmente se considera que la soberanía se compone por tres elementos: territorio, pueblo y poder; a diferencia de los componentes de la definición del Estado, cuyos elementos son: espacio geográfico, sociedad y gobierno, por lo que hacemos énfasis en que la soberanía existe gracias al Estado, y este tiene la capacidad para crear, modificar y en su caso abrogar, todo tipo de leyes que impacten en la vida de los gobernados.
En la concepción moderna, la soberanía debe entenderse como la facultad suprema del pueblo de organizarse y determinarse jurídicamente de manera autónoma, considerando que, para que un Estado avance en su desarrollo político, económico y social, es necesario el establecimiento de acuerdos y convenios de colaboración con los demás Estados, a fin de lograr un mayor desarrollo tanto interno como externo, siempre y cuando se respete la soberanía de las naciones, y en consecuencia se obtengan beneficios tangibles para sus pobladores.
Habitualmente, la palabra soberanía es invocada para argumentar alguna intromisión de otros Estados, en la vida nacional; no obstante, no debemos perder de vista que en la actualidad el Estado Mexicano se rige por el derecho internacional, por lo que, en muchas ocasiones se confunde el cumplimiento de una obligación establecida en convenios o tratados, firmados y ratificados por México, como una violación a la soberanía nacional, sin embargo, cada caso tiene particularidades, que deben ser estudiadas y analizadas a profundidad, ya que nuestro país al estar inmerso en la llamada globalización, debe participar de manera proactiva en el contexto mundial, circunstancia de la cual ninguna nación es ajena, aun aquellas con regímenes cerrados.
M. en D. Raúl Flores Bernal
Catedrático Universitario
Especialista en Derecho Electoral y DDHH.