En lo más profundo del corazón de la península de Yucatán, a más de 200 kilómetros del océano, florece un inusual manglar rojo. Un ‘bosque perdido’ ubicado muy lejos de la costa a lo largo de las orillas del río San Pedro Mártir, que se extiende desde la selva tropical de El Petén, en Guatemala, hasta la región de Balancán en Tabasco, México.
Un equipo formado por investigadores estadounidenses y mexicanos se propuso descubrir cómo este manglar pudo florecer tan lejos del mar. Los resultados se acaban de publicar en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS).
Los investigadores encontraron que los bosques de manglares de San Pedro alcanzaron su ubicación actual durante el último período interglaciar, hace unos 125.000 años, y han persistido allí de forma aislada a medida que los océanos retrocedieron durante la última glaciación.
“La parte más sorprendente de este estudio es que pudimos examinar un ecosistema de manglar que ha estado atrapado en el tiempo durante más de 100.000 años” afirma Octavio Aburto-Oropeza, ecólogo marino del Instituto Scripps de Oceanografía en UC San Diego y coautor del estudio. “Aún nos queda mucho por descubrir sobre cómo las especies de este ecosistema se adaptaron a las diferentes condiciones ambientales durante los últimos miles de años. Estudiar estos cambios será muy importante para que podamos comprender mejor las condiciones futuras en un clima cambiante”.
“Este descubrimiento es extraordinario -afirma Felipe Zapata, quien junto con Claudia Henríquez de UCLA lideraron el trabajo genético para estimar el origen y la edad del bosque-. Aquí no solo están los manglares rojos con sus orígenes impresos en su ADN, sino que todo el ecosistema de lagunas costeras del último interglaciar ha encontrado refugio aquí”.
Los autores señalan que la región que rodea al bosque fue deforestada sistemáticamente en la década de 1970; las orillas del río San Pedro solo se salvaron porque las máquinas no pudieron alcanzarlas