A mi amigo Víctor Camarena.
Hombre de ideología socialista y
sus inteligentes consecuencias.
Hace unos meses, con motivo de una publicación en Facebook, sostenía un debate con un joven militante del PRI, que me decía, entre otras perlas, que iba a llevar a cabo una protesta y hacerla enfática contra el busto del “Che” Guevara en el jardín de la colonia Tabacalera en el corazón de la Ciudad de México.
Ayer un medio de comunicación publicó una fotografía donde el monumento de los comandantes Ernesto Guevara y Fidel Castro fueron vandalizados, arrojándoles pintura; ese monumento se encuentra también en el jardín de la colonia tabacalera, frente al museo de San Carlos.
Ese mismo día, un amigo de más de tres décadas, publicó su pensamiento sobre el once de septiembre, también en la red social Facebook, refiriéndose al Golpe de Estado de la CIA y Pinochet contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Otro joven militante del PRI le contestó con una letanía digna del ultraderechista “Yunque”; toda una prosa de descalificaciones y acusaciones como, por ejemplo: “nunca fue un demócrata, (refiriéndose a Allende) fue un marxista-leninista.” Cosa curiosa, este marxista leninista, tal y como dignamente se autodefinía el Doctor Allende, fue electo mediante un proceso electoral democrático.
Pero bueno, sigamos.
Estoy consciente de que muchos jóvenes políticos de hoy están confundidos, por decir lo menos, sobre la historia de los movimientos sociales y la lucha por la independencia económica, politica y social latinoamericana. Lo que más me sorprende es que aun existan cerebros dogmáticos que crean que ser marxista-leninista es un pensamiento y una conducta que merece ser perseguida, sancionada o excluida o que vandalizar un monumento es un acto revolucionario.
Yo no sé ni es de mi interés saber, quién o quiénes vandalizaron el monumento de los revolucionarios argentino y cubano; lo que, si sé, es que la ignorancia, la estupidez y el rencor son los motivos que impulsan a alguien a realizar ese acto de vandalismo e irracionalidad.
Lo que más me preocupa es que en estos dos casos existe una constante: jóvenes militantes del PRI. Algo se está haciendo mal o no se está haciendo en ese Instituto y tengo tres hipótesis:
Uno. – hace unos años fui presidente del Instituto de Capacitación del PRI en la Ciudad de México, en la primera clase de la escuela de cuadros les solicité a los alumnos, que eran poco mas de cien, quiénes se consideraban de izquierda; sólo unas cuantas manos se alzaron. Les dije al resto, que les tenia una mala noticia: el PRI es un partido de izquierda por declarar su ideología socialdemócrata y estar inscrito en la Internacional Socialista. Ese dato sorprendió a muchos. Los dirigentes no han sido capaces de comunicar con fuerza que los priístas son socialdemócratas y lo que ello significa en la geometría politica. Quizá porque sus dirigentes lo ignoran también.
Dos. – existe una extensa mayoría social que por la influencia de algunos medios de comunicación ha edificado la percepción de que el gobierno federal, MORENA, y el inquilino del National Palace son de izquierda. Nada más falso que ello, podrán desarrollar un discurso de izquierda, pero sus políticas económicas y sociales son del modelo mas neoliberal hecho y derecho. El tratado de libre comercio, la politica de persecución de migrantes, la desaparición de fideicomisos para atención a problemas coyunturales como el FONDEN, la decisión de no tocar en lo más mínimo los impuestos como el del consumo de gasolina, etcétera.
Tercero. – la ignorancia unida al rencor hacia este gobierno, han incubado un pensamiento anti-izquierdista irracional, ignorante, sin argumentos inteligentes. La historia de América latina es una narrativa de lucha de clases, contra cacicazgos, oligarquías y la grosera intervención de los norteamericanos en el sur de América. Cesar Sandino, Lucio Cabañas, Ernesto Fonseca, Ernesto Guevara, Fidel Castro, Camilo Torres son consecuencia de una lucha por la vía de las armas ante la grave injusticia, desigualdad, pobreza extrema, persecución, exilio, cárcel, tortura, y muerte de las mujeres y los hombres de sus países, pero más aún, la lucha armada era la única opción para derrotar a las dictaduras, casi todas impuestas o solapadas por diversos gobiernos norteamericanos y por los intereses económicos de empresas internacionales; además de que, ante la ausencia de mecanismos democráticos que garantizaran la presencia de los grupos de izquierda en los órganos de gobierno; la guerrilla no era un juego, era una opción de vida o muerte, consecuencia de una tiranía dispuesta a eliminar a sus opositores. De todos los personajes arriba expuestos, sólo uno sobrevivió: Fidel Castro.
Y ya no quiero extenderme sobre personajes como el arzobispo Oscar Arnulfo Romero de San Salvador que fue asesinado por la extrema derecha militar, politica y clerical. Ni en Salvador Allende, electo democráticamente, que fue asesinado por la ultraderecha yanqui, la ultraderecha chilena militar, empresarial y clerical. Tampoco hablaré de Omar Torrijos quien fue asesinado por la CIA por reclamar la soberanía del canal para el pueblo de panamá.
No creo en la uniformidad del pensamiento, soy un militante de la pluralidad, ejerzo la disidencia y defiendo a quienes, con inteligencia, argumentos, sin descalificaciones y ausentes de actitudes fascistas pueden desarrollar una conversación y, aún sin llegar a conclusiones o acuerdos, puedan defender sus posiciones. Los jóvenes políticos necesitan saber que México necesita de la inteligente participación de todos. Hay una derecha y una izquierda democráticas. También existen una derecha e izquierda dogmáticas, con adicciones ideológicas y una profunda y asfixiante ignorancia.
Todos los demócratas, estén donde estén, debemos de luchar desde nuestras trincheras en contra de las expresiones de odio, persecución, estupidez y confrontación. Todos los demócratas de todo tipo de pensamiento debemos de impulsar una agenda seria, formal, con tiempos y movimientos a favor de la reconciliación, la identidad nacional y el respeto a quienes piensan y actúan diferente.
La cultura y la calidad democráticas dependen de nuestra participación. La ciudadanización crece, se alimenta y fortalece tomando como base el interés por las causas del prójimo, del extraño. Las expresiones de odio se alimentan por el desinterés y la apatía de quienes queremos una cultura de la paz.
Sé que en otros partidos también hay expresiones dogmáticas, eso es inevitable; también sé que son más los estudiosos, los preparados, los que tiene un criterio sólido y respetan la diferencia, respetan.
Apostémole a formar jóvenes políticos que desarrollen el pensamiento que se les dé la gana, basada en el respeto, la información, la cultura y la educación sin prejuicios, dogmas ni adicciones ideológicas.
Desde algún lugar de las montañas del sur de la Ciudad de México, 23 de septiembre del 2021.