Hoy venimos a contar una historia, un relato sobre cómo empezó a despertar el interés por conservar, cuidar y proteger nuestro planeta. Para ello, viajaremos a miles de kilómetros de distancia de la Tierra y nos situaremos en pleno espacio exterior, donde el valor de la vida cobra otras dimensiones: las de la infinitud del universo. Esta es la historia de cómo una simple fotografía cambió nuestra percepción sobre la madre Tierra.
La historia de la Tierra
7 de diciembre de 1972. Los astronautas de la misión Apolo 17 se encuentran a 24.000 kilómetros de distancia de la Tierra realizando la maniobra de separación y reacoplamiento que les permitirá partir rumbo a la Luna. A bordo de la nave se encuentran Eugene Cernan, Ronald Evans y Harrison Schmitt. Los tres han despegado hace unas horas de Cabo Cañaveral y ya en órbita acaban de colocar el módulo lunar en la posición que necesitan para encender los cohetes y viajar hacia nuestro satélite.
Un momento después de la decisiva maniobra orbital los astronautas tienen unos minutos para mirar por sus ventanillas y contemplar el espectáculo. “¡Qué belleza!” son las palabras de admiración que salen de sus bocas.
Desde esta distancia los astronautas pueden contemplar la belleza de nuestro planeta girando en la oscuridad del espacio. Una visión que los humanos no habían podido tener hasta esta misión espacial. Porque, aunque otras misiones habían fotografiado la tierra desde el espacio, esta es la primera vez que pueden verla completamente iluminada. En las imágenes tomadas por Smith puede verse buena parte de África despejada y el hemisferio sur cubierto por grandes formaciones de nubes.
Aquella fotografía permitía a la humanidad contemplarse a sí misma en la oscuridad del espacio y comprender lo vulnerables que somos a bordo de esta roca que alberga toda la vida tal y como la conocemos.
Nuestra historia, nuestra vida, nuestros recuerdos y, básicamente, todo lo que somos estaba en aquella diminuta bola que flotaba en la oscuridad. En aquella esfera que parecía tan insignificante comparada con la infinitud del universo. Por eso, esa fotografía en la que el planeta aparece solo en mita de la oscuridad pasó a la historia como La Canica Azul.
El despertar de una conciencia colectiva y sostenible
in saberlo, aquellos tres astronautas acababan de retratar un símbolo. Una imagen que sigue apareciendo décadas después en posters, cuadros, películas, campañas de publicidad… Y que contribuyó a la aparición del primer gran movimiento de conservación del planeta.
El concepto de sostenibilidad le debe mucho a esa imagen. El deseo de preservar la naturaleza y el medio ambiente y entender que no son fuentes inagotables de recursos, la idea de que solo tenemos un hogar, y es el planeta Tierra, o la intención de resolver problemas globales como el cambio climático surgen, en parte, de ese retrato de nuestro hogar común, de nuestra historia compartida.
Desde entonces el mundo ha ido tomando conciencia de la fragilidad del planeta, sobre todo a medida que la ciencia ha ido alertando, cada vez con más fuerza, del efecto que de las actividades del ser humano causan en la subida de la temperatura y en el agotamiento de los recursos.
En este sentido, uno de los movimientos que más han movilizado a multitud de personas en todo el planeta es el Fridays for future. Sus comienzos se remontan a 2018, cuando Greta Thunberg, una niña sueca de solo 16 años, se sienta ante el Parlamento de su país para manifestarse por la inacción de los políticos ante los problemas medioambientales que castigan al mundo. Un gesto que se contagió entre los adolescentes de todo el mundo y que desencadenó una serie de protestas los viernes de cada semana.
Medidas de restricción
Las medidas de restricción necesarias debido a la pandemia del Covid-19 han frenado las movilizaciones masivas. Pero los estudiantes siguen reivindicando online sus protestas por el clima a la espera de volver a retomar las calles.
Otro de los movimientos más activos en la actualidad es Extinction Rebellion, un grupo de activistas mucho más provocadores. Con la desobediencia civil como su principal arma, el movimiento Extinction Rebellion ya se extendió a 80 ciudades de 33 países que buscan forzar una acción urgente contra la emergencia climática.
Lo cierto es que cada vez son más quienes toman conciencia de la necesidad de un desarrollo sostenibles para preservar la Tierra. Al final, nuestro planeta no es más que la roca por la que viajamos en el espacio, si no la cuidamos nosotros, ¿quién conservará el azul que nos mantiene vivos?