En el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena que se conmemoró este 5 de septiembre, tres de ellas revelan sus vivencias y las complicaciones a las que se han tenido que enfrentar para dignificar sus orígenes.
Sin una estadística puntual que las visibilice en lo que socialmente aportan, las indígenas en el país están agrupadas con las minorías. De los 64.5 millones de mujeres que habitan en México, 6 de ellos congrega a las mujeres indígenas, lo que significaría aproximadamente el 10 por ciento de la población.
“Mi nombres es Perla López Bautista, tengo 32 años y soy de la comunidad indígena de Cheranástico que pertenece al municipio de Parácho en Michoacán”, así inicia la entrevista con la mujer que a sus 17 años contrajo nupcias con Laureano, un hombre tan solo 4 años mayor que ella, el mismo que le ha brindado su apoyo para alcanzar las metas que hasta hoy se ha propuesto.
La costumbre en su comunidad la llevó a casarse siendo una adolescente, al considerarse que a los 20 años sería una solterona. El primer año de matrimonio lo vivió con su suegra, periodo que la enfrentó a una muerte mental prematura al no poder salir al mundo y prepararse.
Arropada por Laureano, llegó a Morelia y con escasas palabras de español se inscribió en la escuela de Psicología, sin embargo, negó sus orígenes y su idioma, sobre todo al recordar su paso por la secundaria y el bachillerato que cursó en la comunidad de Aranza y el municipio de Cherán, donde pese a ser indígenas como ella, la discriminación se hizo presente.
Culminó su formación de licenciatura a la par que el nacimiento de su hija, pero eso no le impidió titularse con la entrega de una tesis. Posteriormente se enfrentaría, de nueva cuenta, a otro reto.
Viajar a Canadá para aprender el idioma inglés le hizo rememorar su llegada a Morelia al desconocer el idioma anglosajón. El mes que vivió con la familia filipina que la arropó, le hizo valorar sus orígenes. Tras culminar la maestría en Investigación Psicológica en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) en febrero de 2020, retornó a su comunidad obligada por la pandemia del Covid.
El reencuentro con sus orígenes y la dignificación que hoy porta con orgullo, la impulsó, junto a Laureano, a formar una escuela de música, donde además brinda un acompañamiento psicológico para las mujeres. Con tres menores que se inscribieron hace ya dos años, la Banda Sinfónica Tarhiata Jimpanhec Emc está conformada actualmente por 65 niños y niñas.
Perla señala que las mujeres deben estar presentes en todas las actividades, no solo en aquellas que por costumbre son destinadas al sector femenino. A pesar del ejemplo y perseverancia que ha mostrado a lo largo de sus 32 años, este no fue seguido por ninguna de sus tres hermanas, sin embargo, la semilla que ha comenzado a germinar en su propia hija, la primer mujer que toca la trompeta en una banda, y los menores que armoniosamente equilibran su día a día es la apuesta para bajar los índices de alcoholismo que desde la pubertad se presenta en Cheranástico.
Indica que es también la apuesta para que la igualdad derrumbe las costumbres y evite los matrimonios entre adolescentes, los cuales están prohibidos desde el 2016 en Michoacán.
Así como Perla, Marianela Baltazar Téllez, originaria de la comunidad de Tarjero, municipio de Zacapu, es integrante de la Red Nacional de Abogadas Indígenas y de la Red de Abogadas Indígenas por una Vida Libre de Violencia en Michoacán. Fue galardonada con la Presea Eréndira a la perseverancia en la defensa de los derechos de las mujeres indígenas en 2020.
La cineasta Celina Yunuen Manuel Piñón, de 30 años de edad, originaria de Santa Fe de la Laguna, municipio de Quiroga, lo logros a los que accede una mujer indígena suelen ser malinterpretados hasta en lo más mínimo.
En su caso, luego de presentar en el Festival de Cine de Morelia un guion cinematográfico que fue premiado, le llevó a ser vista bajo una mirada de lastima al pronunciar su procedencia y ser identificada como indígena, como si las mujeres de este sector no pudieran acceder a espacios destinados a otras poblaciones, menciona.
Celina sostiene que lo importante para que se retomen otras narrativas y otras miradas respecto del indigenismo, es que las mujeres se describan desde dentro de sus comunidades.