El Primer Magistrado de la Nación, Andrés Manuel López Obrador, desde Palacio Nacional ha expuesto “no afecta a un inocente el ir a la cárcel”. La frase antepuesta no tiene ni contiene honor, a Contrario Sensu es altamente deshonrosa pero aquellos inocentes en prisión que reciben tamaño agravio, tamaña ofensa, y, como se demostrará en éste respondo, no sólo lo es en el sentido del discurso político con el que se pretende justificar lo expuesto, sino por las circunstancias por las que pretende justificar la ineptitud de su fiscalía. La “canina eloquentia de la que hablaba Cicerón deja mucho que desear.
La ley no es otra cosa que la razón justa, que nos invita imperiosamente a cumplir nuestro deber y nos prohíbe violarlo; así lo expresó Cicerón, el más grande abogado de todos los tiempos.
A distancia de siglos el genio de la Literatura Universal Don Miguel Cervantes, escribió “El Quijote de la Mancha”. Los ideales que como premisa toral defendió y exponía Don Quijote eran simple y llanamente los postulados éticos de la ciencia del derecho. Por ello, no obstante el carácter universal y su permanencia en el tiempo, la falta de su crucial observancia en nuestro México y en ésta Cuarta Transformación de la República, que idealmente la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., considera que debe de regirse por un definido y sobrio estado de derecho, por lo que nos produce no sólo un mal sabor jurídico, lo expuesto por Andrés Manuel, sino un efecto negativo de irremediables consecuencias para la justicia.
Explico ello.
Cuando se acusa a un inocente se rompe la regla de oro del derecho que regiamente expuso ULPINO, al decir: “La justicia es una voluntad firme y perpetua de dar a cada uno lo suyo”, misma que con ignorancia e incompetencia jurídica rompió desde su tribuna mañanera el Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en horas recientes, en la que aberrantemente acepta que no se le agravia a un inocente cuando se le mete a la cárcel.
Las palabras elucubradas por el Primer Magistrado de la República, implican de manera clarísima, una ofensa a la justicia, una ofensa a la sociedad, una ofensa a todos y cada uno de los presos que atiborran las cárceles con su inocencia, una ofensa a nuestro estado de derecho, una ofensa a México.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., debe decir que en un asunto de esta importancia, por ser los presos inocentes las víctimas que son, nuestro Presidente Republicano, debió para prestigio de la justicia mexicana, guardar silencio y no expresar que no afecta a un inocente estar acusado estúpidamente.
Desde el neoliberalismo hasta la Cuarta Transformación de la Nación, nuestras fiscalías y/o procuradurías, nuestras representaciones sociales, sin conocimientos jurídicos en la materia, pero con ambiciones políticas desmedidas y serviles a cierto poder, no les ha importado una madre fabricar delincuentes, siendo estos inocentes en los aberrantes y fabricados hechos que se imputan.
La calidad moral de quienes fraguan esas incompensables injusticias han sido aliados y protectores del poder del narcotráfico.
Pero retomando el tema podemos, sin rubor, afirmar que acusar a un inocente sin apreciar en derecho su no responsabilidad es pisotear nuestra Constitución Política.
Optar por la salida más fácil de acusar a un inocente, para tapar a los verdaderos culpables de graves conductas delictivas como esas vinculadas con la narcopolítica es defecarse en nuestras leyes. A mayor abundamiento, cabe sostener que los argumentos expuestos por Don Andres Manuel resultan absurdos e insostenibles. Sí afecta a la justicia acusar a un inocente.
Las deshonrosas palabras se ubican, por encima de la ley y lo que es más grave, de la justicia. Acusar a un inocente resulta ser el delito más grave, cometido contra el derecho y la justicia.
Con cuanto se acaba de escribir, es bastante para afirmar que con ello no se pretende defender a un joven que en lo personal y en su momento, pasado el tercer debate presidencial se le acusó y demostró ser un calumniador. Se defiende con ellas a todos los inocentes encerrados en la cárcel.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de
Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..