El boliviano Carlos Toranzo Roca fue mi profesor en la Maestría de Sociología en la Ibero, me dio dos semestres seguidos la materia de El Capital de Carlos Marx, curso que también impartía en la Facultad de Economía en la UNAM. Fue un maestro extraordinario.
Desde hace años con Carlos mantengo una relación cercana, días atrás de visita en la Ciudad de México, en una reunión familiar íntima, en la que participamos algunos de sus amigos, hablamos de lo que ahora sucede en Bolivia y en México.
Para recordar los 50 años del asesinato de su hermano Julio Toranzo Roca, que sucedió el 21 de agosto de 1971, a manos de la dictadura de Hugo Banzer (1926-2002) en Bolivia, a sus familiares y amigos nos envió un texto donde reflexiona sobre su muerte y lo que para él significó. De ese escrito retoma los párrafos que ahora comparto.
“La idea de revolución era para nosotros equidad, igualdad social, eliminación de las discriminaciones, mejoras económicas, mejora en salud y educación; pero, super ideologizados (…) Pero su asesinato me hizo entender que nadie debe soñar su utopía si ella significa quitar la vida a otros y mutilar la libertad de éstos”.
“Hasta ese agosto me adhería, sin pensar mucho, a la lógica amigo-enemigo, soñaba en revoluciones, pero desde su muerte entendí que no es justo que nadie le quite la vida al otro por sus ideas, comprendí que, en lugar de eliminar al otro, hay que aprender a convivir con él; esos fueron mis primeros pasos hacia la comprensión de la democracia”.
“Desde ese agosto dejé de pensar en la utopía de las revoluciones, pues entendí que ellas, sean de cualquier signo, de derecha o de izquierda, son autoritarias y tienen como meta eliminar al otro, al diferente. Después de un año de prisión (1971-1972) y algunos de exilio me ratifiqué en la idea de alejar de mi pensamiento la lógica amigo-enemigo”.
“Creo en el cambio como proceso, dentro de los marcos de la libertad de pensamiento y de expresión, al interior del respeto más grande por los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas. Creo en la inclusión social, como no voy a creer en ella si soy hijo de obrero minero y de trabajadora fabril, pero no creo que se deba tomar a la inclusión como el pretexto para eliminar la libertad de expresión y de pensamiento como han hecho muchas revoluciones y lo hacen aún los procesos autoritarios que se dicen revolucionarios”.
“Tengo miedo a las revoluciones, pues en general son dogmáticas y tienden a eliminar al otro y evitan que haya disidencia y pensamientos diferentes. Repaso la historia y no encuentro revoluciones donde se haya respetado los derechos humanos y las libertades democráticas, casi todas las revoluciones, sino la totalidad de ellas, se han encargado y se encargan de mutilar la libertad de expresión, eliminando el derecho a la disidencia, impidiendo que las personas porten sus ideas propias”.
“No tengo odio ni siquiera por quienes asesinaron a mi hermano, pero mantengo la memoria y no la perderé. Y hacia el futuro seguiré insistiendo a mis hijos, a mis nietos, que esa lógica amigo-enemigo que conduce a eliminar al enemigo no es un valor democrático, al contrario, es la expresión más clara de la mutilación y de la eliminación de la democracia”.
“Y si algo deseamos para el futuro, es vivir en democracia, sin que nadie, menos aún, los que se dicen revolucionarios, penalicen las ideas de los otros o mutilen la libertad de expresión y de pensamiento. Querido Julio, todavía sufro por tu partida, pero te agradezco todo lo que me enseñaste”.
Twitter: @RubenAguilar