Una de las consecuencias que más afectaron a la sociedad por la pandemia de covid-19, ha sido la crisis económica, sin embargo para algunos cuantos que conservaron sus empleos, el realizar cambios a su estilo de vida y disminuir sus gastos, beneficio su nueva situación.
A este grupo de personas se les conoce como “ahorradores pandémicos”, también llamados “superahorradores”, al decidir medir sus gastos, dejaron de viajar, de salir a comer, de ir al cine o participar en eventos, la situación actual los llevó a ser más precavidos.
Lo cual se podría llamar como un ahorro forzado, pero ante el avance del proceso de vacunación y la economía comienza a recuperarse, posiblemente estos ahorradores pandémicos vuelvan a aumentar los niveles de gasto.
Esto desde un punto de vista macroeconómico, es necesario para apuntalar la reactivación. De hecho, los gigantescos paquetes de estímulo fiscal que han inyectado dinero en las economías desarrolladas y las bajas tasas de interés que han generado una era de «dinero barato» buscan precisamente estimular el consumo para echar a andar la máquina otra vez.
Expertos advierten que este es un buen momento para replantearse lo que hacemos con nuestro dinero, tanto del punto de vista del pago de deudas, como del ahorro y la inversión, en cuanto al tema de finanzas personales.
La lección que nos dejó la pandemia: es que tenemos que ahorrar, le dice a BBC Mundo Sofía Gancedo, economista y fundadora de la empresa Bricksave.
Y dependiendo de las condiciones que existan en tu país, si has tenido la fortuna de contar con algunos recursos extra, vale la pena mirar la opción de invertir, pero invertir un monto que estés dispuesto a perder, apunta.
Un fenómeno que ha aumentado en los últimos años, explica, es la democratización de las tecnologías financieras (fintech).
Eso provee una serie de herramientas de ahorro e inversión que puedes manejar desde tu teléfono celular y que te permiten acceder a una mayor cantidad de alternativas para mejorar la manera en que organizas tu dinero.
Aunque, ciertos principios básicos no dependen de la tecnología, sino más bien de tu propia organización mental y práctica.
Las prioridades dependerán de la situación individual, seguir estos pasos puede ayudarte a visualizar mejor tu futuro y la manera en que fijas tus metas.
1-Define tus objetivos financieros y elabora un presupuesto
Lo que suelen recomendar los expertos es fijarse metas para el mes, para el año y para el largo plazo. Es recomendable dejarlo por escrito para que lo puedas revisar cada vez que pierdas la brújula.
Los objetivos financieros pueden ir desde recuperarse del impacto financiero de los últimos meses, conseguir un trabajo extra para complementar tu ingreso actual, buscar dónde están las tasas de interés más convenientes para reestructurar tu deuda, aumentar tu nivel de ahorro, cambiarte de trabajo o, por ejemplo, emprender.
En el largo plazo, es conveniente visualizar dónde quieres estar financieramente en 5 o 10 años más. De esa manera, tus objetivos más específicos estarán en el marco de un horizonte mayor.
Definidos los objetivos, el paso siguiente es crear un presupuesto. No tiene que ser necesariamente algo complicado ni con lujo de detalles, pero debería incluir al menos los gastos fijos agrupados en categorías, como puede ser la renta o la hipoteca, comida, medicamentos, vestuario, educación, vehículo, seguro médico, deudas, entretenimiento o lo que te sea más útil.
A eso se agrega una categoría de gastos extras o imprevistos (y si las condiciones lo permiten, ahorro). Al poner por escrito el presupuesto, es más fácil ver en qué te gastas el dinero y puedes detectar si te estás sobrepasando en alguna de aquellas categorías.
Lo más básico es preguntarse: ¿puedo vivir sin esto? y atreverse a romper la inercia haciendo los recortes necesarios.
Un buen presupuesto, recomiendan los expertos, debería contener el detalle de todos los ingresos y los gastos mensuales para cada uno de los 12 meses del año.
Esta herramienta es el paso que te permite llevar a la práctica las ideas que dan vueltas en tu cabeza. Sin un presupuesto, es muy difícil llegar a la meta financiera si no tienes el control de lo que haces cotidianamente con tu dinero.
2- Crea metas de ahorro
Cuando ya definiste tus objetivos y elaboraste un presupuesto, viene el siguiente paso: ahorrar.
En tiempos de pandemia, la incertidumbre financiera crece, y no estamos seguros de si nos renovarán el contrato o si los clientes volverán a demandar nuestros servicios o productos. Por eso, ahora más que nunca vale la pena tener un colchón que te pueda cubrir ante una emergencia.
«El ahorro no es guardar lo que me sobra del sueldo. Muchas veces requiere hacer ciertos sacrificios», explica Gancedo.
«Lo que yo recomiendo es ahorrar el equivalente a un año de tu sueldo», señala, aunque reconoce que puede ser una meta difícil de alcanzar. Con todo, al final de cuentas lo que vale es ahorrar lo que puedas, pero «hacerlo consistentemente».
La idea es partir de a poco y aumentar la meta según cómo evolucionen tus circunstancias. No importa el monto, lo que más importa es hacerse el hábito. «Es como salir a correr».
3- Invierte en aquello que estás dispuesto a perder
Ahorro, se vincula al tema de la inversión. Lo primero es darle una mirada a las tasas de interés en tu país para analizar en qué medida te conviene guardar el dinero en el banco o invertirlo.
En muchas de las economías ricas las tasas han llegado a niveles históricamente bajos, rondando el 0% o incluso negativas. Precisamente lo que buscan esos países es estimular la inversión y el consumo.
Si guardas los recursos en el banco, puede ser que incluso pierdas dinero con el pago de comisiones. Pero hay otros países donde vale la pena tener una cuenta de ahorro o un depósito a plazo.
Lo importante, dice Gancedo es que investigues dónde está poniendo tu dinero y no solo te dejes llevar por la promesa de una alta rentabilidad.
«Invierte en activos que realmente entiendes y con un monto que estás dispuesto a perder. No asumas riesgos con dinero que necesitas«.
La otra recomendación es arrancar de a poco y diversificar las inversiones, para evita una pérdida total cuando un activo se desploma.
Quizá la rentabilidad más alta es tentadora, pero siempre que hay que tener en cuenta que a mayor rentabilidad corres más riesgo. Eso ocurre, por ejemplo, con las criptomonedas.
El otro riesgo es que muchos inversores inexpertos siguen recomendaciones en redes sociales que no necesariamente provienen de una fuente calificada.
O se dejan llevar por la fiebre de una acción cuyo se precio se fue a la nubes de la noche a la mañana como ocurrió con la saga de GameStop.
El error más común
El principal error es no tener conciencia sobre lo que realmente es un crédito«, sostiene Gancedo.
El cual, se repite en todos los sectores sociales, en todos los países y en todos los niveles de educación.
Aunque parezca obvio que un crédito es un préstamo que tenemos que devolver (con intereses), muchas veces se produce una trampa psicológica en que usamos la tarjeta sin pensar que el dinero no es nuestro.