Tras varios días combatiendo los fuertes incendios forestales en Siberia, las autoridades rusas han informado que tras la magnitud se han perdido más de 3.4 millones de hectáreas de bosque, al mismo tiempo que la NASA ha confirmado que a raíz de este desastre el humo de estos incendios han alcanzado el Polo Norte.
Por otra parte, investigadores rusos han confirmado que el origen de estos incendios ha sido resultado del aumento en las temperaturas globales.
Así mismo, se ha dado a conocer que el incendio avanza a pasos agigantados a lo largo de la región de Yakutia, la cual se caracteriza por ser una zona de gran amplitud y poco poblada al norte de Siberia. De igual forma a través de su sitio web, la agencia meteorológica rusa Rosguidromet, ha manifestado que la crisis “continúa empeorando con una tendencia creciente en el número y área de incendios forestales”.
A través de sus redes sociales, la NASA informó el pasado sábado que el humo de los incendios en Yakutia, atravesó más de tres mil kilómetros hasta llegar al Polo Norte, “el humo denso y acre emitido por los incendios forestales cubrió el 6 de julio la mayor parte de Rusia”, indicó la agencia norteamericana.
En otro apartado, es necesario destacar que ante la presente situación, un gran número de organizaciones ecologistas, se han dado a la tarea de cuestionar la efectividad de la política rusa contra la extinción de incendios forestales, la cual incluye un decreto que permite al estado ruso ignorar los incendios forestales cuando el costo de extinguirlos excede el daño estimado.
Sin embargo, Alexei Yaroshenko, especialista sobre medio ambiente de la delegación de Greenpeace en Rusia, ha informado que los incendios forestales en Rusia han devastado 14.96 millones de hectáreas a lo largo de la nación desde el 1 de enero de este años, siendo este le peor desde el 2012.
Finalmente, los especialistas del apartado climático de la ONU, (IPCC), indicaron que la humanidad es la única responsable del cambio climático, y no hay otra solución más que reducir las emisiones de gas de efecto invernadero.