Por Gustavo Cano
Así, en caliente y al derechazo: ¿Qué es la inteligencia artificial?
Entre las chorromil definiciones que existen al respecto, creo que las que más ayudan a entender lo que en realidad es la inteligencia artificial (IA) son las siguientes:
Alan Turing en los 1950s especuló con el término de IA al nivel de “máquinas pensantes” que podrían razonar como los seres humanos y además pensar de manera autónoma. Cuando una máquina puede comunicarse con un ser humano a tal grado que el humano crea que se está comunicando con otro humano… ésa es inteligencia artificial.
En 1956, John McCarthy: Inteligencia artificial es cuando una computadora hace cosas que, cuando las hace la gente, requiere de inteligencia para llevarlas a cabo.
2013, Shubhendu y Vijay (IJSER): Los orígenes de la inteligencia artificial se pueden rastrear en el tiempo en los campos de la filosofía, la ficción y la imaginación. La IA es el estudio de ideas que inducen máquinas a responder a estimulaciones consistentes con respuestas tradicionales de humanos, dada la capacidad humana de contemplación, juicio e intención. Los sistemas de software que conforman la IA toman decisiones que normalmente requieren niveles humanos de conocimiento.
2018, West y Allen (Brookings) agregan al planteamiento anterior que estos sistemas cuentan con tres cualidades que constituyen la esencia de la inteligencia artificial: intencionalidad, inteligencia y adaptabilidad. Los algoritmos de IA están diseñados para tomar decisiones mediante el uso de datos en tiempo real. Los autores advierten que sin las salvaguardias pertinentes o sin la incorporación de consideraciones éticas, la utopía de la inteligencia artificial se puede convertir rápidamente en una distopía.
Desde una perspectiva comercial, tenemos que IA es la simulación de procesos de la inteligencia humana por máquinas, en especial sistemas computacionales. El aprendizaje de las máquinas es apenas uno de los múltiples componentes de la IA. Componente esencial: las máquinas son entrenadas para escribir y aprender el uso de algoritmos. Concepto clave: procesos de aprendizaje. (Burns, TechTarget)
De acuerdo a Copeland (Britannica, 2020), en lo referente a la inteligencia artificial, con base en el estudio de la inteligencia humana, los psicólogos se enfocan en el estudio de cinco características de manera simultánea: aprendizaje, razonamiento, capacidad de resolver problemas, percepción y el uso del lenguaje. Esto es, sin las anteriores cinco características, difícilmente se podría decir que un algoritmo o un sistema de algoritmos en una máquina “posee” inteligencia artificial.
Aquí creo que vale la pena hacer una parada reflexiva. Hay varios tipos de inteligencia artificial, pero la que más nos atañe como curiosos ilustrados, desde una perspectiva de las Ciencias Sociales, son las que tienen interacción directa con los seres humanos, esto es aquellas en las que interactúan directamente la inteligencia humana con la inteligencia artificial. Por ejemplo, un sistema de algoritmos que dirija una campaña política electoral que no nada más ayude a predecir el correcto ganador en una elección muy cerrada, sino que también contribuya decisivamente a que los votantes se decidan a votar por X candidata y no por Y candidate.
El tipo indirecto lo podríamos dividir entre indirectos nivel A e indirectos nivel B. Los primeros son los sistemas de algoritmos que interactúan directamente con el cuerpo humano, pero no con los procesos del pensamiento. Por ejemplo, un sistema de algoritmos que contribuya al tratamiento de cierto tipo de cánceres, incluyendo el cáncer de cerebro, visto aquí más como órgano del cuerpo humano que como órgano generador de pensamientos. El nivel B serían los sistemas de algoritmos que contribuyen a un mejoramiento/empeoramiento de la calidad de vida del humano, de manera indirecta, sin una interacción concreta con la inteligencia humana. Por ejemplo, para el caso positivo, un sistema de algoritmos que pueda prevenir accidentes a nivel nacional en las carreteras más transitadas en horas (o días) pico. Para el caso negativo, un sistema de algoritmos que controle el uso, colocación y ritmo de lanzamientos de ojivas termonucleares sobre el planeta por una potencia mundial irracional y sumida en un mar apocalíptico de silos monumentales y numerosos, listos para actuar.
Lo más interesante de todo lo anterior, es que los cuatro ejemplos que menciono, hasta donde yo entiendo, ya van más allá de la etapa de diseño en terrenos de la IA. Ya están en su etapa de construcción y/o perfeccionamiento. Pasar de la imaginación de lo que podría ser la IA a lo que ya es en menos de cien años, es un tris en la historia de la humanidad y un nano tris en la historia del universo. De ahí el razonamiento de que haya que tener cuidado al pasar hiper rápidamente de la utopía amiga a la distopía desnaturalizada sea una advertencia sensata.
Regresando un poco a lo que es la IA, me gustaría elaborar el siguiente punto: La IA siempre se ha relacionado con la inteligencia humana. Su único parámetro de comparación es la inteligencia humana. ¿Hasta qué grado es válido o útil pensar en la posibilidad de que los humanos al principio, y los algoritmos inteligentes después, logren crear y desarrollar una inteligencia completamente superior que vaya más allá del razonamiento humano y de las primeras generaciones de inteligencias artificiales? Esto es, el hecho de que esta nueva inteligencia, una meta-IA, logre desarrollarse sin comunicarse con sus abuelos, los humanos, ¿qué implica eso para la humanidad en su conjunto?
De acuerdo a los entendidos en materias espaciales y razonamientos cuánticos, lo anterior es simplemente inevitable. Si queremos “conquistar” el espacio antes de que el espacio nos conquiste a nosotros, debemos confiar en la meta-IA, cosa que en sí ya es bastante irónica: la IA no confía en nada, ni en nadie, por definición.
También me gustaría tocar el tema de la racionalidad. Como lo he dicho anteriormente, el lenguaje con el que se comunican la inteligencia humana y la artificial es la racionalidad. En el caso de la IA, los sistemas de algoritmos tienen la capacidad de aprender de la experiencia conforme se desarrollan en un mundo lleno de problemas por resolver, además de que tiene una capacidad impresionante y fenomenal para procesar información a velocidades expeditas. En estos dos aspectos, la IA es superior a la humana. Pero también existe un problema que pone en tremenda desventaja a los humanos y que forma parte de la esencia de ser humano: lo emocional.
Los humanos amamos, odiamos, somos felices, nos ponemos tristes, lloramos, reímos, nos da coraje, nos abrazamos, nos besamos, nos peleamos, nos reconciliamos, perdonamos, nos perdonan, rezamos, nos rezan, tenemos ninguno o uno o más dioses, discriminamos, pateamos a otros, nos agarran a cachetadas, somos avaros, somos generosos, nos casamos o nos divorciamos, nos da lástima la gente, les damos lástima a los demás, admiramos, despreciamos, somos solidarios, somos envidiosos y egoístas, somos filantrópicos, somos inhumanos (!), pensamos por los demás, piensan por nosotros, alucinamos, insultamos, alabamos, creemos en seres superiores, nos sentimos seres superiores e inferiores, somos racistas, somos sexistas, comemos sin tener hambre, somos obedientes, acariciamos mascotas, destruimos o asistimos a los demás, jalamos gatillos en la cabeza de otros por un puñado de dólares, hacemos la señal de la cruz a los moribundos, somos misericordiosos, tenemos una equilibrada o desequilibrada salud emocional, sufrimos si tenemos una pobre salud física, tenemos adicciones, la mayor parte de nosotros tenemos o venimos de una familia, la mayor parte de nosotros apreciamos y disfrutamos nuestra vida sexual, etc. Vayamos… ¡hasta tenemos un número ideal de horas de sueño por día! (8, para los que no sabían)
Todo lo que acabo de mencionar está incluido ya en el paquete de ser humanos y se desarrolla principalmente en el Mass Belief System, el Sistema de Creencias de las Masas. Y son demasiadas imperfecciones para un sistema de logaritmos que, por definición, su principal objetivo en su sencilla y útil vida es ejecutar acciones racionales. La IA no tiene conciencia, al menos en esta etapa de su desarrollo. Esto es, su Mass Belief System, es prácticamente inexistente. O, en el mejor de los casos, es sustituido por una colección infinita de experiencias que le ayudará a ser más infalible y eficiente en su proceso de toma de decisiones. En otras palabras, en lugar del defectuoso Mass Belief System de los humanos (de donde principalmente emerge su conciencia), la IA cuenta con una colección master de experiencias, sin posibilidad alguna de crear conciencia, al menos por el momento. En el momento que un sistema de logaritmos logre adquirir conciencia, esto es, independencia total en el actuar, la inteligencia artificial habrá dado el paso más importante para accionar de manera independiente, esto es, en su actuar, consultar con los humanos u obedecer instrucciones de ellos, será una opción más. Entonces el humano se convertiría en una mosca más en la ventana de la meta inteligencia artificial.
¿Qué aprendimos hoy? Hay muchas definiciones de inteligencia artificial. La IA y la imaginación van de la mano. Es imposible echar a andar la IA si no fue imaginada primero. La IA es superior a la racionalidad humana. La meta-IA ya no tendrá la necesidad de comunicarse con los humanos. En el terreno de la racionalidad, los sentimientos ponen en franca desventaja a la inteligencia humana en relación a la IA. Definitivamente queremos vivir en una utopía donde la IA contribuye a una vida humana más feliz y duradera, y queremos evitar a toda costa una distopía, ya que ése es el primer paso para desaparecer para siempre del mapa de la existencia de los seres que respiran para vivir en este planeta, en el corto plazo. Las principales ventajas actuales de la IA sobre la inteligencia humana, en el campo de la racionalidad, son la velocidad para procesar información, su capacidad de aprendizaje (acumulación de experiencias) y su falta de conciencia (las cuestiones emocionales no cuentan en su proceso de razonamiento).
Un algoritmo se distingue de un sistema de algoritmos de IA en que al primero hay que darle órdenes humanas para echarlo a andar, para activarlo. Mientras que el segundo también recibe la instrucción humana, hace por sí mismo lo que haya que hacer para lograr el objetivo planteado por el humano, involucra la toma de decisiones en el proceso, aunque es posible que para la próxima vez la IA se active sola para solucionar el problema planteado originalmente. Con el primero uno aprieta el botón y sabe lo que va a suceder, es una simple herramienta auxiliar. Con el segundo uno aprieta el botón y uno no sabe cuál será el resultado final exacto, ni la manera como se logra el resultado final, sino hasta que el resultado final se da en función del aprendizaje del sistema de algoritmos. El primero es un proceso ex ante, más mecánico. El segundo es un proceso ex post, más independiente en su proceder, en su proceso de aprendizaje y en su resultado final. En ambos procesos las preferencias originales (los objetivos) son planteadas por los humanos. En la meta-AI, no necesariamente la preferencia original será la planteada por los humanos…