La Guerra Civil Española fue una guerra premonitoria de cara a lo que se convertiría años más tarde en la Segunda Guerra Mundial. Incluso el dictador Francisco Franco mostraría su simpatía por el mismo Hitler tiempo después. Una mezcla de caudillo y fascista era el dictador Franco.
Francisco Franco llegó al poder con un golpe de estado y lo dio en contra de un gobierno elegido democráticamente. Venció en una guerra fratricida en la que enarboló principios y valores fascistas que vendrían a ser su marca de gobierno: represión, violencia, ejecuciones, intolerancia y menos cero en democracia.
El pasado 20 de julio, el gobierno de Pedro Sánchez aprobó en Consejo de ministros, una propuesta de ley que abona en la reconciliación con las víctimas y exiliados españoles a causa de la dictadura Franquista: Ley de Memoria democrática que busca entre otras cosas, reprochar la defensa de los pseudo valores franquistas faltos de cualquier principio constitucional o de los derechos humanos.
Resulta curioso, por no decir deleznable, que algunos políticos se atrevan a defender un régimen a todas luces totalitario. Incluso se escucha decir qué se está minusvalorando el pasado de España como si un pasado dictatorial fuera motivo de orgullo.
También la oposición ha señalado que el Gobierno de Sánchez está utilizando al franquismo como una especie de baza política pero tampoco esta misma posición señala de manera clara que efectivamente en España se vivió una dictadura, ¿será que se sienten herederos de esa de esa España totalitaria? porque si es así, quienes realmente están volviendo al pasado no son los socialistas sino aquellos que se sienten herederos de Franco y se autonombran como “derechas”.
Como en otras ocasiones en esta misma columna he reflexionado acerca de los valores democráticos y, de la España democrática en particular, reconociendo la importancia no sólo de contar con una Constitución que en el entorno europeo se vuelve fundamental, sino que también otra de las cosas importantes a considerar es que las leyes secundarias de esta Constitución sirvan como palanca de Justicia y de no repetición de delitos como los cometidos durante la dictadura franquista.
Sin duda es un acierto más para el Gobierno en turno el equiparar coma como en Alemania, que el negacionismo de una dictadura o de un régimen fascista, constituiría por lo menos, una falta grave administrativa o hasta un delito. Los muertos de la dictadura franquista siguen vivos en esta memoria colectiva y resulta necesario reconocerles como parte de la sociedad española reprimida por una dictadura.
No se trata de venganza, se trata de justicia. De cara al sol, no se puede tapar este con un solo dedo.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
@cgonblanc