Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado miércoles 30 de junio, el presidente en su comparecencia mañanera presentó una nueva sección que habrá de repetir todas las semanas con el nombre de Quién es quién en las mentiras.
De acuerdo al presidente este ejercicio busca exhibir “las mentiras que se difunden en medios de información”, para que exista “cada vez más una ciudadanía muy consciente, no susceptible de manipulación y que prevalezca siempre la verdad”. El espacio va a estar a cargo de la periodista Ana Elizabeth García Vilchis, quien un día a la semana compartirá la mañanera con el presidente.
De esta nueva parte del Reality show, que son y seguirán siendo las mañaneras, diversas publicaciones ya hicieron un análisis crítico. Animal Político, en su sección El sabueso, muestra como García Vilchis tuvo claras omisiones, evidentes imprecisiones e incluso cayó en mentiras.
A partir de esta primera ocasión, que estructuró como un desmentido a las supuestas mentiras de los medios, queda claro que se trata de un ejercicio de manipulación informativa, de construcción de fake news, por parte de la Presidencia de la República.
Lo que realmente digan los medios es irrelevante. Como en esta primera vez las siguientes intervenciones de García Vilchis serán un ejercicio de propaganda política. A los medios y a los periodistas se les hará decir, aunque no lo hayan dicho, lo que convenga a la estrategia de comunicación del presidente.
Este añadido a la comparecencia mañanera obedece a un triple propósito. El más importante es inyectarle interés a un ejercicio que va en picada. Cada vez resulta más intrascendente y aburrido. Todos los días el presidente dice lo mismo. Siempre es predecible. Es posible que por algunas semanas provoque cierto interés de los medios, pero pronto dejará de ser noticia.
Un segundo propósito es denostar el ejercicio del periodismo profesional y crítico. El presidente los considera sus enemigos. La prensa tiene que ver la realidad como él la imagina y no como es. Los medios de comunicación y no la incapacidad y fracaso del gobierno son los responsables de que la ciudadanía perciba lo que pasa de otra manera.
El tercero y último propósito es que los simpatizantes visualicen quiénes son los mayores enemigos del presidente; los medios de comunicación. Él en su esfuerzo sistemático de desprestigiar a la prensa, quiere que los suyos se blinden del efecto pernicioso de estos instrumentos fundamentales de la libertad y la vida democrática.
En su desesperación, las cosas no suceden como las imaginó, el presidente equivoca una vez más su estrategia de comunicación. La sección Quién es quién en las mentiras va a consolidar su imagen como un gobernante autoritario y enemigo de la libertad de expresión. El quemadero de la inquisición operado por él tendrá un efecto contrario a lo que se propone. Será el objeto de las llamas.
Twitter: @RubenAguilar