- Por una #SociedadHorizontal
Al referirse a la clase media, el presidente López Obrador calificó a quienes forman parte de la ésta como “aspiracionistas, egoístas y con el deseo de triunfar a toda costa”. En una siguiente declaración señaló que, “hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba, encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos morales de ninguna índole. Como son partidarios del que no transa no avanza, es increíble cómo apoyan a gobiernos corruptos”.
La declaración la dio en el marco de los resultados electorales del pasado 6 de junio, específicamente en torno a lo ocurrido en la CDMX, donde la alianza opositora (compuesta por PRI, PAN y PRD) obtuvo el 45.4% de los votos, mientras que Morena y sus aliados obtuvieron 43.1%. Después de 24 años en el poder de la capital, la izquierda perdió en su histórico bastión. Lo mismo ocurrió en la zona conurbada del Estado de México, donde la oposición obtuvo un 43.46% de los voto, mientras que los partidos aliados de López Obrador alcanzaron solo el 42,68%.
Lo dicho por AMLO ha generado una gran polémica pues desnuda con toda claridad su entendimiento de la sociedad mexicana y la clara división que marca su proyecto político: estás conmigo o estás contra mi. No obstante, poner a la clase media en el corazón de la discusión, no solo pone de manifiesto el débil entendimiento del proceso político que hoy vivimos, sino la miopía con la que el titular del ejecutivo percibe el equilibrio social de los próximos años.
En primer lugar debemos subrayar que fue la clase media la que definió el triunfo de AMLO en 2018. Los segmentos más educados y de mejores ingresos, optaron por López Obrador en la elección presidencial. De la misma forma en que votaron por Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el triunfo de la llamada 4T se debió al apoyo decidido de la clase media hace tres años. Hacer este recuento es importante, pues tres años después, el pasado 6 de junio, la clase media retiró su apoyo al proyecto lopezobradorista. Vale la pena hacer algunas reflexiones sobre la posición exhibida recientemente por AMLO.
En el más amplio sentido antropológico, más del 60% de la población se considera de clase media. Si alguien tiene un refrigerador, si cuenta con coche, si logra pagar una hipoteca o si está por debajo de los multimillonarios mexicanos que son “mil veces más ricos”, esa persona se considera “clasemediero”. Ser de clase media es un concepto tan amplio, que la gran mayoría se percibe como parte de ella.
No obstante, una vez que se revisan los números y las estadísticas, según el Inegi, cuatro de cada 10 personas son parte de la clase media en México. Según el estudio “cuantificando a la clase media en México”, realizado por el Inegi, el 42% de los hogares mexicanos son parte de las llamadas “clases medias” y en ellos vive el 39% de los habitantes del país. Este porcentaje es aún mayor en las zonas urbanas, donde el 50% de los hogares corresponde a este estrato social.
Por su parte, en el libro “Clasemediero” de Luis Rubio y Luis de la Calle, publicado en 2010 se señala que el 53.2 por ciento de la población urbana del país era ya de clase media desde el 2002. Desde esta perspectiva, es fundamental reconocer que la población de clase media es mayoría en el país”. No obstante, Viridiana Ríos contradice estos datos y señala que “existe un malentendido” y sólo el 12% de la población es verdaderamente clase media. La investigadora de Harvard subraya que “para ser de clase media, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Social de Evalúa de Ciudad de México, se necesita tener ingresos suficientes para satisfacer necesidades de educación, salud, servicios sanitarios drenaje, teléfono, seguridad social, electricidad, combustible, bienes durables básicos y no trabajar más de 48 horas a la semana”.
Más allá de mediciones estadísticas, la clase media se puede concebir como un conjunto de estratos diferenciados cuyas características comunes son esencialmente culturales, de actitud y de patrones de consumo. Lo que las unifica en su cosmovisión es la expectativa de mejoría económica sistemática y una percepción de la educación como un imperativo para el desarrollo de los hijos.
Es muy probable que AMLO haya firmado la sentencia de muerte de su proyecto político. Al atacar a la clase media, ha confirmado la estrechez de su visión de país. El México por el que luchamos millones de personas día con día, es uno donde “echarle ganas” es la condición necesaria para respirar, para levantarse, para esperar un nuevo día. Estamos hablando de un México donde el trabajo, el carácter, la disciplina, se ponen a prueba día con día.
AMLO ha inaugurado la competencia que viene. Aquella entre los que creemos en un México donde dejemos de ser pobres por nuestra propia decisión, frente a aquella en la que la voluntad caprichosa y limitada de un solitario habitante de palacio defina el destino de la gente. Este es el banderazo para la emancipación de la #SociedadHorizontal que tanto anhelamos.