El gran derrotado en la pasada elección es el presidente López Obrador. En un solo día pierde sus dos más importantes bastiones.
La mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la Ciudad de México, que es el centro político de la República y donde se construyó como personaje nacional.
El presidente hizo todo lo que pudo, para mantener la mayoría calificada en la Cámara Diputados, que ahora está en poder de Morena y sus aliados.
En estos tres años así ha podido hacer las modificaciones que ha querido a la Constitución, aunque después se atoren en el Senado, pero sobre todo en la SCJN.
Para el proyecto del presidente la mayoría calificada era fundamental en sí misma y también por el peso simbólico. Ahora pierde 51 escaños, que pasan a la oposición.
La Alianza va por México (PAN-PRI-PRD) se constituye como una real oposición. En estos tres años ha estado borrada solo observando lo que ocurre.
Ahora, el presidente no puede realizar ningún cambio en la Constitución, que tanto necesita como parte de su proyecto de regresión autoritaria.
La oposición puede impedir que se eliminen órganos autónomos del Estado, como el INE, que el presidente había ya anunciado desaparecería.
El control de la Ciudad de México es símbolo del poder y ahora de las 16 alcaldías el presidente pierde 10. Los habitantes de la capital del país rechazaron a los alcaldes de Morena.
La oposición ni en el mejor escenario pensó en ganar tantas alcaldías. Esto pone de manifiesto que en amplias zonas de la Ciudad de México, más de la mitad, hay un claro rechazo a Morena y el actual gobierno.
Esta derrota lo es también para la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que hasta ahora es la candidata de Morena preferida del presidente, para la elección presidencial del 2024.
Lo es también para Marcelo Ebrard, canciller de la República, el otro candidato, que como jefe de Gobierno construyó la Línea-12 del metro que se derrumbó.
El presidente, con la incapacidad que tiene, para relacionares con las víctimas, no se hizo presente en el lugar, para solidarizarse con ellas y sus familias. Al día de hoy no hay responsables de este desastre.
La población de la capital cobró al presidente, a la jefa de Gobierno y a quien también lo fue su responsabilidad ante esta tragedia que nunca debió ocurrir.
A estas dos contundentes derrotas se debe añadir que los tres partidos nuevos, diseño del presidente en el marco de su estrategia política, no pudieron refrendar su registro y en su nacimiento dejan de existir.
Twitter: @RubenAguilar