Nos resulta tan simple, y en muchos casos algo banal, abrir el grifo y obtener el vital líquido, para nuestras actividades cotidianas no representa mayor esfuerzo o sacrificio, desgraciadamente esta simple acción para muchos representa la vida, sí, recordemos que el agua es fundamental para nuestro desarrollo y supervivencia, ya que se utiliza en la industria, en la agricultura y en la salud. En la actualidad más de mil millones de personas viven en regiones con escasez de agua, y para el 2025 se calcula que 3.500 millones podrían sufrir escasez de agua.
Recordemos que México es la segunda nación en América Latina que presenta un alto nivel de estrés hídrico, consumimos entre el 40 y 80% de nuestras reservas de agua anualmente, y se calcula que más de 44 millones de mexicanos no tienen en sus hogares dotación diaria de agua.
Este dato era escalofriante antes de iniciar la pandemia –producto del SARS-Cov2–, información hundida en el olvido, tanto por los distintos órdenes de gobierno como de la sociedad, siendo los medios de comunicación parte importante de este proceso irresponsable, ya que se habló mucho de la importancia de lavarnos las manos, de mantener cierta calidad de higiene, y no solo era lavarnos las manos, era lavar todo producto o aquello que entrara a nuestro hogar.
Anteriormente, en promedio una persona se lavaba las manos por lo menos tres veces al día, en un lapso no mayor a cinco segundos, ahora –desde el inicio de la pandemia– lo hacemos durante 20 segundos o más, y esta acción la repetimos más de 10 veces al día, actividad que ha aumentado hasta 15 veces la demanda de agua, adicional a esta actividad inconsciente tenemos que sumar su contaminación y la pérdida por fugas.
Complementario al mal uso del recurso hídrico nos enfrentamos a un problema mayor, una gran sequía que ha afectado al territorio nacional durante los últimos años, la falta de lluvias ha provocado que las diferentes presas de almacenamiento del sistema Cutzamala se encuentren en niveles críticos, de acuerdo al reporte emitido por el Comité Nacional de Grandes Presas de la Comisión Nacional del Agua presentado el once de mayo, el almacenamiento total era de 318.2 Mm3 –millones de metros cúbicos–, que representa el 40.7% de la capacidad total de almacenamiento de las tres principales presas, 22.9% por abajo del almacenamiento promedio histórico. Datos que prenden los focos rojos, ya que de seguir esta sequía y el mal uso de recurso hídrico se estima que las presas del sistema Cutzamala sólo podrán abastecer de agua al Valle de México máximo durante un año, y colapsar en año y medio, debido a la saturación de sedimentos que aportan los cuerpos de agua y a la urgencia de renovar su infraestructura.
Los bajos volúmenes en las presas conducirán a otro problema; la falta de oxígeno en el agua y la acumulación de sedimentos estimularían a la formación de algas y otro tipo de vegetación acuática, que afectarían la calidad del agua y a su vez, imposibilitaría que la maquinaria del sistema funcione adecuadamente.
En consecuencia, ante este pésimo panorama los tres órdenes de gobierno y sociedad civil nos tenemos que sumar a un cambio, hacer un uso responsable de los recursos hídricos y establecer estrategias serias que garanticen una adecuada gestión del agua, por ejemplo; se deben instaurar sensatos programas de restauración de nuestros ecosistemas forestales, trabajar en la reforestación de áreas prioritarias, promover la regeneración natural, implementar acciones para recuperación de suelos y tecnificar los sistemas agrícolas que tienen un efecto directo en la recarga de nuestros acuíferos.
De la misma manera establecer medidas referentes a la captación de agua pluvial, al reúso de aguas tratadas en el sector agrícola, reciclar completamente toda el agua que sale del drenaje público, crear compromisos con los desarrolladores urbanos donde las plantas tratadoras de aguas residuales sea un elemento prioritario, ajustar las tarifas de consumo conforme al volumen consumido, evitar a toda costa las fugas, establecer jardines o parques urbanos como zonas de recarga, modificar en algunas zonas los mecanismos de distribución y contar con dependencias solidas desde el punto de vista financiero para hacer frente ante cualquier crisis.
Considero sensato mencionar que los principales responsables en el consumo hídrico somos las personas, hago un llamado a la población para que cuidemos del agua, tengamos en cuenta que el agua es el recurso renovable más importante, sobre todo si nos referimos a la calidad de vida, si no se toman las medidas adecuadas y oportunas llegaremos al punto de “No Retorno”, poniendo en grave riesgo la viabilidad de la Ciudad de México y Área Metropolitana, y éste será cuando se queden sin agua y no pueda satisfacer la necesidades de sus habitantes, aún estamos a tiempo de corregir el rumbo, pero dependerá en gran medida de la capacidad en la toma de decisiones de los gobiernos involucrados, impulsando las políticas públicas necesarias para hacer frente a esta problemática.