El mayor destructor de la selva campechana y de zonas forestales son los menonitas y Calakmul es el municipio de mayor afectación, aseguró Martha Alicia Mendoza Vera, titular de la Procuraduría Federal para la Protección del Ambiente (Profepa).
La funcionaria federal reconoció que faltan elementos, apoyo y que los pobladores de las zonas trabajen en conjunto con las autoridades porque son los interesados en que la selva maya sea preservada.
Explicó que los municipios afectados por la deforestación, hablando de tala y quemas, son Hopelchén y ahora Calakmul; señala que en este último caso hay preocupación debido a que “es una zona protegida por la cantidad de especies de flora y fauna en el lugar y claro, por la zona arqueológica que existe”.
Recordó que ya hay elementos de la Guardia Nacional (GN) cerca de la zona protegida y que actualmente son los vigilantes de lo que sucede al interior y en los alrededores de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, es decir, están al pendiente de transportación de maderas y otros activos naturales que extraen del área conocida también como “El pulmón de América”.
La visita de Mendoza Vera fue para atestiguar un curso a pescadores de altura campechanos referentes al uso de excluidores de tortugas en las redes que las embarcaciones utilizan.
En 2016, La Jornada Maya informó que en Campeche la deforestación tiene forma de soya y de ganado, y los responsables son, en la mayoría de las ocasiones, habitantes de las colonias menonitas del centro y del norte del estado.
En dicho año, fue informado que quien desmonta una parcela sabe que lo puede hacer impunemente, pues la Profepa, que está a cargo de perseguir esos delitos, tenía de por sí poco personal cuando sufrió un recorte de 13 por ciento de su presupuesto en el 2015, lo que llevó a que sea muy difícil que la procuraduría persiga a quien lo hace.
De acuerdo con el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, para aprovechar la madera de las selvas del estado hace falta cubrir más de 50 trámites, y la autorización final puede tardar hasta tres años. Eso hace que, en los hechos, a los propietarios de las selvas campechanas les salga carísimo mantenerlas en pie, lo que las devalúa enormemente.
Desmontar una parcela es sencillo, y una vez que se ha hecho, se pueden sembrar productos agrícolas o poner ganado que apenas está regulado y hasta se puede acceder a enormes subsidios.
Diversas organizaciones señalan que en la selva maya deforestan aproximadamente 16 mil hectáreas al año.