En México el 10 de mayo como Día de las Madres se remonta a principios del siglo XX, cuando Rafael Alducin, periodista poblano, decidió emular en nuestro país celebraciones similares en Estados Unidos.
El 13 de abril de 1922, el periodista lanzó una convocatoria en una de las páginas de su diario para institucionalizar el Día de las Madres y celebrarlo por primera vez el 10 de mayo.
A esta iniciativa se suscribió el entonces Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos.
Después poco a poco, los mexicanos fueron adoptando esta fecha para celebrar a las madres, bajo la premisa:
“No hay sacrificio suficientemente grande para el corazón de una madre; no hay cáliz de dolor y amargura que ésta no esté dispuesta a llevar a sus labios, si puede evitar una gota tan sólo de acíbar a los seres queridos, prolongación de su propia vida; no hay manera de poder aquilatar con certeza la profundidad y alcance del amor materno”.
Años más tarde, en 1944, el presidente Manuel Ávila Camacho colocó la primera piedra del Monumento a la Madre en la Ciudad de México, cerca del cruce entre las avenidas Reforma e Insurgentes.
La estructura estilo Art Decó realizada por el arquitecto José Villagrán García, fue terminada hasta 1949 e inaugurada por el sucesor de Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés.
En la placa colocada al pie de la escultura que representa a una madre mexicana sosteniendo a su bebé entre sus brazos, se inscribió la frase “A la que nos amó antes de conocernos“.
El “otro” origen del Día de la Madre en México
Sin embargo, un estudio reciente llevado a cabo por Marta Acevedo, investigadora especializada en Ciencias Sociales y Estudios de Género, señaló que la creación del Día de las Madres por parte de Alducin y sus allegados, pudo haber sido más bien una reacción a un movimiento feminista que llevaba años gestándose en Yucatán.
En 1916, seis años antes de que el fundador del diario Excélsior saliera con su iniciativa de “honrar a la madre”, grupos de hombres y mujeres interesados en temas como la planificación familiar, comenzaron a ofrecer talleres sobre enfermedades venéreas, temas jurídicos y profilaxis, así como orientación sexual a todo el que la solicitara.
En estos movimientos se apoyaba la maternidad como opción y no como obligación.
En una época en la que algunas instituciones daban premios a la madre que tuviera más hijos y se exaltaba la maternidad como obligación de todas las mujeres, movimientos como el antes mencionado pudieron haber hecho que Alducin, que en sus artículos atacó “las ideas extranjeras que quieren acabar con la moral del país”, ideara una forma de celebrar la maternidad como un ideal noble y obligatorio: el Día de las Madres.
La lucha social que inspiró el Día de las Madres en Estados Unidos
El 10 de mayo de 1908, tres años después de la muerte de su propia madre, la activista social Anna Jarvis, organizó un pequeño evento para conmemorarla a ella, a su lucha, y también al resto de las madres de la Iglesia Episcopal Metodista de la región de Grafton en Virginia Occidental.
Su lucha, la de la madre de Anna, fue contra el abuso de los dueños de las fábricas de las ciudades a las que las mujeres, en especial las madres trabajadoras, eran sometidas.
Para mediados del siglo XIX Reeves Jarvis, la madre de Anna Jarvis, promovió la seguridad social de las mujeres que trabajaban en las fábricas y en la industria textil, que en esos años experimentaba una expansión acelerada.
En lugar de crear un día solo para celebrar a las madres, Jarvis buscó el reconocimiento de las madres trabajadoras, que pasaban más de 12 horas en las fábricas a cambio de salarios miserables, que no gozaban de ningún tipo de garantías sociales y que no contaban con la posibilidad de procurar a sus hijos por miedo a perder su empleo.
La premisa de Anna Jarvis, la hija, para celebrar ese día fue la de celebrar a “la persona que ha hecho más por ti que cualquiera en este mundo“.
Ese mismo año, el Congreso de Estados Unidos rechazó la idea de Jarvis de institucionalizar el Día de la Madre, pero para 1911, casi todos los estados del país ya lo celebraban, aunque no de manera oficial.
En esos años, importantes protestas por parte de trabajadoras que eran explotadas por los dueños de las fábricas, tomaron lugar en ciudades de Estados Unidos, como Nueva York y Chicago.
En Nueva York, Clara Lechmil, una joven de apenas 23 años de edad, lideró una marcha de gran magnitud que provocó que los dueños explotadores cedieran y comenzaran a ofrecer garantías sociales y mejores condiciones laborales para las mujeres que trabajaban con ellos.
Cabe destacar que una de las huelgas más importantes en este aspecto fue la de Lawrence, Massachusetts, en 1912, que también avanzó en el tema de el mejoramiento del trato de los empresarios y los dueños del capital hacia sus empleadas.
En 1914, el entonces presidente Woodrow Wilson, firmó un documento que oficializó el Día de las Madres, definiendo al segundo domingo del mes mayo como el día en que debía celebrarse.
Poco a poco, otros países, incluido México, se sumaron a la celebración inspirada por una mujer que solo quería rendirle tributo a su madre y a la labor que había hecho durante tantos años hasta su muerte.
El culto a la figura de la Madre en el México antiguo
Si bien la celebración de este día no es tan vieja como uno creería (se institucionalizó hasta principios del siglo XX), en México, más específicamente, los territorios en los que florecieron las culturas prehispánicas, se rendía culto a Coatlicue, la madre del dios Huitzilopochtli.
Según la tradición mexica, antes de nacer Huitzilopochtli, el también dios de la guerra, sus hermanos, nacidos antes que él, intentaron matar a su madre para evitar que naciera, por lo que Huitzilopochtli adelantó su nacimiento y descuartizó a su hermana, Coyolxauhqui, por atreverse a planear el matricidio.
De esta manera la deidad representativa del Sol defendió a su madre, que estuvo dispuesta a sacrificar su vida para que su hijo, deidad principal de los antiguos mexicanos, pudiera nacer.
Por ello, cada cierto tiempo los indígenas rendían tributo a esta diosa, dedicando ofrendas de flores, plumas, pieles, piedras y metales preciosos.
A mediados de la primavera, los mexicas acudían al cerro del Tepeyac para honrar a Tonantzin, la madre de los dioses, principal figura materna para su cultura y deidad que luego de la invasión europea fue reemplazada, a través del sincretismo, por la Virgen de Guadalupe de los españoles.
En el México prehispánico, se reconoció a la madre a través de ceremonias que buscaban la comunión cósmica y terrenal pues era ella, Tonantzin (madre venerable en idioma náhuatl) la que daba vida (pues era la madre tierra), la fuerza más grande e importante de su cosmogonía.
Tal vez el Día de la Madre se instituyó hasta el siglo XX pero se puede reconocer que, desde el México antiguo, los habitantes de este país han rendido homenaje y tributo a esa figura que es tan importante para cada mexicano hoy y siempre: la mamá.