Hace un par de décadas el mundo científico había alertado sobre los efectos que la destrucción de los ecosistemas y la pérdida de vida silvestre -en concreto el tráfico ilegal de fauna silvestre- podrían causar, entre los efectos más devastadores sería la aparición de pandemias que involucrarían a la salud humana. Diversos medios científicos señalaban que la próxima pandemia se originaría en Asia. En noviembre de 2002 apareció una enfermedad que mostró una elevada capacidad patógena y letalidad, ya que de noviembre de 2002 hasta finales de junio de 2003 produjo 8422 casos y 916 defunciones en 29 países de los cinco continentes, siendo la primera Pandemia del siglo XXI, enfermedad viral conocida como Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés), teniendo como origen la región de Guangdong, al sur de la China.
Ahora permítanme adelantar un poco el tiempo, para situarnos a finales del 2019, en un mercado situado en la ciudad de Wuhan, en China, donde autoridades sanitarias detectaron una serie de casos de neumonía producida por una causa desconocida. En ese momento se activó la alarma sobre una nueva enfermedad. Las primeras investigaciones determinaron que se trataba de un nuevo tipo de virus, de la familia Coronavidae, emparentado con el SARS y con el causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), pero distinto y se consideró como una nueva enfermedad, nombrándola SARS-CoV-2 (Covid-19), enfermedad que nos ha dado una gran lección.
El SARS-CoV-2 llegó a los humanos en su forma patógena de una fuente animal, Pandemia generada por actos irresponsables de comercio, hacinamiento y maltrato de fauna silvestre, desgraciadamente esta actividad sigue siendo un fuerte motor en la economía de algunos países, entre ellos México y erradicar esta práctica se ha tornado muy complejo.
Hoy en día no podemos pensar en el error como herramienta de enseñanza y aprendizaje, es por ello que el tema ambiental es fundamental en la agenda política de México, se debe proponer y legislar con inteligencia y madurez, recordemos que uno de los principales problemas que enfrentamos como nación es la pérdida y fragmentación de los ecosistemas derivado de la sobrepoblación, la seguridad alimentaria y el uso desmedido de nuestros recursos naturales, entre ellos el cambio uso de suelo y el tráfico y comercio ilegal de fauna silvestre.
En México, el 2021 tiene una connotación muy interesante, ya que se realizarán las elecciones más grandes de la historia por la cantidad de cargos que se renovarán y la participación ciudadana que se espera que acuda a las urnas. En los 32 estados de México se elegirá algún cargo popular, entre ellos 15 gobernadores, lo cual, significa una oportunidad para que los distintos partidos políticos de forma consiente hagan propuestas serías para la garantizar no solo un medio ambiente sano, sino su continuidad y sostenibilidad, además del rescate y presencia de las instituciones encargadas de velar por su protección y conservación.
Sin embargo, resulta fundamental señalar a los actores políticos que el tema ambiental no es una moda o un instrumento para ganar simpatizantes, su incomprensión desde los años 80´s a la fecha han traído consigo una crisis ambiental de cual todavía no salimos, de hecho la brecha se ha hecho más grande, ya que su abordaje no ha sido el correcto y sólo se ha afectado a los más vulnerables, además no se ha entendido la noción geográfica como herramienta en la solución de los conflictos ambientales.
Las políticas públicas que buscan una transformación o una solución a corto plazo sobre los conflictos ambientales sin fundamentos técnicos y científicos, no lograrán reducir las diferencias en la sociedad y la crisis ambiental se acentuará provocando deterioros irreversibles.
No debemos participar en el doble discurso -inmoral e incongruente-, debemos actuar ya, existen diversos temas en la agenda ambiental de los cuales no podemos posponer y cumplir con los acuerdos establecidos a nivel global, entre ellos, combatir el cambio climático, en México un poco más del 90% de la energía que se produce proviene de combustibles fósiles, se tendría que ir disminuyendo ese porcentaje y aumentar la energía que se genera por fuentes renovables. El problema es que se sigue apostando por los hidrocarburos al construir una nueva refinería y tener planes para modernizar centrales eléctricas dependientes del carbón. Los daños no sólo serían ambientales, la salud de las personas se vería afectada, lo cual le costaría mucho dinero al país.
De la misma forma, este año es importante para concretar reformas y nuevas leyes ambientales, por ejemplo; se espera la aprobación de iniciativas de reformas a; la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, a la Ley General de Aguas, a la Ley General de Vida Silvestre, Normas Oficiales Mexicanas, entre muchas otras herramientas jurídicas, pero, de no legislar con responsabilidad, congruencia y visión a largo plazo, apoyados por diversas áreas técnicas y científicas, dichas propuestas serán un retroceso más y se acentuará la crisis ambiental en México, sacrificando el desarrollo sostenible, la justicia, equidad e igualdad social.
La desatención al medio ambiente y recursos naturales en México han generado diversos riesgos inminentes que demandan de acciones rápidas, sustentadas en evidencias científicas y técnicas, y que prioricen la justicia ambiental y respeto a los derechos humanos.
No podemos seguir cayendo en el error, y seguir con el paradigma de error como herramienta de enseñanza y aprendizaje, contamos con todos los conocimientos en materia ambiental y social, además de existir gente capaz tanto en el sector de medio ambiente como en la academia que nos ayude a cambiar el rumbo, un rumbo soñado, para muchos un camino verde.