Japón infomó este martes su decisión de verter al Pacífico el agua contaminada de la accidentada central nuclear de Fukushima tras tratarla para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos, un proceso que tiene previsto comenzar en 2023.
Esta controvertida medida está dirigida a resolver la acumulación de agua radiactiva en las instalaciones nucleares de Daiichi, uno de los problemas más urgentes dentro del complejo proceso de desmantelamiento de la planta que resultó dañada por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011.
El primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, tomó hoy esta decisión en una reunión con su Gabinete de Gobierno, después de someterla a consultas con la operadora de la planta, Tokyo Electric Power, con el regulador nuclear nipón, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y con las autoridades locales de Fukushima, entre otras partes.
Suga calificó la medida de “inevitable” para el desmantelamiento de la central, así como la opción “más realista” de las disponibles, según dijo en declaraciones durante la reunión recogidas por la cadena estatal de radiotelevisión NHK.
El vertido controlado de agua procedente de la central era la solución por la que se habían decantado desde principios del año pasado las autoridades niponas, al considerarla la más viable entre un elenco de otras opciones técnicamente más complejas.
Pero la decisión final se había retrasado debido a la oposición del Gobierno de Fukushima y de las asociaciones de pescadores locales, que consideran que el vertido podría perjudicar aún más sus actividades económicas, entre las más castigadas por el accidente nuclear de 2011.
Las autoridades japonesas mantienen que el vertido no generará ningún riesgo para la salud humana debido a que los niveles de tritio liberados al mar estarán por debajo de los estándares sanitarios nacionales -al ser mezclado con agua marina-, y defienden que esta es una práctica habitual en la industria nuclear de otros países.
Suga afirmó que el Gobierno “hará esfuerzos” por despejar la inquietud generada por el vertido, y afirmó que el plan gubernamental “ha sido estudiado por expertos durante más de 6 años” y cuenta con el visto bueno del OIEA.
Se trata del agua almacenada en enormes tanques y procedente del enfriamiento de los núcleos de los reactores nucleares dañados, así como de los acuíferos subterráneos y lluvias que se filtran y terminan contaminadas con isótopos radiactivos.
Las instalaciones de Fukushima Daiichi cuentan con un sistema de procesamiento del agua que elimina la mayoría de los materiales radiactivos considerados peligrosos, con excepción del tritio, un isótopo presente en la naturaleza aunque en baja concentración.
Más de 1.25 millones de toneladas de agua procesada se almacenan en las instalaciones de Daiichi, y se prevé que la capacidad para su almacenamiento se agote en otoño del próximo año según el ritmo actual al que se genera ese líquido.
El Ejecutivo nipón prevé llevar a cabo el vertido controlado durante dos años a partir de la decisión tomada hoy, según explicó Suga.