Se necesitará mucho más que una pandemia para resolver la crisis climática. A pesar de las cuarentenas a causa de la pandemia de coronavirus, las emisiones globales de gases de efecto invernadero siguen aumentando a un ritmo implacable. Así lo dio a conocer la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA).
Según las mediciones de la NOAA, los niveles globales de emisiones de CO2 son más altos de lo que han sido en los últimos 3.6 millones de años. Las emisiones anuales de metano, un gas de efecto invernadero 28 veces más potente que el CO2, acaban de experimentar su mayor aumento interanual desde el comienzo de los registros en 1983.
Después de una breve y rápida caída en las emisiones de gases de efecto invernadero el año pasado, hemos vuelto al punto de partida. En 2020, el promedio de la superficie global para las emisiones de CO2 fue de 412.5 partes por millón (ppm). Este es el quinto aumento más grande jamás observado en el récord de 63 años de la NOAA.
Estos preocupantes números se calcularon a partir de varios lugares de muestreo en todo el mundo; juntos, pintan un panorama sombrío de nuestro futuro. Sin la desaceleración económica provocada por la pandemia, los expertos creen que las emisiones de carbono del año pasado habrían sido las más altas registradas.
Como estamos notando, solucionar el cambio del clima será mucho más complicado que intentar las responsabilidades individuales a corto plazo. En última instancia, requerirán una reforma estructural colectiva y continua en todos los sectores principales de la economía.
Un estudio reciente predice que las cuarentenas solo enfriarán el planeta alrededor de 0.01° C en 2030. Esa es una diferencia insignificante, pero aún, hay buenas noticias. Si combinamos nuestra recuperación económica con fuertes inversiones en energías renovables, seguidas de reducciones en las inversiones en combustibles fósiles, podríamos evitar un calentamiento futuro de 0,3° C para 2050.
Sin embargo, para lograrlo, no sólo se requiere cambiar el transporte comercial y personal. En 2020, el sector del transporte experimentó una caída dramática en las emisiones debido al movimiento global limitado.
Dicha noticia hizo que muchas personas celebraran una posible desaceleración de las emisiones globales. No obstante, aunque la industria de la aviación se disolviera por completo mañana, eso solo reduciría las emisiones colectivas de carbono en un 2,5%, una porción bastante pequeña. Como estamos viendo, nuestro enfoque debe expandirse.
El año pasado, se estimó que la recesión económica provocada por la pandemia mundial redujo las emisiones de carbono en aproximadamente un 7%. Algunos estudios sugieren que solo el 10% de esa fuerte caída inicial se atribuyó específicamente a una reducción en el transporte aéreo. Claramente, una breve pausa en los viajes no es suficiente para tener un impacto en la trayectoria a largo plazo del cambio climático.
La producción de electricidad, por otro lado, es el mayor contribuyente al calentamiento global, representando aproximadamente el 25% de las emisiones globales de 2010. El año pasado, el uso de energía disminuyó un modesto 15% durante los cierres, y el sector residencial experimentó un ligero aumento.
Otros sectores donde se deben realizar reducciones significativas son la industria, la agricultura y la deforestación. Estas áreas ayudan claramente a la liberación de metano, un poderoso gas de efecto invernadero.