Saltillo es una ciudad con más de cuatrocientos años a cuestas, aunque no fue hasta finales del siglo pasado cuando comenzó a tener problemas de abasto de agua. Las precipitaciones de antes eran constantes y suficientes para recargar cuenca de la región sureste de Coahuila y atender la demanda, muy inferior a la actual.
Sin embargo, algo sucedió y las lluvias dejaron de llegar con la frecuencia acostumbrada. El agua del río Nazas descargaba en la Laguna de Mayrán, delgado espejo que, expuesto al sol, evaporaba pronto el vital líquido, que era llevado por los vientos dominantes provenientes del poniente hacia la Sierra Madre Oriental, cadena montañosa que rodea a la capital de Coahuila.
Ahí, por el efecto conocido como sombra orográfica, las nubes descargaban su contenido recargando los mantos acuíferos.
Todo en la naturaleza está correlacionado e interconectado, aunque no nos demos cuenta. Cuando se construyó en Durango la presa Lázaro Cárdenas, mejor conocida como el Palmito, dejó de alimentarse la Laguna de Mayrán. Sin duda gran obra para control de avenidas y para dotar a la región del vital líquido, tanto para el consumo humano como para el sector agropecuario de la zona, pero con la consecuencia de restarle potencial hídrico a la región sureste de Coahuila.
Una ciudad que extrae el agua del subsuelo vive en riesgo permanente. Y más cuando su red, como la que tenía a finales de los 90 la capital coahuilense, está obsoleta y deteriorada, que perdía, nada más en fugas, más del 50% del líquido que por ahí circulaba.
Lo que no cuesta no se cuida. Por eso se requería generar un esquema en el que todos pagaran lo que consumían y así generar el incentivo correcto que evitara el derroche y el descuido. Además, se requerían inversiones millonarias para sustituir la red.
Fue así como, con la participación de una sociedad responsable y un gobierno eficiente, se creó una empresa mixta para administrar el agua, integrada por profesionales de la materia. Se renovó la red y, a la fecha, el modelo ha resultado ser altamente exitoso, convirtiéndose en ejemplo nacional.
Esta semana, y de manera casi simultánea, se celebran el Día Internacional del Agua y la llegada de la primavera, momento oportuno para reflexionar sobre la necesidad de hacer consciencia sobre el cuidado que debemos seguir teniendo del agua, sobre todo ahora que comenzará el tiempo de calor.
Las ciudades siguen creciendo y, con ello, la demanda del uso de agua potable. Todas las soluciones que encontremos siempre serán temporales. La mejor estrategia es inculcar en nuestros hijos una cultura del cuidado permanente del agua, pero no solo con dichos. Recordemos que las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.