Hoy la pandemia con el dolor que ha causado y toda su gravedad, y esos dolorosos yerros gubernamentales cede espacio en el contexto nacional, para que se hable de un tema que debe ser atendido desde mi personal óptica de forma prioritaria. Escribo este artículo con un doble sentimiento, el primero un coraje por ver que no tenemos un gobierno solidario, un gobierno sensible que acompañe a la gran causa de este siglo, una causa que más que ser escuchada debe ser generosamente atendida, y me refiero a la causa de las mujeres, y no lo digo por un simple discurso, o por subirme a la ola del 8 de Marzo, lo digo como un padre de familia que al platicar con su hija ve en ella esa luz y chispa de genuina motivación de sentir que vale la pena creer en una causa que debe unirnos y hacernos más fuertes como sociedad.
Es ignominoso el actuar del oficialismo mexicano, y aquí viene mi segundo sentimiento al escribir estás líneas una mezcla de rabia con profunda admiración, rabia por la torpe estrategia de construir un muro para acallar voces y marcar distancia con el movimiento feminista, y una admiración, tremenda admiración por la Mujer Mexicana así con mayúsculas, porque ante la grotesca afrenta oficial, le han propinado tremendo revés al Presidente al hacer suyo el muro con nombres de victimas de violencia de género, es decir las voces que no quisieron ni escuchar ni que llegarán a su puerta, hoy han rodeado al inquilino que había amurallado su palacio, bravo por ustedes mujeres, mi respeto, solidaridad y acompañamiento permanente.
El cisma más profundo y la más férrea oposición que ha tenido el gobierno de López Obrador, es sin duda el que le han generado las mujeres, y una vez más se equivoca en su pésima estrategia ya que al amurallarse en palacio, demostró de nuevo su nulo interés, falta de sensibilidad y su poca pericia para como en la desdichada estrategia en la emergencia sanitaria en la que no supo o no quiso rectificar, en este caso en particular en su atención y acompañamiento de la lucha de las mujeres, no solo se aísla sino que genera una suerte de separación de criterios y un desdén grosero para con ellas y por supuesto para quienes creemos en sus justos reclamos.
Y como sociedad debemos desde ya poner un alto al ofensivo trato presidencial a este tema, y generar condiciones para cambiar conductas y estereotipos tanto sociales como laborales y de convivencia diaria que nos ayuden a construir una sociedad más incluyente, más igualitaria, pero sobre todo más segura para las mujeres, quedarse mirando es ser cómplice de injusticias y atropellos que dañan y lastiman a las mujeres, ya es tiempo de ir más allá de reformas legales, el cambio debe ser del tamaño del reto, como sociedad nos debemos una oportunidad para construir sociedades mas solidarias, con una convivencia plena, efectiva y a la altura de este gran país.
El punto fino es: Ningún muro por grande que sea podrá acallar una justa voz, grandioso mensaje el que nos mandan las mujeres de México, al hacer suyas las murallas que hoy tienen nombre, firma y aroma de Mujer.