El internet es una de las herramientas digitales más importantes del Siglo XXI mediante la cual podemos comunicarnos, realizar tareas, obtener productos y servicios, y principalmente obtener información. Sin embargo, en años recientes esto último ha sido uno de los principales dolores de cabeza en el desempeño y uso de las redes sociales, así como el principal causante de diversos infructuosos -aunque algunos exitosos- intentos de gobiernos nacionales en generar bloqueos o censurar la red.
El término infodemia fue acuñado recientemente por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) a raíz de la pandemia de coronavirus y se refiere a la enorme cantidad de información que termina por convertirse en algo exponencial y es relacionada con un tema en específico. Esta surge de la unión de la palabra información con pandemia y puede ser considerada como una “intoxicación” del internet, particularmente de las redes sociales por medio de información dudosa o la manipulación de esta y la difusión de rumores con el propósito deliberado de engañar a la sociedad. Se considera que durante la crisis sanitaria internacional desde 2020 se dispararon entre 50 y 70% las búsquedas de información relacionadas con la enfermedad lo que produjo también un aumento en historias falsas o engañosas basadas en teorías conspiratorias y que dañan la calidad de información que las personas pueden obtener.
De acuerdo con la OMS, la infodemia ha sido sumamente dañina tanto a nivel internacional como para los gobiernos nacionales ante los esfuerzos por detener la enfermedad pues una sociedad que consume información poco verificada tiende a dejar de lado las políticas públicas encaminadas a atender la emergencia ante creencias relacionadas con la pseudo ciencia en lugar de hechos verídicos.
Durante la última década, las redes sociales han aumentado el tema de la infodemia por los grandes alcances que estas tienen en los diferentes grupos sociales. Como ejemplo, durante el mes de marzo de 2020 al inicio de la crisis sanitaria internacional, se crearon 500 millones de tweets que incluían términos relacionados con el coronavirus, y más de 361 millones de videos en la plataforma YouTube que pretendían tocar el tema, no todos ellos con información verídica.
Asimismo, forma parte de la agenda política internacional y nacional que se ha generado a raíz de la crisis sanitaria internacional en el sentido de nuevos intereses económicos que han tenido como consecuencia un constante golpeteo político en todos los países y no importando de qué espectro político se trate. Tanto en países gobernados por la derecha, como países con gobiernos de izquierda, las oposiciones de cada uno de ellos han aprovechado para realizar golpes mediáticos en contra de las diversas estrategias nacionales. Además, una carrera entre países por demostrar las mejores estrategias y por supuesto la agenda geopolítica generada por quién presentaría la mejor vacuna. Todo esto permea en la calidad de información que se genera y a quién va dirigida, además de que el desarrollo de noticias sensacionalistas termina por ser una entrada de recursos a los grupos que las crean, monetizando la cantidad de visitas que reciben a través de publicidad, misma que también puede ser engañosa.
En nuestro país, la estrategia del Gobierno de México ha sido politizada por la oposición pese a que ha sido la misma seguida por otros gobiernos y que en ningún momento ha sido contraria a los protocolos internacionales. A raíz de ello, la difusión de noticias falsas y sensacionalistas sobre estas políticas públicas ha provocado gran confusión en la sociedad, generado reacciones ante curas falsas o mágicas, supuestos programas de gobierno que terminan siendo fraudes para las personas, crisis en algún hospital o episodios inexistentes o manipulados de declaraciones gubernamentales. En el mismo sentido, la oposición al Gobierno Federal ha acusado constantemente -sin ningún argumento o prueba- de que no hay dinero para las posibles vacunas, y cuando las vacunas han llegado entonces para la oposición es insuficiente, por lo que la oposición del Gobierno actual solo ha acusado sin fundamento y generado un clima político inestable en lugar de generar unidad ante la crisis más importante de las últimas décadas que ha vivido este país.
En este sentido y como preocupación personal, estoy convencida de que el consumo de las noticias falsas debe pasar por una profunda reflexión sobre lo que queremos a nivel social y por supuesto por la psicología de las masas. En ocasiones, pese a tener la verdad al alcance, las sociedades deciden no consumirla y se decantan por noticias sensacionalistas que podrían parecer más interesantes. La infodemia entonces se convierte en un grave problema social pues limita las capacidades de los gobiernos para enfrentar diferentes crisis ante argumentos poco científicos que permean en la toma de decisiones de las personas.
Como sociedad, nuestra labor es aprender a discriminar la información, sabe cuál puede ser falsa e incluso cuál podría generar daños a las personas. También es nuestra responsabilidad saber qué es lo que difundimos a otros y evitar hacer llegar información no verídica a las demás personas pues no sabemos qué daño podríamos causar. La política de las autoridades no debe guiarse por la censura, si no por la educación social que permita que cada individuo consuma la información que desee, pero siempre aprendiendo cuál es la mejor y más verídica. Discriminar los contenidos de información en el mediano y largo plazo generará mejores y más educadas sociedades que sepan enfrentar de forma más preparada las situaciones de emergencia.
Luz María Eugenia Jordán Hortube, Concejal de la Alcaldía Benito Juárez.
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