La historia de la científica a la que le debemos la tan ansiada vacuna contra el coronavirus es de película. Hace años, su obsesión en el desarrollo de la llamada tecnología de ARN mensajero le costó un puesto de profesora en la Universidad de Pensilvania y puso en peligro la renovación de su visado de residencia en Estados Unidos.
Y es que en cuestión de semanas esta investigadora húngara, desconocida para el gran público y hoy instalada en Pensilvania, se ha convertido en una celebridad en el mundo científico. Pero en realidad, la trayectoria de Karikó viene de lejos. Casi 40 años de esfuerzos, marginación y arduo trabajo en la sombra. Tras sus décadas de investigación fuera de los focos y sin recursos extraordinarios, ya se habla de ella como la próxima premio Nobel de Bioquímica.
En 2010 una empresa compró todas las patentes del desarrollo hecho por Katalin y su equipo de investigadores, y tres años más tarde, fue contratada por BioNTech, compañía en la cual actualmente se desempeña como Vicepresidenta.