En el ámbito legislativo son muchos los temas en los que relumbran las divergencias políticas y las posturas partidistas. Los grupos parlamentarios defienden (como pueden), sus ideologías y procuran convencer, por distintos medios y formas, a sus pares para ganar las votaciones porque -aunque muchos lo duden-, los dictámenes se ganan o se pierden por votos.
La reelección fue pensada como una forma en que las y los ciudadanos, con su voto, pueden evaluar y premiar o castigar la buena o mala gestión de sus representantes, legisladoras y legisladores, y así decidir quién se queda por otro periodo y quién se va.
En el año 2014, una reforma constitucional al artículo 59 aprobó la reelección legislativa que a la letra dice: “Los Senadores podrán ser electos hasta por dos periodos consecutivos y los Diputados al Congreso de la Unión hasta por cuatro periodos consecutivos. La postulación sólo podrá ser realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que los hubieren postulado, salvo que hayan renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato”.
Este cambio jurídico hace posible que los escaños o curules de las cámaras de senadores y diputados puedan ser ocupados, por la misma persona hasta por doce años consecutivos, ello implica: mantener fuero, sueldo o dieta, prestaciones, partidas legislativas y las prebendas del cargo legislativo.
Es importante destacar que, gracias a un artículo transitorio, la reforma constitucional entraría en vigor en 2021. La lógica fue permitir la conclusión de los senadores en funciones, es decir, el período para el que fueron electos y, de ser el caso, algunos de ellos tendrían la posibilidad de integrar la LXIII Legislatura. Se inhibía entonces la posibilidad de realizar una modificación que tuviera beneficios directos para los propios parlamentarios que la aprobaron.
Lejana parecía entonces la fecha en que las y los legisladores tendrían la opción de reelegirse por períodos consecutivos y, consecuencia de este descuido parlamentario, el Constituyente Permanente, quizás porque tenía otras prioridades en las agendas legislativas, omitió dar claridad sobre las reglas particulares de este derecho.
Una vez que arrancó el Proceso Electoral 2020-2021, en la primera semana de septiembre y ante la omisión legislativa, el Instituto Nacional Electoral (INE) comenzó a trabajar criterios para hacer viables y operativas las reformas constitucionales que entrarían en vigor: las de paridad y las de reelección legislativa. Verdadero revuelo y polémica han causado los acuerdos aprobados en las comisiones de este Instituto.
En el caso de la repetición del cargo parlamentario, el INE había dispuesto que para contar con condiciones de igualdad entre los contendientes, los legisladores con aspiraciones electorales tendrían que notificar al árbitro electoral, a más tardar el 23 de diciembre, su legítimo interés de participar en las precampañas, además tendrían un sistema de fiscalización para corroborar que no se presenten desvíos de recursos públicos, etiquetados como actividades legislativas, para fines electorales. La verdad es que la línea es muy delgada y la tentación muy grande. Adicionalmente, se tendrían que separar del cargo 60 días antes de la elección, lo que implicaría no recibir dieta ni prerrogativas.
Ante el trabajo operativo del INE y en nombre de la “legalidad” (olvidada por años), las y los diputados señalaron estos lineamientos como “un exceso de la autoridad electoral… porque no puede legislar“. Como contrapropuesta, los grupos parlamentarios se pusieron a trabajar en la reglamentación correspondiente.
Hace unos días, en la Cámara de Diputados se aprobó un acuerdo mediante el cual, quienes pretenden reelegirse, no están obligados a renunciar ni a sus puestos ni a su dieta, lo que los coloca en una situación de competencia desigual frente a las y los candidatos que busquen esos espacios por primera vez.
Los números son contundentes: 454 votos a favor, 4 en contra y 5 abstenciones. Sin lugar a dudas, los primeros beneficiarios de las modificaciones serán los propios legisladores. De hecho, el líder nacional del partido oficial -otrora diputado de esta legislatura-, solicitó a sus legisladores valorar la reelección a laaargooo plazo, porque “han hecho muy buen trabajo“… lo que eso signifique. En tanto hay definiciones en el proceso de reelección, lo cierto es que en las manos de las y los ciudadanos está valorar el trabajo de los representantes populares y ratificarlos o castigarlos.