Ramón tiene 45 años y vive desde que nació en el barrio Estudiantes, de Grand Bourg. Atravesó múltiples crisis, enfrentó situaciones límite y tuvo distintos oficios. Fue albañil, cartonero, estuvo preso y hoy es el principal responsable de que las autoridades de la Comuna se interesaran en los ladrillos armados con desechos reciclables como cartón.
Para su orgullo, el Municipio consolidó un programa para hacer masiva la producción y lograr un primer objetivo: completar la construcción del hospital de Diagnóstico Precoz, que desde 2007 sufrió varios parates.
“Todo empezó en 2016, cuando con mi hijo queríamos construir una habitación pero no teníamos los medios para comprar materiales. En ese tiempo juntábamos cartón”, relata Ramón.
“Vi cartón acumulado y mojado. Lo junté como para tirarlo, se me pegó con el cemento y se empastó. Así que puse esa mezcla en un molde de machimbre que hice rápido, con las medidas de un ladrillo convencional, y a los cuatro días fui a verla. El resultado me sorprendió. Fue casi una casualidad”, indica.
Su interés por el medio ambiente terminó dándole forma al proyecto de elaboración de ladrillos a base de cartón reciclado. En una de las recorridas que habitualmente realiza el intendente Leonardo Nardini por el distrito, Ramón pudo mostrarle su idea. El jefe comunal se sorprendió e interesó.
Un tiempo después, lo contactaron para participar de un concurso de emprendimientos. Así, capacitó y acompañó a los jóvenes que lo representaron (el certamen era para menores de edad) y obtuvo el segundo puesto en la categoría “Diseño, urbanismo y arquitectura”.
Fue el puntapié de lo que vendría luego: tras presentar y aprobar proyectos, el Municipio adquirió la maquinaria necesaria para producir masivamente.
Así, desde hace dos meses, el vecino y su equipo de trabajo fabrican ladrillos ecológicos en un taller montado al pie de la obra de construcción del futuro Hospital Universitario de Diagnóstico Precoz.
“El uso que le vamos a dar es el de un ladrillo tradicional, ya sea para obra civil, dentro de mampostería, muro de cierre o cualquier parte de la construcción de una casa. Puede ser utilizado para obras nuevas que haga el Municipio, donaciones o para gente que tenga algún siniestro y necesite rápidamente levantar una pared”, apunta Roberto Caratozzolo, secretario de Obras Públicas y Planificación Urbana local.
“Este tipo de ladrillos tiene muchas ventajas respecto a la versatilidad, ahorro y conveniencias de medio ambiente. A corto plazo, es muy ventajoso. Pueden ser empleados también para la construcción de maceteros, mobiliario urbano, bancos o adoquines para pisos, veredas y pavimentos”, agrega el funcionario.
La posibilidad de implementarlos cuando los trabajos se retomen en el centro de salud (se estima que será dentro de un año y medio), está sujeta a la prueba y verificación de los espacios que las autoridades consideren convenientes.
Ramón señala que sus ladrillos “tienen muchas cualidades”. Detalla que “son térmicos, acústicos e ignífugos”. Además, también pueden utilizarse como “ladrillo a la vista” y reducir los costos de cualquier obra.
El proceso de elaboración de los ladrillos ecológicos comienza con el humedecimiento de los cartones, que deben permanecer mojados 24 horas antes de manipularlos. Luego pasan por una desterronadora que los reduce a pequeños fragmentos.
Luego el material pasa a una máquina hormigonera (conocida popularmente como ‘trompito’ o mezcladora), donde también luego se agrega un balde de cemento con agua. Esa mezcla se coloca en moldes de prensa para compactar, que termina de darle forma al ladrillo. El paso final es dejarlo secar durante algunas horas.
“Hay que esperar el tiempo de maduración necesaria, porque estos tipos de ladrillos llevan un tiempo de fraguado”, explica Caratozzolo. Y Ramón añade: “Estamos probando con otros residuos reciclables como plástico, cáscaras de papa y huevo, yerba mate y aserrín”.
“Yo soy un ex detenido, pero creo que se puede hacer algo bueno de la basura. Muchas veces la sociedad nos ve y nos define así, pero uno se puede recuperar. Es lo que quise demostrar: que de la basura, tal como se las define a las personas cuando son menospreciadas, se pueden lograr grandes cosas”, reflexiona Vega, quien estuvo en prisión en 2005 durante un año y dos meses.
“A mí nunca me faltó nada. Mi papá era constructor y yo siempre trabajé en la construcción. Me equivoqué por la droga, por la cocaína y pagué por mi error. Empecé a remarla y hoy estoy con esto, que me cambió la vida”, concluye.